Atrás No hay guerra de plataformas audiovisuales: es más complicado. Joan M. Corbella

No hay guerra de plataformas audiovisuales: es más complicado. Joan M. Corbella

Joan M. Corbella, profesor del Departamento de Comunicación de la UPF y director del Observatorio de la Producción Audiovisual.
20.04.2020

 

Llega la plataforma de vídeo a la carta de Disney a un buen número de países europeos, y se ha generado un volumen enorme de artículos, comentarios e incluso estudios que no hacen sino hablar de "guerra de streaming" (streaming war), muy superior a la que despertaron Amazon o Apple, o HBO (ahora a ATT-Warner) y Comcast-NBC-Universal.

Artículo publicado en el blog del Observatorio de la Producción Audiovisual el 25 de marzo de 2020

Llega la plataforma de vídeo a la carta de Disney a un buen número de países europeos, y se ha generado un volumen enorme de artículos, comentarios e incluso estudios que no hacen sino hablar de "guerra de streaming" (streaming war), muy superior a la que despertaron Amazon o Apple, o HBO (ahora a ATT-Warner) y Comcast-NBC-Universal cuando anunciaron su entrada a esta actividad. Es lógico que esto suceda, porque Disney es la gran superviviente de la vieja industria audiovisual y las demás vienen de la tecnología o han quedado atrapadas en el interior de los grupos de telecomunicaciones.

Pero Disney hace ya unos años que apostó por el camino inverso y adquirió una empresa tecnológica para poder actuar en un perímetro audiovisual equiparable -además de armar el imperio audiovisual con la compra de productoras y empresas vinculadas a los contenidos y la propiedad intelectual-. Y ahora podrá empezar a recoger los frutos de una estrategia nada improvisada, de tal manera que fácilmente se hará un lugar en los esquemas mentales y operativos del audiovisual de muchos hogares, con niños, jóvenes y adultos.
 
Disney podrá empezar a recoger los frutos de una estrategia nada improvisada, de tal manera que fácilmente se hará un lugar en los esquemas mentales y operativos del audiovisual de muchos hogares, con niños, jóvenes y adultos.
 
Por ello, no se puede calificar de guerra contra nadie, ya que ocupará un espacio que le es "natural", y en el que podrá convivir y competir por la atención de la gente -todo a la vez- con otras iniciativas de vídeo a la carta, todas ellas diferentes. ¿O no es compatible compartir el pago de la suscripción de Disney con el pago de la de Netflix, tener contratado el servicio de Amazon (y acceder a su oferta audiovisual), la Dazn para los deportes, y entrar a Filmin para acceder a unas obras que representan una propuesta muy diferente? Y si es necesario, pagar la vez para Spotify e incluso un diario por internet. Del mismo modo que los que tenemos cierta edad recordamos que comprábamos revistas, periódicos, discos, pagábamos por un solo canal de televisión (Canal +) antes de pagar por un paquete de canales, e incluso pagábamos para ver partidos de fútbol o películas "casi a la carta" en el televisor, alquilábamos o comprábamos videos (VHS, después DVD) y abonàvem el coste de la entrada del cine.
 
Plantear el escenario de la oferta de VOD en términos de confrontación para lograr la exclusividad es un inmenso error. Incluso el escenario de la televisión en abierto ha mostrado que todo el mundo cabe, en el ecosistema audiovisual, pero cada uno ocupa el espacio que ha conseguido ganarse. Como la televisión, el primero que llega tiene ventaja, pero sabe que cada vez habrá más alternativas que buscan la atención de los usuarios y usuarias, y se la disputarán entre todas, y de hecho en un ecosistema más abierto aún: el de el empleo del tiempo (de ocio, pero también de estudio o de obligaciones personales de todo tipo). Así lo hizo la televisión forzando el alargamiento de la programación y el consumo hasta la madrugada, y así recogió Netflix la práctica de las maratones de ver episodios de series por parte de los jóvenes, para proponer su servicio.
 
