4. Calidoscopio

Lullabyte: la ingeniería del sueño y de los sueños

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Sergi Jordà

Sergi Jordà (en la foto), Perfecto Herrera 1 i Tinke van Buijtene2 del Grupo de investigación de Tecnología Musical (MTG) del DTIC de la UPF 

Dormir es una actividad esencial y no tan solo para los humanos. La mayoría de seres experimentamos sueño, una necesidad biológica vital que compartimos incluso con insectos y otros invertebrados. Este proceso universal, compartido por la diversidad biológica de seres vivos, establece un vínculo profundo entre todos ellos y destaca la intrínseca conexión entre el sueño y la vida misma. Todos los animales duermen y algunos, incluso, parece que sueñan.

Resulta sorprendente que, a pesar de que nos pasamos casi una tercera parte de nuestra vida durmiendo, sabemos todavía muy poco sobre esta actividad. Sorprende que seamos tan desconocedores de como el sueño influye en nuestra vida cotidiana, o de aquello que podemos hacer para mejorar nuestra relación con este aspecto fundamental de nuestra existencia. La ciencia del sueño, o somnología, no empezó a desarrollarse hasta la segunda mitad del siglo XX y se ocupa del estudio del sueño en todos sus aspectos: los mecanismos biológicos, los factores ambientales y los aspectos psicológicos relacionados con el sueño.

Esta amplia perspectiva implica también múltiples técnicas y objetos de estudio, desde la fisiología del sueño hasta los procesos mentales que ocurren durante las diferentes etapas del ciclo del sueño. Por un lado, hay que tener en cuenta que se distinguen claramente dos tipos de estados mientras dormimos (REM, de Rapid Eye Movements, y no-REM) y que la función y manifestación de ambos parecen claramente diferentes. Los sueños aparecen en fase REM y, en esta fase, prácticamente nuestro cuerpo permanece inmóvil. En cambio, la reparación fisiológica y la restauración homeostática, así como la consolidación de aprendizajes realizados en estado de vigilia, son propias del sueño no REM. A pesar de tener algunas certezas sobre cada fase, todavía quedan muchos misterios por resolver.

Este desconocimiento puede explicar por qué preferimos sacrificar el sueño ante la diversión, la actividad social o el trabajo. No somos todavía bastante conscientes de la importancia que tiene el buen dormir y el buen soñar. Las aplicaciones prácticas de la somnología, como mejorar la calidad del sueño o de las funciones cognitivas como la memoria; reducir el estrés; facilitar la regeneración fisiológica y la homeostasis; mejorar la calidad de vida de las personas; y desarrollar dispositivos de regulación del sueño son objeto de la ingeniería del sueño y de los sueños.

Las conexiones entre el sueño y la música son diversas. Quizás la más evidente es la posibilidad de inducirlo gracias a las canciones de cuna, comunes en muchas culturas. En los adultos este tipo de inducción también se utiliza ampliamente, con una variedad de técnicas, tecnologías y estímulos sonoros (muchas veces “personalizadas”). Pero, todavía hay que aclarar otras posibles conexiones entre música y sueño y la red doctoral europea Lullabyte, integrada por 10 universidades europeas, se dirige a este objetivo. Lullabyte reúne por primera vez especialistas de disciplinas tan diversas como la musicología, la psicología, la neurociencia, la tecnología musical, la ciencia de datos o la inteligencia artificial, para formalizar y profundizar en los efectos y las posibilidades de la música y el sonido, no solo para dormirnos más rápidamente sino también para dormir mejor, porque de este dormir mejor se derivan ventajas en nuestra cognición, sistema inmune, metabolismo o estado de ánimo. La investigación que ponemos en marcha en la UPF se centra en el análisis a tiempo real de las olas cerebrales que se detectan mediante unos ligeros cascos (mínimamente intrusivos), para intervenir en la fase de su profundo (no-REM) con señales sonoras sincronizadas que puedan favorecer la extensión de esta fase, o la calidad del sueño durante su transcurso. Dicho de otra manera, investigamos las posibilidades de un sistema en bucle cerrado entre olas cerebrales y olas sonoras, para inducir o mantener la fase de sueño profundo, o para conseguir más duración o más calidad. Y analizamos también cómo esto puede beneficiar a la memoria, el aprendizaje o el estado anímico.

Sabemos que en fase de sueño profundo resulta muy difícil que el cerebro responda a muchos estímulos externos, pero existen evidencias que todavía se produce cierto procesado de la información sonora, puesto que diferentes tipos de sonidos generan diferentes pautas de actividad eléctrica en el cerebro que duerme. Con qué “profundidad” se llega a detectar o comprender un fragmento de música? ¿Cómo podemos conseguir presentar estímulos musicales sin que los sujetos se despierten? ¿Tienen el mismo efecto sonidos sencillos que otros ruidos? ¿Existen momentos mejores que otros, dentro de una fase de sueño no REM, para hacer estimulación sonora? Y, una vez conozcamos maneras más eficientes de usar esta estimulación, como podemos incrementar su efectividad, en caso que se puedan hacer intervenciones positivas con sonidos y música? Estas son algunas de las preguntas que nos hacemos desde el equipo de Lullabyte en la UPF. Y no descartamos la posibilidad que este nuevo conocimiento posibilite la creación de sencillos dispositivos “sonoros” que nos ayuden, no solo para conciliar mejor el sueño, sino también para tener sueños más profundos y más reparadores.

El estudio del sueño y las maneras de intervenir no están exentas de peligros y de consideraciones morales inexcusables, más allá de las buenas intenciones que tengamos en la investigación, tal y como remarca Jonathan Crary, autor del libro 24/7: Late Capitalism and the Ends of Sleep, en este fragmento: “Actualmente, hay muy pocas interrupciones significativas de la existencia humana (con la colosal excepción del sueño) en las que no haya penetrado o haya tomado el control el tiempo de trabajo, el tiempo de consumo o el tiempo de marketing (...) El sueño es una interrupción que no ha transigido al robo de nuestro tiempo por parte del capitalismo”.

Queremos pensar y trabajar para que, gracias al nuevo conocimiento generado por la investigación, el sueño pueda protegerse mejor contra estos embates que Crary indica. Solo cuando nos apoderemos intelectualmente sobre lo que implica el buen dormir tendremos la fuerza física y moral para proteger enconadamente esta parcela que siempre, a lo largo de la historia de la humanidad, había sido tan y tan “sagrada”.

1 MTG y Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC).

2 Estudiante de doctorado