"A la Rebotiga del True Crime" es el título de la charla organizada por El País y la UPF en el auditorio del campus de Poblenou, en la que han participado periodistas de renombre como Carles Porta (Crims), Rebeca Carranco (El País), Guillem Sánchez (El Periódico), Anna Punsí (The True Crime Factory) y Andrea Villoria (La Ser). La mesa redonda ha girado en torno al fenómeno en pleno auge del True Crime, con el objetivo de reflexionar y discutir los límites de este género que se encuentra entre la ficción y el periodismo, el reportaje y el cine. Sin embargo, entre los ponentes ha surgido el debate sobre las fronteras existentes entre el True Crime y el periodismo de sucesos, dos modalidades similares, pero esencialmente dispares.

"Junto con el periodismo local, el periodismo de sucesos es una de las grandes escuelas donde todo periodista debería formarse" afirmó Carles Pont, decano de la Facultad de Comunicación de la UPF, en el parlamento de apertura del acto. Además, ha explicado que "el periodismo de sucesos y el True Crime catalán han marcado una clara distancia con otros países, gracias a su mirada propia, profesional y pulcra deontológicamente hablando", lo que queda reflejado en el claro éxito de series como Crímenes -que ha recibido el premio Ondas al Mejor Programa de Radio- o al eco mediático de obras como "El caso de los Maristas", de Guillem Sánchez.

"El periodismo de sucesos y el True Crime catalán han marcado una clara distancia con otros países, gracias a su mirada propia, profesional y pulcra deontológicamente hablando"

Miquel Noguer, director en Cataluña de El País, también mostró su admiración hacia este movimiento periodístico y literario de narrar, profundizar y entender las historias que desembocan en crímenes escalofriantes. Asimismo, hizo referencia a la necesidad de financiar los medios y plataformas que ofrecen a los periodistas el tiempo, los recursos y la dedicación necesaria que exige tanto el periodismo de sucesos como el True Crime: “De estas secciones han salido grandes periodistas con gran capacidad de relatar y contar historias. Por tanto, hay que entender el True Crime no sólo como una forma de entretenimiento, sino como una fuente de información que debe ayudarse a pagar a través de, por ejemplo, las suscripciones a los medios de comunicación y diarios”.

Una charla arraigada en la actualidad

La sesión ha arrancado con los últimos avances vinculados a la detención del presunto agresor de la menor de Igualada, un caso de violación que sacudió a Cataluña cuando los medios revelaron el violento ataque a la víctima. Ana Pantaleoni, redactora en El País y profesora del Departamento de Comunicación de la UPF, moderadora de la mesa redonda, ha cuestionado hasta qué punto los ponentes, como periodistas, podían explicar los detalles del caso.

"Es difícil establecer una norma universal" explica Rebeca Carranco "En el caso de Igualada era fundamental que quedara claro que se trató de una violación muy grave". Guillem Sánchez, uno de los periodistas que publicó las pruebas médicas de la agresión y que contactó con la familia de la víctima en persona, explica cómo dudó sobre si publicar o no la información en El Periódico: "La familia me contactó porque quería que se supieran los hechos. Fui al hospital personalmente para hablar con ellos y, tanto el padrastro como la madre pidieron que se publicaran los detalles para atrapar al asaltante". Cuando muchas de estas evidencias se hicieron públicas, surgió el debate sobre la necesidad informativa de ciertos datos: ¿las secuelas médicas que se publicaron eran relevantes informativamente o eran una forma de contribuir al morbo sensacionalista de los medios?

"La policía lo negará, pero es cierto que el hecho de publicarlo provocó una presión mediática para encontrar al agresor" argumenta Anna Punsí. "Hubo expertos en feminismo que criticaron el trato que dieron los medios, pero más tarde han celebrado la detención del agresor. Quizás, de no haberse explicado la magnitud de la violación no se habrían dirigido tantos recursos económicos y tantas energías en atraparlo".

"Hubo expertos en feminismo que criticaron el trato que dieron los medios, pero más tarde han celebrado la detención del agresor. Quizás, de no haberse explicado la magnitud de la violación no se habrían dirigido tantos recursos económicos y tantas energías en atraparlo".

"El sentido común son los límites", sentenció Anna Punsí. Andrea Villoria, además, añadió que los límites también les marcan "el respeto a las víctimas, quienes algunas veces no quieren que se publique cierta información o advierten que dar a conocer pistas clave de los casos puede poner en peligro la investigación".

El True Crime, entre la ficción y el periodismo

"El True Crime es un marco narrativo, pero no es periodismo de sucesos", aformó Carles Porta. "Nosotros podríamos hablar de la agresión de Igualada, pero al cabo de los años y una vez tuviéramos toda la perspectiva de la detención, el juicio y la condena". Carles Porta es uno de los referentes de True Crime o Crimen Real en Cataluña. El éxito de su serie Crims y reportajes como "Tor, la muntanya maleïda" han puesto el foco en una nueva forma de ejecutar este género de origen americano, donde los límites radican en explicar la realidad, los hechos de forma honesta y las informaciones necesarias para entender la complejidad de las historias.

“Lo difícil es no caer en el efecto Netflix” razonó Andrea Villoria “En True Crime es fácil caer en el sensacionalismo por los crímenes y la forma de narrarlos”. Pero, Carles Porta tiene claro que desde Crímenes nunca han frivolizado ni tienen pensado hacerlo: “No nos preocupa frivolizar porque hacemos las cosas bien hechas. No nos gusta el sensacionalismo y queremos la confianza de las fuentes. Por el momento, si tenemos tan pocas quejas es porque algo estamos haciendo bien.”

"El True Crime es un marco narrativo, pero no es periodismo de sucesos"

La charla se centró en los límites del True Crime, las diferencias con el periodismo de sucesos y el potente nicho de esa mezcla entre género periodístico y literario. Lejos de terminar en un consenso colectivo sobre cuestiones deontológicas y nuevos estilos narrativos, la sesión se caracterizó por una reflexión conjunta de un género que no hace más que atrapar a espectadores.