Plantear el escenario de la oferta de VOD en términos de confrontación para lograr la exclusividad es un inmenso error. Incluso el escenario de la televisión en abierto ha mostrado que todo el mundo cabe, al ecosistema audiovisual, pero cada uno ocupa el espacio que ha conseguido ganarse.
 
Se trata de una competencia dentro del ecosistema mucho menos cruenta que la de las cadenas de televisión de la era tradicional. Las cadenas batallaban por cada minuto de atención de cada persona en un tiempo limitado, y con unos momentos estelares: el mediodía y, sobre todo, la tarde-noche. Hoy, el escenario en el que conviven y compiten las propuestas televisivas, las para-televisivas y demás servicios audiovisuales se caracteriza por la ubicuidad: en cualquier lugar, en cualquier momento y desde cualquier dispositivo de acceso. Esto conlleva una flexibilidad enorme para las estrategias de utilización de los servicios por parte del público, pero también para las formas de abastecimiento de los servicios por parte de sus propietarios: sobre las formas de pago, el empaquetamiento con otros servicios o no, las estrategias de promoción y de persecución del acceso ilegítimo, y un largo etcétera.
 
Por ello, no puede sorprender que vayan pasando cosas inadvertidas mientras mucha gente observa una "guerra de streaming", que es un concepto muy mediático y goloso y en el que caemos todos -del primer al''últim-, y discute si Disney podrá competir, si Netflix se resentirá en su trono absoluto, si Amazon podrá algún día estar a la altura de sus competidores (spoiler: no, está en otro juego de más vuelo, que integra el audiovisual como una actividad más), si HBO o Apple llegarán a hacerse un nicho o un espacio más grande, y si las propuestas modestas en dimensión pero no en propósito editorial como Filmin podrán mantener su rincón dentro del ecosistema.
 
Entre las cosas que pasan inadvertidas para mucha gente, para terminar, quiero destacar una, que puede que acabe teniendo un largo recorrido, y trascendente para todo el sistema: la proliferación de servicios de vídeo a la carta financiados con publicidad, más allá del modelo confuso de Youtube. El servicio audiovisual de Google se reinventa una y otra vez en busca de viabilidad con ingresos más allá de los publicitarios para la albergament de vídeos de todo el mundo -incluidos los que rivalizan con Youtube para la atención del público-, y propone alternativas de contenidos de pago, paquetes de canales de pago. Asimismo, en Estados Unidos han reinventado la televisión de pago -YouTube y Amazon incluidos- mediante plataformas "virtuales" (nota: significan reales, pero en internet) con menos canales y más baratas que las suscripciones tradicionales en la televisión por cable y satélite.
 
Y ahora estamos en los inicios de otro paso para la transformación de todo el escenario: las plataformas de vídeo a la carta gratuitas, financiadas con publicidad. Es decir, se está reinventando la televisión de toda la vida, para adaptarla a la era de la conectividad.
 
Y ahora estamos en los inicios de otro paso para la transformación de todo el escenario: las plataformas de vídeo a la carta gratuitas, financiadas con publicidad. Es decir, se está reinventando la televisión de toda la vida, para adaptarla a la era de la conectividad: ubicuidad y gratuidad, donde antes había rigidez y pobreza de programaciones pero también gratuidad. Y del mismo modo que la televisión vivió muchos años de la publicidad, el VOD quizá también encuentra la manera de vivir, ya que es en el audiovisual donde la publicidad encuentra los volúmenes de público que necesita.
 
No es una guerra por el streaming, es una reorganización del sistema, y ​​hay lugar -grande o pequeño- para muchos, sino todos. Hay, sin embargo, que los operadores tradicionales, las telecomunicaciones, el comercio electrónico, y de manera destacada las productoras, encuentren en cada momento las fórmulas para relacionarse con el resto, huyendo de tradiciones y esquemas mentales rígidos, anclados en lo que un día fue. Pero no hay fórmulas mágicas, y habrá que ir probando y errante.

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