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Diversidad, singularidad y excelencia: un cuarto de siglo investigando y enseñando medicina y ciencias de la vida
Hace 25 años, la Universidad Pompeu Fabra empezaba una nueva empresa: inaugurar la Facultad de Ciencias de la Salud y de la Vida e impartir la primera carrera de ciencias, Biología Humana. Una tarea que supuso crear un nuevo departamento, singular y heterogéneo, formado por investigadores inquietos y comprometidos que han hecho crecer la institución y ser referentes en todo el Estado.
“Todo empieza con la voluntad de enseñar medicina en la Universidad Pompeu Fabra”, explica Jordi Camí, catedrático de Farmacología y primer director del Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud (DCEXS), que hoy conocemos como de Medicina y Ciencias de la Vida (MELIS) de la UPF, solo empezar la entrevista. Hace memoria del que él sitúa a finales del año 1995.
A pesar de que la idea inicial pronto fue tumbada por desacuerdos institucionales, la voluntad de hacer unos estudios de ciencias de la salud en la Universidad dio frutos. “Cuando yo estudiaba medicina, hacia los años ochenta, en la Universidad Autónoma de Barcelona se hacían unos estudios de ciencias médicas básicas, cosa que me hizo pensar que se podía enseñar la biología general de otro modo. Haciendo énfasis en el itinerario de biología biomédica, más próxima a la medicina”, explica Camí.
De aquí, surgió Biología Humana, la primera licenciatura que la Universidad Pompeu Fabra impartió, en la Facultad de Ciencias de la Salud y de la Vida, en un curso que se iniciaba el septiembre de 1998. La Facultad ya se ubicaba en el que hoy conocemos como edificio docente. A pesar de que, en aquel momento, las instalaciones de investigación y docencia solo ocupaban dos tercios del edificio actual. El resto lo ocupaba el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), hoy en día Hospital de Mar Research Institute.
Esta historia no sería la misma sin los alumnos, que han hecho crecer el Departamento siendo reto y, a la vez, motor. En este ejercicio, para repasar la historia del MELIS, los alumni también toman la palabra.
Construir desde cero, apuntando alto
Siguiendo la tradición de la Universidad, la Facultad de Ciencias de la Salud y de la Vida tenía, y continúa teniendo, un único departamento, heterogéneo y singular, que engloba muchas de las disciplinas de la biomedicina. Internamente, el departamento estaba organizado basándonos en la ciencia que hacía el personal; pero siempre garantizando la docencia. Un aspecto que se tuvo en cuenta desde el reclutamiento del profesorado.
“Queríamos captar personas reputadas que nos permitieran garantizar una investigación moderna y de excelencia y que, a la vez, tuvieran una sensibilidad por la docencia. Esto no era obvio ni trivial, pero lo conseguimos en buena parte gracias a la ayuda de la comisión externa de asesores”, explica Camino.
Para captar talento internacional, anunciamos las posiciones de profesorado a la prensa escrita. “Fuimos pioneros y se nos criticó mucho por atrevernos a publicar anuncios de preselección en La Vanguardia y El País. También anunciamos las primeras posiciones de profesorado, que acabarían siendo funcionarios, en Nature y a Science”, rememora el catedrático. Esto no tenía precedentes en la universidad española.
En este proceso de contratación inicial, se reclutaron investigadores como Jaume Bertranpetit, Ricard Solé, Miguel Ángel Valverde, Francesc Posas, Juana Díez o Elena Hidalgo; todos ellos aún presentes a la plantilla del MELIS.
“La llegada de un grupo nuevo al campus de Mar suponía tener que adaptar los espacios. Recuerdo que hacíamos visitas con los investigadores y los arquitectos para comprobar si los espacios se adecuaban a sus necesidades o si teníamos que hacer alguna adaptación. Todo esto sin perder de vista que teníamos limitaciones económicas y que éramos un equipo con pocas personas para hacer el trabajo. Pero tanto el PDI como el personal de gestión siempre trabajamos conjuntamente y de manera eficiente. ¡Por convicción y porque no quedaba más remedio!”, recuerda Fina Lorente, que dirige el campus de Mar desde el año 1999 y que se encargó de adecuar los espacios con el decano de aquel momento, Jaume Bertranpetit.
