"Contabilidad de costes" es mi asignatura. La he impartido durante más de 20 años. La premisa básica es muy fácil: no puede venderse por debajo de lo que cuesta producir un producto o un servicio, porque la empresa no tendría viabilidad a largo plazo. Por supuesto, esta premisa no afecta sólo a empresas, sino también a entidades sin ánimo de lucro y, con una mínima adaptación, también agencias gubernamentales, países e incluso familias.

 

La crisis energética me brinda una oportunidad pedagógica. La energía es un coste que tienen todas las organizaciones y que deben trasladarse a sus productos o servicios. Un coste que se ha triplicado y que mantiene un importante componente de volatilidad e incertidumbre de cara al futuro. Pero la responsabilidad de la empresa no deja de ser el cálculo más preciso posible de lo que cuesta producir su producto, y partiendo de ello tomar decisiones para afrontar su situación. ¿Qué opciones tiene si los números no cuadran?