“Em pregunteu pel meu descobriment del cinema. Doncs, naturalment, fou a Santa Coloma. Allí hi havia dos cinemes: el ‘del Cèrcol’ i el ‘Parroquial’. El primer era el de programació comercial. Jo, mentre vaig viure a Santa Coloma, fins als deu anys, anava al Cinema Parroquial. Pel que jo recordo aquest tan sols tenia tres pel·lícules, una de Tom Mix, una altra que si no m’equivoco es deia Pedro el Grande (...) i la famosa Nosferatu... Nosferatu és la que més m’impressionava. La vaig arribar a veure desenes de vegades, me la coneixia de memòria, sabia i esperava els seus moments més terrorífics: mig m’amagava darrera de les mans amb els dits entreoberts mirant de tant en tant”. 

(Joaquim Jordà en "Joaquín Jordá", J.M. García Ferrer y Martí Rom, 2001)

Joaquim Jordà nació el 9 de agosto de 1935, hijo de un notario de Santa Coloma de Farners (Girona). Creció con una gran afición por el cine y el sueño de convertirse en escritor. Por voluntad de sus padres, Jordà estudió Derecho en Barcelona, pero poco después tuvo su primer acercamiento profesional al mundo del cine: durante unas vacaciones de Navidad con su familia, Joan Lladó lo abordó mientras escribía y le propuso realizar un guion para él. Con el dinero de este trabajo, Jordà realizó su primer viaje a París, donde se volvió visitante asiduo de la Cinémathèque. 

Cuando logró finalizar su carrera en Derecho, Jordà se instaló en Madrid para ingresar al Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, después rebautizado Escuela Oficial de Cinematografía. A causa de un problema con Carlos Saura, profesor del centro, Jordà abandonó la escuela, pero no así su relación con el cine. En 1961, Jordà dirigió su primer cortometraje, Día de los muertos, y después retornó a Barcelona, donde dirigió con Jacinto Esteva su primer largometraje, Dante no es únicamente severo (1967), considerado un filme manifiesto del movimiento de la Escola de Barcelona, que se proponía superar las barreras de la censura franquista a través de la experimentación formal.

 A finales de la década de 1960, el agotamiento que le suponía la vida bajo aquel régimen lo impulsó a exiliarse en Italia, donde mantuvo contacto con grupos como Lotta Continua y Autonomia Operaria, y dirigió filmes militantes como Portogallo, paese tranquilo (1969), Lenin Vivo (1970), encargos del Partido Comunista italiano, y Spezziamo le catene (1971), con Ivo Barnabó Micheli, sobre las prácticas de absentismo y sabotaje a Alfa Romeo.

El año 1973 lo vio retornar a Barcelona y participar, junto al filósofo Santiago López Petit, en la formación del movimiento de Autonomía Obrera. A partir de este año también comenzó a dedicarse a la traducción de textos, especialmente para la editorial Anagrama de Jorge Herralde, donde también dirigió la colección Cuadernos de Cine. Con conocimientos de francés, catalán, italiano y portugués, se encargó de traducir obras de Breton, Stendhal, Baudrillard y más. A pesar de la intensidad con la que realizaba este trabajo, la traducción no supuso un obstáculo para su carrera cinematográfica: unos años después de comenzar a emprender la traducción, filmó uno de sus documentales más importantes, Numax presenta... (1980), en el que la Assemblea de Treballadors de la empresa de electrodomésticos Numax contaba su experiencia de autogestión y cierre.

Después de Numax, Jordà retornó a Madrid y comenzó su etapa como guionista, colaborando con realizadores como Mario Camús o Vicente Aranda. Su vuelta a la dirección se dio 10 años después, de la mano de El encargo del cazador (1990) y Un cos al bosc (1996), su segundo largometraje de ficción. Esta época también marcó el comienzo de su desarrollo como profesor, con la asignatura Taller de Guionaje en la Universitat Pompeu Fabra, en la que enseñaba los procesos y sistemas de construcción de relatos audiovisuales. 

En 1997, a raíz de un infarto cerebral, Jordà desarrolló agnosia y alexia, dos padecimientos que comprometieron su capacidad para distinguir formas y colores, así como entender el lenguaje escrito y orientarse en el espacio y el tiempo. Si bien esta condición le imposibilitó trabajar en proyectos de ficción, también intensificó su carrera en el ámbito documental: poco después del infarto, Jordi Balló, director del Máster de Documental de Creación de la UPF y actual decano de la Facultad de Comunicación de la universidad, le propuso participar junto a Núria Villazán Martín en el rodaje de Mones com la Becky, una reflexión sobre las enfermedades psiquiátricas.

De nens (2003), sobre el “caso Raval” Vint anys no és res (2004), que recupera a los protagonistas de Numax presenta..., y Més enllà del mirall (2006), donde Jordà investiga su propio padecimiento, consolidaron este prolífico período, que concluyó en 2006 con la muerte del realizador a causa de un cáncer de hígado y páncreas antes del rodaje de Morir de dia, la que iba a ser su última película. 

“Quan tenia 17 anys vaig escriure alguna cosa. Vaig acabar un llibre de contes i el vaig presentar a un concurs. Vaig quedar segon, el primer el va guanyar Mario Vargas Llosa. Em vaig ofendre tant que vaig decidir no escriure mai més. Tenia pensada una novel·la molt complexa que havia de tenir 40 o 50 volums, però vaig caure en el vici del robbe-grilletisme, el que es deia ‘tècnica objectiva de narració’ (...). Al final em vaig avorrir tant que vaig decidir que el cinema era molt més ràpid i em vaig passar al cinema”

(Joaquim Jordà entrevistat per María Ángeles Cabré i Dolors Udina el 2003, Vasos Comunicantes Nº 26)