Un polo de biomedicina en el sur de Europa
La historia del MELIS no hubiera sido la misma sin los Juegos Olímpicos de Barcelona del 1992. “Cuando se estaba modificando el plan especial de urbanismo de la ciudad en 1991, conseguimos que el solar del antiguo campo de fútbol de la Barceloneta quedara tipificado como equipamiento y parque biomédico”, confiesa Camí. A su entender, esta fue la clave del que vendría después. La creación del Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB). Una empresa que hizo que el catedrático dejara la dirección del Departamento.
El relevo lo tomó Miguel López-Botet, catedrático de Inmunología, que fue el primer director electo y que encabezó la institución durante casi dos años. “En el Departamento, el ambiente era muy agradable. Todo el mundo arrancaba con mucha ilusión. Recuerdo que poner en marcha los laboratorios con la gran diversidad de materiales que necesitábamos era todo un reto; pero recibimos mucho de apoyo por parte del personal de administración asignado por la Universidad”.
En aquel periodo se equiparon los laboratorios de investigación, destinados a los investigadores que habían llegado, y también tres laboratorios de prácticas donde se haría la docencia.
“Las necesidades de la investigación no tenían nada que ver con el que la UPF había hecho hasta aquel momento”, explica Fina Lorente. “En consecuencia, las personas de administración nos tuvimos que adaptar a la novedad, una constante en el campus de Mar. Nosotros sabíamos hacer la gestión económica y docente. ¡Pero también tuvimos que aprender a montar y a gestionar espacios especializados como una sala de cultivos o un animalario de comportamiento!”.
López-Botet también recuerda que, con una ayuda del Ministerio, se pudieron comprar equipos básicos para poner en marcha los primeros servicios científico-técnicos. El 2000, se inauguró el Servicio de Genómica y el 2001 arrancaba el embrión del que ahora es la Unidad de Citometría de Flujo, con Òscar Fornas al frente. Durante aquel periodo se empezaba también a visualizar y a discutir el proyecto del que tendría que ser el PRBB.
“Cuando llegué a Barcelona, en 2000, los compañeros me dijeron: ‘Aquí, donde hay el campo de fútbol, haremos un centro de investigación’. ¡Y pensé que aquello era un acto de fe!”, confesa López-Botet. Seis años más tarde, con Fernando Giráldez al frente, el Departamento se trasladaba al nuevo Parque de Investigación Biomédica de Barcelona con el Centro de Regulación Genómica (CRG), la IMIM (actualmente Hospital de Mar Research Institute) y el Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (actualmente Instituto de Salud Global), conformando uno de los polos de biomedicina más potentes del sur de Europa.
Un vivero de talento
“Para el Departamento, el PRBB es un reto continuo. Una comparación constante”, admite Arcadi Navarro, que estuvo al frente del Departamento entre el 2013 y el 2016. “Cuando los académicos vivimos aislados en un entorno uniformemente temático o cuando vivimos sin un Centro de Regulación Genómica o un Laboratorio Europeo de Biología Molecular, quizás vivimos muy satisfechos. Pero a nosotros, estos vecinos, que innovan constantemente, nos hacen crecer”.
Antes de llegar al PRBB, Fernando Giráldez, catedrático de Biología del Desarrollo, y director del Departamento entre el 2002 y el 2006, tuvo que distribuir los espacios que el MELIS tenía que ocupar al nuevo recinto.
A pesar de que sabía que con el traslado saldríamos ganando, no fue un proceso fácil. “Recuerdo que me dieron los planos de la tercera y la cuarta planta del Parque y me dijeron: ‘Organiza estos espacios’. Hice muchos dibujos de cómo tenía que ser el nuevo Departamento. Y cuando ya lo tenía todo diseñado, los aparejadores me dijeron que tenía que ceder una quinta parte de nuestra superficie a servicios generales para hacer pasar las canalizaciones. ¡Y tuvimos que reorganizarnos!”, comenta.
A pesar de las trabas, y las dudas de Giráldez de haber delimitado demasiado algunos laboratorios y no haber podido tener una buena sala de café, había consenso que estar en el PRBB era una gran ventaja. “Hay unos recursos humanos y materiales que, para una facultad pequeña de una universidad convencional, serían inabarcables. Y a los recursos se suma un efecto de presión colectiva que te hace estar a la altura de las circunstancias”, afirma el catedrático.
Además, “en el PRBB no hay separaciones físicas entre instituciones. Aquí compartimos espacios, servicios científico-técnicos y una masa crítica de investigadores que difícilmente se podría encontrar en un departamento universitario”, observa David Comas, que dirigió la institución entre el 2016 y el 2022.
