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Atrás Estudiantes de Ingeniería Biomédica trabajan en el Hospital del Mar en impresión 3D y radioterapia para tratar el cáncer de piel

Estudiantes de Ingeniería Biomédica trabajan en el Hospital del Mar en impresión 3D y radioterapia para tratar el cáncer de piel

Elena Monfort y Simran Anand, estudiantes de tercer curso,  realizan sus prácticas curriculares en el Servicio de Oncología Radioterápica de este centro, pionero en España en implantar con éxito esta técnica que aporta beneficios al paciente y limita los efectos secundarios del tratamiento.

10.04.2018

 

El Hospital del Mar es el primer centro de España que utiliza la impresión 3D para tratar el cáncer de piel con tumores pequeños utilizando la plesioterapia de tasa de dosis alta (HDR), un tipo de braquiterapia de contacto en la que la fuente de radiación se sitúa dentro o cerca de la zona afectada. El equipo del Servicio de Oncología Radioterápica ha trabajado durante dos años para validar la aplicación de la impresión 3D a la braquiterapia.

Esta técnica se ajusta mejor el tratamiento y a la dosis indicada para cada paciente, es más cómoda para el enfermo, ahorra visitas al hospital y minimiza las posibles molestias ocasionadas por la radiación sobre la piel. La incorporación de la impresión 3D ha sido posible gracias a la colaboración de la empresa BSDI-3DBOTICS, del grupo 3DLAB S.L y de Elena Monfort y Simran Anand,  alumnas en prácticas curriculares (de enero a julio del 2018) del grado en Ingeniería Biomédica de la Universitat Pompeu Fabra, que están siendo dirigidas por Òscar Pera, responsable técnico del proyecto y Físico Médico del servicio.

La impresora 3D permite automatizar y mejorar la calidad del proceso

La impresora 3D permite automatizar y mejorar la calidad de los moldes manuales utilizados para la administración de braquiterapia. El paciente, después de ser valorado por la Unidad Funcional de Cáncer Cutáneo del Hospital, se somete a un escáner con un equipo de tomografía computada (TC), que permite obtener una imagen sobre la cual se diseñará un molde. Hasta ahora, este proceso se hacía de forma manual, sobre el paciente, utilizando material termoplástico. Ahora, los profesionales del servicio han creado un programa informático propio (Matlab) que interpreta el TC y facilita decidir donde se ubicarán las fuentes radioactivas para poder irradiar el tumor. Cuando el diseño está preparado, se envía a imprimir en 3D. Cuando acaba la impresión, se hace un segundo escáner al enfermo con el molde para confirmar que encaja a la perfección.

Tareas específicas que llevan a cabo las estudiantes del grado de Ingeniería Biomédica

Elena Monfort y Simran Anand explican, “con la ayuda del profesor Òscar Pera, nos encargamos de crear los moldes para los pacientes, así como también de la optimización del código del programa informático Matlab para agilizar la logística del proceso de tratamiento”. “La idea de trabajar en el hospital surgió a raíz de unas clases prácticas que hicimos en la asignatura de Fisiopatología y dado que nuestra formación incluye temas médicos y temas físicos, pensamos que era una buena opción empezar a trabajar en el ámbito de la radioterapia y la impresión 3D en el Hospital del Mar”, añaden.

Para poder hacer este trabajo ha sido crucial la formación adquirida en el grado de Ingeniería Biomédica,  tanto en programación Matlab y diseño en 3D (FreeCAD, Meshmixer), como en fisiología, fisiopatología y física radiológica, principalmente. “El hecho de tener esta oportunidad mientras estudiamos nos ha ayudado a aprender mucho más y aplicar los conocimientos que vamos aprendiendo día a día. Trabajar y estudiar a la vez, nos ha obligado a saber organizar tanto nuestro tiempo laboral, como el personal”, afirman estas estudiantes en prácticas.

Unos estudios multidisciplinares y con perspectivas de futuro

Por lo que concierne a las perspectivas de futuro de este grado que imparte la Escuela de Ingeniería de la UPF, para Elena: “escogí la carrera de Ingeniería Biomédica por ser multidisciplinaria, por estar entre la física, las matemáticas y la medicina. Mis perspectivas de futuro están muy relacionadas con las prácticas que ahora estoy haciendo en el Hospital del Mar, ya que me gustaría poder incluir en los servicios médicos la figura del Ingeniero biomédico (que mucha gente desconoce), para así mejorar algunos procesos y aportar nuevas técnicas a la medicina.

Para Simran: “el hecho que combinar la parte biológica y la parte matemática me interesó desde el principio, y pensar que en un futuro podría ayudar a la gente, me motivó en entrar en esta carrera. En un futuro, una vez me gradúe,  pienso hacer un máster que esté relacionado y luego intentar obtener un trabajo. Hoy en día aún no estoy segura de qué trabajo me gustaría tener, ya que hay bastantes cosas del grado que me interesan,  así que estoy abierta a cualquier oportunidad”.

