Canonización e interpretación

Prácticamente todas las religiones han sentido en algún momento de su historia la necesidad de poner por escrito sus enseñanzas, originariamente orales, y en algunos casos de fijar un corpus textual. La Biblia hebrea (Tanaj) y el Canon Pali budista (Tipitaka) están consideradas las dos únicas formas de canonización completamente independientes de la historia humana, ya que el resto habrían derivado de una o de otra: el canon alejandrino de clásicos griegos, la Biblia cristiana y el Corán, así como el canon jainista, confuciano o daoísta. 

El canon sirve para preservar y organizar la memoria cultural de una comunidad. Lo más importante con respecto al canon es el acto de su cierre. Los textos canónicos no se pueden cambiar. Al cerrarse el canon, queda establecido qué textos son canónicos y cuáles apócrifos, principales y secundarios. La palabra fijada adquiere autoridad y es susceptible de ser leída literalmente. 

Sin embargo, el diálogo con el texto continúa. La exégesis se convierte en un proceso infinito en búsqueda de significados. La escritura revela al hermeneuta nuevos niveles de comprensión: moral, alegórico, anagógico o espiritual. Las especulaciones doctrinales y los debates entre escuelas miran de adecuar el mensaje a un contexto nuevo. El comentario aporta una guía a la comunidad, interpreta las enseñanzas antiguas a la luz de las inquietudes morales o espirituales de cada época. El absoluto continúa siendo un misterio a descifrar. 

[Zoroaster] the Iranian phrophet’s power over words is likely to have been a vital factor in his being able to bring people to listen to what he had to say.

Mary Boyce