El estallido de la docencia
La docencia impartida en la Facultad de Medicina y Ciencias de la Vida de Pompeu está totalmente ligada a la figura de Jordi Pérez, que llegó a la Universidad el 1998 para hacer de jefe de estudios y dirigir la Oficina de Coordinación y Evaluación Académica. Pérez venía con el encargo de dirigir un proyecto educativo innovador y colectivo, y proyectó acciones para fomentar las habilidades prácticas y las competencias transversales de los estudiantes. Destacan el aprendizaje basado en problemas; el uso de nuevas tecnologías; un programa de acción tutorial profesor-alumno, que se alargaba durante toda la carrera, y un programa de evaluación conjunta. Años después, algunas de estas medidas fueron adoptadas por otros departamentos de la Universidad.
Aun así, las ideas de quien fue decano de la Facultad entre el 1999 y el 2012 no solo afectaban los estudiantes. “Jordi diseñaba unos cursos de formación obligatoria para el profesorado, a los cuales asistíamos todos los profesores del Departamento”, rememora Jaume Bertranpetit, que apoyó a las iniciativas de Pérez mientras era decano el curso 1998-1999.
“Estas acciones para innovar en docencia fueron pioneras”, explica Jordi Pérez, y gracias a ellas el Ministerio de Educación y Ciencia otorgó, el 2006, a los estudios de Biología Humana el tercer Premio Nacional de Investigación e innovación Docente por su aprendizaje basado en problemas. Pero los reconocimientos a la docencia impartida no acabaron aquí. Los años 2002, 2005, 2009, 2013 y 2016, los estudios impartidos en la Facultad fueron distinguidos con el premio Vicens Vives, que otorga la Generalitat de Cataluña a la máxima calidad docente. Y los profesores Jordi Pérez i Josep Eladi Baños recibieron el mismo galardón por su tarea docente en 2011 y 2015, respectivamente.
Años después, la implementación de las medidas para configurar el Espacio Europeo de Enseñanza Superior (EEES), el que coloquialmente conocemos como Plan Boloña, supuso una adaptación de los estudios que se impartían en la Facultad. “Jordi Pérez y su equipo hicieron muy buen trabajo adaptando el plan de estudios de la licenciatura en Biología Humana, y a mí me tocó diseñar y escribir los planes de estudios de los nuevos másteres”, recuerda Giráldez.
“Me convertí en un traductor entre el lenguaje de los dialectos, el del Boletín Oficial del Estado y el de mis colegas, y convertí aquello que llamábamos itinerarios de conocimiento en seis programas de máster, que empezaron el curso 2006-2007”, detalla el catedrático en Biología del Desarrollo.
La adecuación de los planes de estudios coincidió con la remodelación de los espacios del campus. Durante seis años, las clases se hicieron en módulos prefabricados. “Las obras fueron un telón de fondo, durante años y años. Primero, las del PRBB, y después, las de la rehabilitación del edificio docente, que duraron seis años”, recuerda Fina Lorente.
“Mantener la actividad docente supuso una gestión increíble. El atraso de la etapa final de las obras del PRBB coincidió con un inicio de curso, y durante un trimestre tuvimos que mover cielo y tierra para situar la docencia a los pocos espacios sin obras que teníamos. Dimos clases en el auditorio, en la biblioteca a primera hora de la mañana e, incluso, alguna en el comedor. Los estudiantes organizaron una asamblea para quejarse. Por eso, el decano de aquel momento, Jordi Pérez, y yo nos comprometimos a mantenerlos informados, e hicimos algunas reuniones con ellos repasando los planos y el desarrollo de las obras”, relata con afecto la directora.
A pesar de las dificultades, el curso 2008-2009 Pompeu empezó a impartir el grado interuniversitario en Medicina, una enseñanza compartida con la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) que retomaba la voluntad inicial de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de formar profesionales médicos.
“Conjuntar las culturas institucionales, las maneras de trabajar e, incluso, las visiones de como enseñar medicina que se tenía desde una institución con mucha trayectoria, como es la Autónoma, y una universidad joven, como Pompeu, que tenía la voluntad de innovar su docencia, no fue sencillo. Pero gracias al entendimiento entre el profesorado, muchos de ellos compañeros también en nuestra tarea asistencial en el Hospital de Mar, conseguimos colaborar estrechamente en una misma línea docente. Tanto es así, que con los años acabamos creando equipos de trabajo para preparar el que actualmente es el plan de estudios del grado en Medicina de la UPF, que llegaría años más tarde”, explica Joaquim Gea, que fue decano de la Facultad entre el 2012 y el 2023.
