S’INAUGURA LA SALA DE GRAUS 20.287 EN HOMENATGE A PACO FERNÁNDEZ BUEY


L’escriptor i historiador anglès Matthew Carr va pronunciar el discurs central de l’acte, que reproduïm a continuació, i va ressaltar el compromís de Paco Fernández Buey com a mestre i activista polític. El rector Jaume Casals i els professors Rafael Argullol i Tamara Djermanovic també van intervenir-hi per recordar aquest pensador i catedràtic de la Facultat d’Humanitats de la UPF.

17.02.2020

 

El passat 11 de febrer del 2020 es va inaugurar la Sala de Graus 20.287 en homenatge a Paco Fernández Buey (Palencia, 1943- Barcelona, 2012). A l’acte es va recordar aquest pensador i catedràtic d'ètica i filosofia política, que va exercir com a professor i investigador a la Facultat d'Humanitats de la UPF durant els darrers anys de la seva vida.

El rector Jaume Casals va obrir l’acte amb unes paraules de benvinguda. Després van parlar l'escriptor i professor Rafael Argullol i la professora Tamara Djermanovic, que van recordar diverses anècdotes fruit de l’amistat amb Paco Fernández Buey.

Al discurs commemoratiu central, l’historiador anglès Matthew Carr va destacar les múltiples facetes de Paco Fernández Buey, gran mestre i catedràtic, i també escriptor i activista polític amb un compromís profund amb l’educació superior, que al llarg de la seva vida va defensar l'ideal de la universitat com a espai democràtic “que debería estar al alcance de todos, independientemente de su condición previa”. També va remarcar la necessitat de comptar amb pensadors crítics com ell, compromesos en la recerca de la veritat i en la lluita pels valors democràtics.

L’acte va comptar amb la presència de nombrosos professors, deixebles i familiars, i va va concloure amb intervencions del públic, que van rememorar la veu de Paco Fernández Buey en un espai que fa present la transcendència d’aquest gran humanista.

Discurs de l'escriptor i historiador britànic Matthew Carr

Es un gran honor para mí haber sido invitado a hablar en esta ocasión y desempeñar un pequeño papel en la conmemoración, en la Universidad Pompeu Fabra, del trabajo de Paco Fernández Buey. No hay mayor monumento para un maestro que pasó más de 40 años de su vida enseñando en una universidad que tener un aula en su propia facultad que lleve su nombre.

En el caso de Paco, este reconocimiento parece especialmente apropiado, porque no era simplemente catedrático y maestro, sino escritor y activista político con un profundo compromiso con la educación superior. Durante toda su vida, Paco se mantenía fiel al ideal de la universidad como espacio democrático que debería estar al alcance de todos, independientemente de su condición previa.

Este compromiso fue evidente incluso en la década de los sesenta del siglo XX, cuando Paco ayudó a establecer el sindicato estudiantil en los últimos años de la dictadura franquista: el Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Barcelona. Ese sindicato era ilegal; pero, aun así, logró reunir 500 delegados para su primera asamblea de 1966. Entre 1974-75, Paco formó parte de una huelga de los profesores no-numerarios en las universidades de Barcelona, que se prolongó un año.  Todos los huelguistas fueron echados de la universidad y luego readmitidos, después de la muerte de Franco.

Aún entonces, estaba claro que Paco consideró la universidad como un espacio democrático que incluyera estudiantes, profesores y todos los colectivos que componen la comunidad universitaria. En la España de la transición, Paco rechazaba todos los gestos autoritarios y paternalistas restantes del régimen franquista.

Al mismo tiempo, definió la democracia. Para él, la democracia no era simplemente la ausencia del autoritarismo totalitario. Tampoco era un mero sistema o conjunto de normas procesales. En sus propias palabras, la democracia “es un proceso en construcción”, un proceso en el que la universidad tiene un papel clave.

En mi opinión, no podemos separar esta aula de estas consideraciones. Y no podemos separar el trabajo pedagógico de Paco de su activismo, o de su compromiso con la justicia social y de su creencia en la "universidad democrática": todo ello forma parte de un conjunto.

Como periodista y escritor, he pasado la mayor parte de mi vida profesional trabajando fuera del sistema universitario; pero al mismo tiempo he aprovechado mucho el trabajo de investigadores universitarios para casi todos mis libros. En otras palabras, mi propia carrera hubiera sido imposible sin el trabajo de catedráticos como Paco. Por lo tanto, me quedo muy impresionado por la combinación de activismo, enseñanza, escritura y compromiso social que reúne su figura.

