En estos momentos, Mentrimentres es un podcast de entrevistas vinculadas al mundo editorial y literario que se publica semanalmente. Intentamos no ser presos de las novedades editoriales y, además, estamos abiertos a propuestas externas, para que nuestro público colabore de algún modo. Nuestro contenido no se limita a hablar de editoriales y nos gusta mucho focalizarnos en los clásicos.

Pues Mentrimentres nace a raíz de la pandemia. Un grupo de estudiantes de Humanidades nos encontramos con que acabamos de ser confinados, y necesitamos encontrar alguna manera de canalizar muchas emociones. Primero, la angustia de la situación y, después, la necesidad de compartir algo; pero sin saber muy bien qué. Nos "juntamos" y decidimos crear este podcast para divertirnos; pero poco a poco crece y pasa por toda una serie de procesos, hasta desembocar en el formato actual de entrevistas.

Sin embargo, actualmente, las motivaciones del podcast han cambiado mucho. Al principio, sólo nos agrupábamos un grupo de estudiantes de Humanidades y hablábamos del contenido que nos gustaba, sin otra aspiración. Sin embargo, ahora queremos abordar un contenido que nosotros vemos que está poco trabajado o que muy poca gente se encarga de llenar.

Pues, por ejemplo, nadie estaba hablando de Passolini y nosotros decidimos realizar un capítulo sobre el escritor. También hemos entrevistado a traductores, autores y otros creadores poco conocidos, en los que son ellos quienes nos explican qué se ha tratado y qué no de su obra. Creo que como nosotros lo tomamos con tiempo y calma, en las entrevistas entramos en una batalla dialéctica sobre diferentes temas y perspectivas que generalmente no se tienen en cuenta. Por ejemplo, ahora pienso en el capítulo que hicimos al traductor de Les allaus de Sils Maria: geologia de Friedrich Nietzsche, Adrià Pujol. En algún momento hablamos de videojuegos y no es un prisma común entre los que comentan el libro. Esto resulta interesante porque, tal y como nos dijo Adrià Pujol, la crítica siempre ha leído la obra desde puntos generacionales, de experiencia y de clase social muy determinados, que han hecho que la lectura del libro haya quedado sesgada.

Nos encontramos a finales de 2020, a punto de iniciar cuarto de Humanidades, y viendo que el proyecto, tal y como lo entendíamos, carecía de sentido. A partir de ahí, nosotros empezamos a darle vueltas y entramos en una especie de "mercado" más competitivo; el de las plataformas, las entrevistas, los booktubers y, sobre todo, el de las redes sociales. Pasamos, pues, de dirigirnos a un público muy vinculado a nuestra carrera, a empezar a abrir la perspectiva y entrar en el mundo literario, sobre todo en catalán.

Esto nos abrió muchas puertas, especialmente con los contactos del mundo editorial, donde nos recibieron muy bien. Con mucha rapidez, nos ofrecen propuestas para realizar programas muy concretos, como un capítulo en el que vinculábamos algunos autores y traductores a las novedades editoriales. Llegados a este punto, el podcast cogió forma de entrevista, donde intentábamos ir a la raíz del porqué de las obras. Es decir, hablamos desde el concepto o idea que busca el autor en su trayectoria, en vez de limitarnos a un nombre o una publicación aislada.

En un principio, nuestro público tendía a estar vinculado al grado en Humanidades; pero después de dos años hemos visto cómo esto se ha diversificado. Pero siempre hemos tenido un público joven. Este factor a veces nos cuesta decirlo, porque creemos que la idea de quiénes son los “jóvenes”, dónde se les busca y con qué mecanismos se les atrae se ha folclorizado mucho. ¿El tipo de público que tenemos? Si bien es cierto que disponemos de estadísticas, cifras de audiencias y márgenes de edad, al final quien escucha los programas es un público muy vinculado al mundo editorial. Esto hace que sepamos nombres y apellidos y, además, que tengamos una recepción crítica y formada por su parte.

Desde Mentrimentres queremos potenciar aquellos temas poco tratados o que la perspectiva existente no es la que nosotros quisiéramos dar. De alguna forma, el objetivo es hacer país. Pero hacer país en el sentido de ver cuáles son los conceptos que deben vertebrarnos como cultura catalana y desde una perspectiva humanística. Por tanto, a partir de aquí, entender cuáles son los relatos o relatos posibles de la cultura catalana y, además, construirlos como sociedad.

