Atrás Diez apuntes sobre el impacto de género del coronavirus. Tània Verge

Diez apuntes sobre el impacto de género del coronavirus. Tània Verge

Tània Verge, profesora del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales. Directora de la Unidad de Igualdad de la UPF.
01.04.2020

 

El estado de alarma se ha rodeado de un discurso militar que viriliza la respuesta a la crisis y nos invita al orden desde la disciplina, cuando lo que nos hace falta es fortalecer la solidaridad y la responsabilidad colectivas.

Artículo publicado el 23 de marzo de 2020 en Pensem

Si cualquier fenómeno social, político o económico debe ser analizado desde la perspectiva de género con el fin de identificarse su potencial impacto diferenciado en las mujeres y los hombres a partir de los roles que imponen las construcciones sociales del género y del acceso diferenciado a recursos y reconocimiento, la actual emergencia sanitaria aún lo exige más. A lo largo de estos días se han ido publicando algunos artículos en todo el mundo al respecto y colectivos feministas también han hecho oír su voz a través de comunicados de denuncia y de propuestas de acción.

1. Las políticas sanitarias raramente incorporan el impacto diferenciado de los brotes de una enfermedad que producen el sexo y el género en relación a la vulnerabilidad a la infección, ya sea debido a diferencias inmunológicas (más resistencia entre las mujeres), hábitos de salud (más fumadores entre los hombres) o su exposición (personal sanitario feminizado), como denunciaba The Lancet el 6 de marzo. Además, se dispone de escasos datos de calidad sobre virus anteriores respecto cómo puede afectar el coronavirus a las mujeres embarazadas.
 
2. La exposición al virus no es sólo más elevado en el personal sanitario, sino también en aquellos colectivos profesionales que se dedican al cuidado de personas dependientes, unos colectivos muy feminizados y racialitzados además de precarizados, especialmente el de las internas, que han denunciado la falta de acceso a materiales adecuados de protección. Otros sectores muy expuestos en estos momentos al contagio son el de la limpieza y las personas que trabajan de cajeras en los supermercados, de nuevo sectores mayoritariamente conformados por trabajadoras con sueldos bajos y contratos precarios.
 
3. El cierre de las escuelas motivado por el confinamiento ha evidenciado la quiebra del modelo de cuidados de las sociedades actuales que delega a las mujeres el cuidado de los niños. El aumento del trabajo no remunerado que están asumiendo estos días -también mayoría- las mujeres deja en una quimera su acceso práctico al teletrabajo. La conciliación con el coronavirus es más espejismo que nunca. Al mismo tiempo, el mantenimiento de la actividad laboral en servicios que se han considerado básicos, así como en los que no lo son pero la empresa ha querido seguir funcionando, ha provocado que muchas familias se hayan visto obligadas a pedir -más de lo habitual- que abuelos y (sobre todo) abuelas cuiden de sus hijos e hijas, exponiendo a la infección un colectivo de riesgo por su edad avanzada.
 
4. El confinamiento está suponiendo un malabarismo imposible a las familias monoparentales, que son en su mayoría monomarentales. Una reducción en sus ingresos las condena a la exclusión social. Por otra parte, casi tres cuartas partes de las personas mayores de 65 años que viven solas son mujeres. Por lo tanto, el impacto del confinamiento en su soledad se verá agravada.
 
5. La situación de confinamiento aumenta la vulnerabilidad de las mujeres que sufren violencia machista así como la de sus hijos e hijas debido al mayor tiempo de convivencia con el agresor y las mayores dificultades para pedir ayuda en esta situación excepcional de reclusión. Desde que se decretó el estado de alarma, ya llevamos una mujer asesinada delante de sus hijos menores de edad por su pareja en Castellón de la Plana. En este enlace se puede encontrar información sobre cómo actuar si se encuentra en una situación de violencia machista durante el confinamiento.
 
6. En esta situación se puede producir también una dificultad de acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva, ya de por sí insuficientes y con un alcance territorial muy limitado. Si tiene ninguna necesidad, encontrará aquí la información.
 
7. Las medidas de carácter social anunciadas se quedan muy cortas para atender las situaciones de precariedad socioeconómica que la emergencia sanitaria actual añadirá a las ya existentes, siendo necesario recordar la elevada feminización de la pobreza. Mientras que la mayor parte de los desahucios son actualmente por impago del alquiler y no de la hipoteca, La Moncloa no ha adoptado por ahora ninguna medida en este sentido y la Generalitat ha establecido una moratoria (que no la cancelación), en el marco de sus competencias, en el parque público de vivienda. Las camareras de piso y las trabajadoras domésticas, muchas de ellas mujeres migradas, a menudo no son reconocidas como empleadas y cuando lo son cotizan muchas menos horas de las trabajadas, pero no se han previsto medidas de compensación para estas trabajadoras. Tampoco se han establecido medidas específicas para las familias monomarentales.
 
8. El estado de alarma se ha vestido de un discurso militar que viriliza la respuesta a la crisis y nos conmina a la orden desde la disciplina. Es toda una paradoja que desde el gobierno español se haga una llamada a ser "soldados" en esta emergencia social cuando lo que necesitamos es fortalecer la solidaridad y la responsabilidad colectiva: no saliendo de casa si no es para ir a comprar alimentos o hacer otras gestiones o actividades indispensables; no poniendo en riesgo los colectivos de reparto con compras innecesarias; tratando de manera exquisita ahora más que nunca a las cajeras de supermercado, a las cuidadoras, el personal de limpieza y todo el personal del sistema de salud; comunicándonos frecuentemente con amistades y familiares para saber cómo están; ayudando a las personas con movilidad reducida u otras vulnerabilidades a proveerse de alimentos, como está hecho desde las redes comunitarias autónomas, etc. También habrá que estar atentos al impacto que pueda tener sobre acciones de protesta el hecho de haber sacado el ejército a la calle, en vez de tenerlo produciendo mascarillas y otros tipos de materiales de protección sanitaria como han hecho otros países .
 
9. La crisis económica iniciada en 2008 supuso más desigualdad de género porque ni las políticas de austeridad ni las de reactivación económica tuvieron en cuenta el impacto sobre el trabajo remunerado y sobre el trabajo no remunerado de las mujeres. La nueva crisis económica en la que parece que acabará derivando la actual emergencia sanitaria tiene muchos números de reproducir las inercias sesgadas de la pasada crisis, ya que se ha avanzado muy poco en la incorporación de la perspectiva de género en las políticas activas de trabajo y no se han recuperado aún los niveles de inversión pública en servicios básicos provocados por los recortes.
 
10. Como se señala desde el feminismo, la crisis que ha provocado la pandemia del coronavirus es sólo parte de una crisis más global: la crisis de cuidados consustancial al capitalismo patriarcal que pone el beneficio ante la sostenibilidad de la vida fundamentándose en el mito androcéntrico de la autosuficiencia personal, a pesar de que el 40% del PIB proviene del trabajo no remunerado que realizan las mujeres. Urge un cambio global de paradigma.
 
Si desea saber más acerca de las medidas necesarias para dirigir el COVID-19 con perspectiva de género, véase las recomendaciones publicadas por ONU Mujeres.

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