A la vez, percibo que las tendencias reaccionarias y autoritarias contra las que luchó, ahora, de algún modo, vuelven o vislumbran; no solo en España, sino en los países considerados democráticos en el mundo entero. Paco a menudo escribía sobre la crisis de la civilización, sobreEn un país tras otro, estamos viendo que los logros sociales que parecían indiscutibles, ahora están sometidos a ataques constantes. Estamos viendo movimientos y gobiernos de derechas que no tienen ningún interés hacia el "proceso de construcción" democrático que Paco definió y defendió.

El auge de internet y las redes sociales ha facilitado movimientos basados en el odio racial, el etnonacionalismo, la alteridad y la intolerancia. El populismo está amenazando las frágiles nociones de civismo y convivencia que comenzaron a surgir después de la Segunda Guerra Mundial. Estos movimientos son hostiles a la democracia parlamentaria, al liberalismo, a la izquierda, al feminismo, el antirracismo y a los movimientos sociales y políticos que los acompañan.

Sospecho que esto no hubiera sorprendido a Paco. Él era consciente de que la democracia es un proceso que podría desmantelarse y reconstruirse. En los años sesenta y setenta luchó contra los intentos de la dictadura para eliminar el izquierdismo, e incluso el liberalismo, de la universidad española.

Hoy en día, la nueva derecha populista está atacando a las universidades como incubadoras del pensamiento liberal/izquierdista, acusándolas de promocionar las políticas de identidad identitarias, lo políticamente correcto, el derecho excesivo de las minorías. España fue alguna vez una excepción. Ya no lo es más. Recientemente, el responsable de Educación de Vox declaró que “El gobierno de las universidades es patético e ideologizado”. 

El señor Espinosa de los Monteros también ha lamentado que "las facultades de políticas están en manos de los izquierdistas". Aunque Vox no tenía una política definida hacia las universidades en sus 100 puntos, estas declaraciones nos dan una indicación de la dirección del viaje.

Es el mismo discurso de la "guerra cultural" y de lo “antipolíticamente correcto" que tantos movimientos similares han promovido en estos últimos años. Estamos presenciando una especie de contrarrevolución ideológica que no es simplemente antiizquierdista, sino antiliberal y antidemocrática.

En el poder, gobiernos como el de Trump, como el de Fidesz en Hungría, como el de Bolsonaro en Brasil, como el de Johnson en mi propio país, se han mostrado hostiles a instrumentos de un Estado democrático: el parlamento, el poder judicial independiente, los medios independientes. Todo esto representa una amenaza grave para muchas de las causas con las que los intelectuales como Paco alguna vez se asociaron.

Es una tragedia para toda la humanidad que esta contrarrevolución de derechas, con su rechazo a la mundialización y la globalización, esté ocurriendo precisamente en el momento en que el mundo está más unido y más integrado que en cualquier otro momento de la historia. Hoy, en el siglo XXI, un sentido de propósito común global es más necesario que nunca, si la humanidad quiere tener un futuro habitable en este planeta.

Si no lo hacemos, nuestros hijos y nietos no se encontrarán en las utopías que muchos creyeron posibles en el siglo XX. Al contrario, solo se quedarán con las distopías que les hemos dejado.

Y esto, para mí, sugiere que el tipo de universidad en la que Paco creía es más importante que nunca. Tenemos que aferrarnos a la universidad como un espacio democrático que permita que toda la sociedad avance, y que asimismo la universidad sirva para enriquecer a toda la sociedad.

En estos tiempos difíciles, necesitamos pensadores críticos que puedan retener el espíritu de la investigación crítica: que se comprometan en la búsqueda esencial de conocimiento y de la verdad. Esta aula, estoy seguro, desempeñará este papel, del mismo modo que honrará al gran maestro que le dio su nombre.

Matthew Carr (Londres, 1955) és escriptor, periodista, difusor i promotor. Ha escrit àmpliament sobre immigració, conflictes, terrorisme, guerra i justícia social. Ha col·laborat en diverses publicacions, entre d’altres, el New York Times, l’Observer i The Guardian. És autor de vuit llibres publicats. La seva no ficció inclou The Infernal Machine: An Alternative History of Terrorism (New Press, 2007); Blood and Faith: the Purging of Muslim Spain 1609-14 (New Press, 2009); Fortress Europe: Inside the War on Immigration (New Press, 2012); Sherman’s Ghosts: Soldiers, Civilians, and the American Way of War (New Press, 2014), i The Savage Frontier: the Pyrenees in History and the Imagination (New Press, 2018). La seva primera novel·la, The Devils of Cardona (Riverhead, 2015), va ser Editors’ Choice de la New York Times Book Review. La seva segona novel·la, Black Sun Rising, està ambientada a la Barcelona de 1909, durant la Setmana Tràgica, i la publicarà Pegasus Books el juliol de 2020.