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Atrás La ciencia no respalda el consumo de ajo para reducir el riesgo de cáncer

La ciencia no respalda el consumo de ajo para reducir el riesgo de cáncer

Las pruebas científicas disponibles no tienen suficiente calidad como para confirmar la relación entre la ingesta de ajo y la disminución del riesgo de cáncer. Hace falta realizar ensayos clínicos rigurosos para determinar el verdadero efecto de la ingesta de ajo sobre en la prevención de esta enfermedad.

21.12.2018

 

Una nueva evaluación de Nutrimedia, un proyecto del Observatorio de la Comunicación Científica de la Universidad Pompeu Fabra (OCC-UPF), realizado en colaboración con el Centro Cochrane Iberoamérica y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), pone de manifiesto que no se puede establecer ninguna relación entre la ingesta de ajo y la disminución del riesgo de cáncer, una de las principales causas de muerte en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, solo en 2018 se han contabilizado unos 8,1 millones de nuevos casos de cáncer. Dada la magnitud de este problema de salud, no es de extrañar que la población busque maneras de prevenir la enfermedad. La abundancia de mensajes que vinculan el consumo de determinados alimentos y sustancias con la reducción del riesgo de cáncer es fuente de confusión para el público, que así lo ha hecho constar al plantear, en una encuesta de Nutrimedia, la cuestión de si el ajo realmente previene o no el desarrollo del cáncer.

El mensaje que vincula el consumo de ajos y suplementos derivados con un menor riesgo de cáncer se considera “incierto”, porque la confianza que podemos depositar en los resultados publicados es muy baja.

Para dar una respuesta basada en los resultados de la investigación disponible hasta el momento, el equipo de Nutrimedia ha analizado la abundante evidencia científica disponible, llegando a la conclusión de que la respuesta, actualmente, es “incierta”; es decir, con las pruebas disponibles no se puede ni afirmar ni negar que el ajo pueda tener algún efecto protector. Para comprender el resultado es necesario hacer un poco de pedagogía sobre la naturaleza de los estudios analizados. El mensaje que vincula el consumo de ajos y suplementos derivados con un menor riesgo de cáncer (entre otros, se han estudiado los de colon y recto, próstata, estómago, boca, faringe y laringe) se considera “incierto”, porque la confianza que podemos depositar en los resultados publicados es muy baja. Esto se debe a que se derivan de estudios observacionales, lo cual no permite establecer una relación directa entre los beneficios del consumo de ajo y la reducción del riesgo de cáncer. El resultado “incierto” no significa que en un futuro no se pueda concluir que el ajo pueda tener algún efecto protector, lo que indica la evaluación es que faltan estudios rigurosos, que nos ofrezcan una mayor confianza en los hallazgos sobre esta cuestión.

Las supuestas propiedades del ajo

El ajo es un ingrediente fundamental en la dieta mediterránea, cultivado desde hace más de 7.000 años. La presencia del ajo en la cocina puede apreciarse en artistas como Velázquez y Meléndez, entre otros. Y hay no son pocas referencias literarias que muestran que, ya en la Antigüedad, el ajo se consumía por sus supuestas propiedades terapéuticas. Heródoto (siglo V a.C.) relata en su obra Historiae que la alimentación de los esclavos que construían las pirámides estaba suplementada con ajos, porque se creía que tenían un efecto fortalecedor y vigorizante; por ese mismo motivo, los atletas olímpicos de la Grecia clásica, los legionarios y los gladiadores romanos no dudaban en llevarse unos ajos consigo, para masticarlos cuando fuera necesario. En el siglo I d.C., Dioscórides se refiere al ajo, en su obra sobre remedios naturales, como facilitador para eliminar flatulencias. Las expediciones españolas del siglo XV llevaron el ajo hasta el continente americano, pero su consumo como suplemento dietético no se popularizó hasta la década de 1990 en Estados Unidos, y posteriormente en otros lugares.

El ajo pertenece al género de plantas Allium (cebolla, ajo, chalotes, puerro, cebolletas, etc.), que se caracterizan por un alto contenido en compuestos organosulfurados y antioxidantes, además de vitaminas, aminoácidos, fructooligosacáridos y otros micronutrientes. Según cómo se procese el ajo, los organosulfurados se convierten en distintos derivados a los que se les atribuyen diferentes propiedades saludables. Así, si el ajo crudo se corta o se machaca, da lugar a la alicina; con la cocción, en cambio, se destruye la alicina, y se liberan adenosina y ajoeno, que actúan como anticoagulantes. Los suplementos de ajo parecen tener un potencial efecto antihipertensivo.

Las supuestas propiedades anticancerígenas del ajo, como muestra esta evaluación, no están justificadas. El riesgo de padecer cáncer se debe a múltiples factores, tanto genéticos como medioambientales y de estilo de vida. Entre estos últimos, la dieta tiene un importante papel, ya que el mantenimiento de unos hábitos alimentarios saludables podría prevenir en torno a un tercio de los casos de cáncer.

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