Influencias posteriores y recepción

El neoplatonismo se instaura en Occidente. Aun así, en este contexto se debe añadir la emergencia del cristianismo, que quedó impregnado de elementos neoplatónicos. Una figura que permite ver la transición de la época antigua a la Edad Media es san Gregorio de Nisa, religioso con una vertiente mística de influencia neoplatónica. En esta ocasión el Uno plotiniano se convierte en imagen de Dios, pero su acceso sigue siendo gracias al eros (neo)platónico. Un misticismo cristiano, de influencia plotiniana, pero que escapa de todo panteísmo. 

Entrando en la Edad Media, es necesario destacar la figura de san Agustín, quién, de manera similar a Plotino, propone un proceso epistémico unido al fenómeno del eros, donde la contemplación es el medio por el cual el alma puede ascender a la bondad y belleza divina. En la misma línea y porque trata la transición de la Edad Media al Renacimiento, cabe destacar Nicolás de Cusa, que reivindicaba también el mismo camino.

Ahora bien, si hablamos del eros durante el Renacimiento, no puede eludirse el nacimiento del amor cortés junto con el Dolce Stil Nuovo, que implicaba la mezcla del eros (neo)platónico con los valores cristianos. En este contexto también nace una desazón entorno al misterio erótico, y es por eso que surgen explicaciones tanto médicas como mágicas. De hecho, humanistas como Giordano Bruno, ya en el Renacimiento, se dedicaron al estudio de la manipulación erótica, deduciendo que sería la belleza la causante, que a través de una correspondencia enigmática guiada por la vista, producía el amor. 

Finalmente, es imprescindible hablar de Marsilio Ficino, el gran humanista del Renacimiento italiano y responsable de difundir tanto las ideas platónicas como neoplatónicas, conciliándolas con el cristianismo. Estableció la luz como la herramienta que iluminaba la belleza y que facilitaba al ojo (desde una mirada interior del espíritu) la contemplación de esta hasta el ascenso místico. En definitiva, la llamada metafísica de la luz vinculada al eros, que parte de la belleza para conducirse a Dios, un camino de comunión con lo sagrado.

 

Edad Media

Weiswurm, A. (1952). The Nature of human knowledge according to Saint Gregory of Nyssa. Washington: Catholic University of America Press.

Nos interesa el capítulo VII, dedicado a “The mystical Ascent”, en el cual explora el conocimiento vinculado al papel que juega en este proceso el eros  y la belleza. Es importante también porque establece una mayor aproximación a la visión o contemplación mística. Finalmente, nos permite focalizar la cuestión del eros con san Gregorio de Nisa.

Colomer, Eusebi. (1975). De la Edad Media al Renacimiento: Ramón Llull, Nicolás de Cusa, Juan Pico della Mirandola. Barcelona: Herder.

Manual donde se explora el pensamiento de Ramon Llull, Nicolás de Cusa y Pico della Mirandola, especialmente la transición entre ellos y las relaciones e influencias que comparten. La aproximación que hace sobre el eros es poca, pero es especialmente reveladora cuando hace referencia a Nicolás de Cusa y a Pico della Mirandola, ya que permite ver el eros platónico y neoplatónico totalmente fusionado ya con el amor cristiano. 

 

Renacimiento italiano

Culianu, Ioan. (1999). Eros y magia en el Renacimiento: 1484. Madrid: Siruela.

Estudio exhaustivo sobre el papel del eros y la magia dentro del Renacimiento. Realiza un gran recorrido desde los precedentes hasta llegar al tema central de la cuestión dentro del Renacimiento, poniendo especial énfasis en Giordano Bruno, Pico della Mirandola y Marsilio Ficino. Evidencia la relación entre la magia y el eros, el vínculo con la ciencia, la necesidad de encontrar respuestas empíricas al fenómeno. 

 

Festugière, A. (1980). La Philosophie de l’amour de Marsile Ficin et son influence sur la littérature française au XVIe siècle. Paris : Libraire Philosophique J. Vrin.

En este caso, lo más destacado del libro es el capítulo dos, titulado: “ La doctrine ficinienne de l’amour ”, donde Festugière realiza una aproximación a la influencia platónica y neoplatónica que recibe Ficino, así como la relación que establece con sus maestros en cuanto a este tema. En especial, pone sobre la mesa la relación ineludible entre arte, filosofía, belleza y eros.

Chastel, André. (1954). Marsile Ficin et l’art. Genève : Droz.

En especial, es pertinente el apartado donde se aproxima el fenómeno de la belleza y donde se habla sobre el papel del artista (Le Beau y L’Artiste). André Chastel pone atención a la importancia de la luz; por lo tanto, de la metafísica de la luz, la mirada y como estas dos se vinculan con el eros y el amor.