Un año después de la llegada de los estudios de Medicina, finalizaba la primera fase de obras del campus y la incorporación de la Escuela Superior de Enfermería del Mar en la Facultad. “En el campus del Mar, estábamos avezados a la negociación constante. Al inicio, teníamos un acuerdo de vecindad con la IMIM, y con la llegada de la UAB y la Escuela de Enfermería consensuamos un reglamento de funcionamiento”, rememora Lorente.
Finalmente, el curso 2011-2012 se estableció el grado en Ingeniería Biomédica, unos estudios que, en palabras de Francesc Posas, director del Departamento entre el 2007 y el 2013, “junto con el nuevo grado en Medicina, acabaron de dar forma al Departamento”.
El reconocimiento de la investigación de excelencia
“Entre el 2007 y el 2013 intentamos transformar el Departamento para que fuera singular en el sistema”, explica Francesc Posas, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular, que estuvo al frente del MELIS durante este periodo. Un proceso de transformación que ya había arrancado al hacer el primer retiro del Departamento unos años antes.
Manteniendo siempre una docencia excelente, se hicieron varias acciones para combinarla con una investigación puntera. “Reorganizamos el MELIS en programas de investigación y creamos el primer comité asesor externo para establecer un sistema que nos permitiera evaluar la investigación que estábamos haciendo”, detalla Posas.
Tener un comité asesor externo –toda una rareza en las universidades– hizo posible que el Departamento instaurara un sistema de captación de talento tenure track homologable con estándares internacionales, que más tarde fue adoptado por la misma Universidad. Con este programa se reclutaron investigadores como Jordi Garcia-Ojalvo, Andreas Meyerhans o Pura Muñoz. “Las nuevas incorporaciones y la fusión de los mismos servicios científico-técnicos con los del CRG supusieron un reto, pero ayudaron a potenciar el Departamento a largo plazo”, detalla el bioquímico.
El año 2014, los esfuerzos de quince años de una trayectoria persiguiendo la excelencia vieron sus frutos. El MELIS, y cinco departamentos universitarios más en el estado español, consiguieron, en la primera convocatoria, la acreditación como Unidad de Excelencia María de Maeztu, que reconoce los mejores centros y unidades de investigación que destacan por su relevancia e impacto internacional de los resultados de su investigación.
“Fuimos capaces de reflejar el valor de ser heterogéneos. Reconocíamos la rareza de tener virólogos, fisiólogos, especialistas en genómica evolutiva, gente que hace medicina clínica, investigación básica, etc., en un mismo departamento. ¡Incluso en un mismo proyecto! Y resumimos toda esta diversidad en un plan de transformación transversal que englobaba todo el Departamento”, explica Arcadi Navarro.
“De este plan, nacieron los joint programo meetings, encuentros mensuales de todo el PDI; también se incorporaron la dirección de campus y el decano a las reuniones de dirección para alinear al máximo posible la docencia, con la contratación, la investigación y el campus, y fomentamos que las unidades de servicio tuvieran sus propios proyectos de investigación para que fueran pioneras en sus campos”, detalla Navarro.
Cuatro años más tarde, bajo la dirección de David Comas, el Departamento consiguió, por segunda vez, una nueva acreditación María de Maeztu. “Fuimos el primer Departamento universitario en conseguir una nueva ayuda”, detalla Comas. Una gesta que, según Navarro, podemos catalogar de heroica.
“Gracias a la acreditación María de Maeztu y a la formalización del programa tenure track, pudimos atraer y retener talento de manera muy clara y transparente”, añade Comas. “Establecer el programa, una vez la Universidad ya lo había integrado, y hacer que todo el mundo fuera consciente que esta era la única manera de entrar al MELIS, fue un gran hito y, a la vez, una declaración de intenciones”.
Pandemia
El confinamiento decretado el marzo del 2020 por la pandemia de la Covid-19 alteró nuestras vidas. “El día antes de que decretaran el estado de alarma, inaugurábamos la sala club, un espacio para socializar y fomentar la interacción entre los miembros del Departamento”, explica Comas. Una anécdota que hace patente que poca gente se esperaba lo que estaba a punto de llegar.
En este contexto de novedad e incertidumbre, gestionar el Departamento fue complicado. “Mantener la docencia fue todo un reto. De un día por el otro tuvimos que dar clases de manera remota y más adelante pasamos a un formato virtual. Pero lo conseguimos, como el resto de universidades”, relata.
