Desde libros hasta películas, pasando por cómics, videojuegos, series o redes sociales, la ola trans y no binaria no solo se ha colado en todos los discursos culturales de la contemporaneidad en forma de personajes, tramas y autorías; también, en nuevas herramientas teóricas y metodológicas para su análisis y estudio.

Hablar de cultura trans y no binaria es, indudablemente, hablar de referentes. Pero los referentes, al igual que la visibilidad, son un arma de doble filo. Los necesitamos para saber que existimos, y que la sociedad también lo sepa. Para poder entender y reflexionar sobre nuestras vivencias y experiencias, individuales, pero también compartidas. A su vez, su condición de referentes –unida a su escasez– los hace, de una forma u otra, figuras ejemplificantes. Cargan sobre sus hombros la responsabilidad de representar a todo un colectivo. Es por ello que, a menudo, criticamos a todos aquellos referentes que no nos representan bien. Pero no existe una única manera de ser trans, ni no binarie. Y lo positivo y lo negativo conviven en nosotres de manera compleja, a menudo mucho menos ejemplarizante de lo que nos gustaría.

Es por todo ello que, mediante esta selección, os invitamos a conocer a algunos de nuestros referentes culturales con empatía y respeto. A nosotres nos han acompañado en días felices y tristes. Nos hemos visto reflejades en ellos, o hemos odiado cómo actuaban por todes nosotres. Pero siguen estando ahí, y nos siguen contando historias de quiénes somos, quiénes queremos –o no– ser, y, sobre todo, cómo reacciona la sociedad a nuestra existencia –y cómo nos gustaría que reaccionara.