Aun así, mantener el ritmo de la investigación costó más. “Nuestras investigaciones se basan, en buena parte, en los experimentos y, para muchos, era imprescindible poder venir a las instalaciones del PRBB a trabajar”, añade el catedrático. “Además, la Generalitat pidió a las universidades que nos preparáramos para participar en una hipotética segunda fase del Programa Orfeu –para genotipar masivamente muestras de pacientes y detectar la presencia del virus–. A pesar de que al final no se llegó a ejecutar, la petición supuso un gran esfuerzo logístico. Tuvimos que desplegar la maquinaria y el personal necesario para poder llevarla a cabo”.
Consolidar el mandato inicial
El septiembre del 2021, 23 años después de su nacimiento, la Universidad consiguió cumplir su mandato inicial impartiendo el primer curso de su propio grado en Medicina. “La manera de hacer, la cultura y la perspectiva docente de la UAB y Pompeu eran diferentes, y había discrepancias, de forma que retomamos la idea de hacer nuestros propios estudios de medicina”, detalla David Comas.
“Conseguir hacer nuestro grado en Medicina fue muy complicado porque se tenían que poner de acuerdo muchas partes implicadas. Pero a pesar de las reticencias, al final conseguimos que todo el mundo viera que este cambio sería beneficioso. Eso sí, fue un trabajo de equipo. Desde el rector y vicerrector de Profesorado del momento, Jaume Casals y Pablo Pareja, respectivamente, hasta los delegados del rector en los estudios de Medicina –Jaume Bertranpetit y, más tarde, Francisco Giráldez–, los decanos Quim Gea y Joan Ramon Masclans y profesorado como Cristina Pujades o Josep Maria Antó”.
“Realmente, era una voluntad compartida por muchos miembros del Departamento. Como un mandato inicial; un compromiso que teníamos desde el nacimiento del MELIS”, añade Comas.
A los retos institucionales, se sumaron nuevas obras en el edificio docente para construir las salas de simulaciones y la sala de disección –infraestructuras clave para los nuevos estudios– y la incorporación del profesorado clínico especializado del Hospital de Mar. “Con nuestro propio grado en Medicina hemos incorporado cerca de 150 profesores asociados y una quincena de profesores permanentes”, detalla Jordi Garcia-Ojalvo, catedrático de Física Aplicada y director del Departamento desde junio del 2022.
“La incorporación de todos estos compañeros implica un cambio de filosofía; un gran reto para un departamento singular como el nuestro. De ahora en adelante, tendremos que hacer equipo con profesionales clínicos que tienen una actividad académica diferente a la nuestra para continuar siendo un referente en investigación de excelencia estatal e internacional. Y para tener éxito”, explica ilusionado Garcia-Ojalvo.
“Todo el equipo docente nos tendremos que conocer para poder formar mejor los futuros profesionales médicos. Queremos que, de Pompeu, salgan médicos con una vertiente humanística, muy investigadores, tecnológicamente potentes y abiertos al cambio generacional que ya estamos observando en los nuevos estudiantes y nuestros pacientes”, comenta Joan Ramon Masclans, decano de la Facultad desde el pasado mes de marzo. “Y esto lo tenemos que hacer aprovechando la singularidad de Pompeu y el bagaje del Hospital de Mar, que hace 50 años que forma profesionales médicos”.
Hacer perdurar la esencia
Queda patente que un cuarto de siglo da para mucho. Aquel pequeño departamento que nacía valiente y ambicioso ha crecido y ahora cuenta con un equipo de casi 600 profesionales en investigación, docencia y administración, que trabajan cada día para que el MELIS no se pare.
En estos tiempos, el Departamento ha publicado miles de artículos científicos; ha transmitido sus conocimientos a más de 900 alumnos, que se han graduado en Biología Humana, y ha acompañado además de 1.200 estudiantes de doctorado, que han hecho sus primeros pasos en el mundo de la investigación.
En este reportaje, han salido solo algunos de los nombres de las personas que han trabajado para hacer crecer el MELIS; pero, como recuerda Francesc Posas, “La dirección de un departamento es siempre un trabajo de equipo”. Un éxito colectivo del trabajo hecho codo con codo entre el personal docente e investigador y el personal técnico, de gestión y de administración y servicios. Una suma de esfuerzos para “seguir la tradición de quienes nos han precedido, creando un departamento que, todavía hoy en día, continúa siendo único en el mundo de la biomedicina en las universidades españolas”, concluye Arcadi Navarro.