Yo, cada día, estoy más convencida de que la necesidad de estudiar Humanidades, o grados vinculados a este mundo, es fundamental. Creo que te da unos conocimientos para acercarte a ciertos temas, conceptos o ideas con perspectiva muy transversal. Luego podemos iniciar un debate sobre si falta practicidad o no en el grado; pero esta vertiente teórica creo que es básica porque te despierta y te permite descubrir caminos que de otro modo hubiera sido imposible. Al menos, creo que Humanidades nos ha permitido aprender a buscar y saber dónde hacerlo.

Yo, cada día, estoy más convencida de que la necesidad de estudiar Humanidades, o grados vinculados a este mundo, es fundamental. Creo que te da unos conocimientos para acercarte a ciertos temas, conceptos o ideas con perspectiva muy transversal.

Creo que es interesante poder llevar conceptos que parecen muy alejados de la sociedad actual, pero que realmente están muy presentes. Diría que, al final, siempre tratamos temas eternos y atemporales a través de la literatura, la filosofía y el arte. De alguna forma, son ricos y nos despiertan nuevos horizontes que desde otra vía no sería posible aprender. Es una cuestión de acceder a temas universales desde una sensibilidad diferente que, como humanidad, como seres vinculados al contexto histórico y al resto de alteridades que nos rodean, es fundamental.

Ahora que venimos de hablar de Passolini en nuestro podcast, me encanta esta cuestión. Yo creo que la pregunta es muy adecuada, pero a la vez es muy problemática, porque cada uno lo ve de una forma muy diferente. Los medios de comunicación se han contagiado, en este caso, de una inercia que se ha teorizado mucho, que es la de la crisis del 2008, que se traduce en que desde entonces no se hacen muchas cosas. La crisis de 2008, en términos universitarios, es el Plan Bolonia. En términos editoriales es la gran crisis que afecta cómo se edita y la aparición de lo que se llaman editoriales independientes, y en los términos de la divulgación literaria es la precarización total, y la aparición de nuevas plataformas, todas con una mano detrás y una mano delante. Lo que pensábamos que era más fijo, como por ejemplo los compañeros de Betevé, ya veíamos que un día te viene un patronato y te echa a la calle. Por tanto, seguridad, ninguna. Y garantía, ninguna. Pero evidentemente este país, si se quiere decir país, o esta ciudad, se quiere seguir explicando y se quiere seguir creando desde espacios de expresión artística, y, por tanto, parece que siempre habrá un espacio de resistencia. Y yo quiero pensar que ese espacio de resistencia, evidentemente, tiene ganas de ser combativo; pero nos equivocaríamos, hasta cierto punto, si pensamos que allí suceden todo tipo de combates.

este país, si se quiere decir país, o esta ciudad, se quiere seguir explicando y se quiere seguir creando desde espacios de expresión artística, y, por tanto, parece que siempre habrá un espacio de resistencia

Yo siempre he tenido un gran debate con la gente que defiende que cuando salen de ver ciertas obras de teatro deberían ir a quemar contenedores, y hablo de teatro; pero podríamos hablar de un podcast, literatura, o lo que sea. Si queremos hacer un teatro que arda contenedores, a mí me parece interesante valorarlo como tal. En todo caso, yo creo que será siempre mucho más rico todo un trabajo artístico que nos vincule individualmente al colectivo y que, por tanto, sea provocador en el sentido individual, y si debe cambiarnos, que sea desde las convicciones ideológicas y personales. Prefiero esto último, más que, de repente, todos nos evangelizamos cuando salimos de un espectáculo, y salvamos no sé quién. Dicho esto, evidentemente hay que tener mucho cuidado por los tiempos que corren, que, como sabemos, no son fáciles y son bastante duros.

 Si queremos hacer un teatro que arda contenedores, a mí me parece interesante valorarlo como tal.

Hay muchos tipos de política. Una muy evidente es la que se hace en el Parlamento o en las instituciones económicas, políticas... Pero después también creo que Mentrimentres y experiencias similares a este podcast no dejan de ser como parte de una militancia. Una militancia cultural, si le quieres decir así, o estética o ética... Y, a partir de ahí, ver cómo encaramos el futuro y la forma en que nos comprendemos entre nosotros.

Si es democratizadora, es homogeneizadora. Por tanto, si volvemos a Passolini, nos diría que esto ya lo ha hecho la televisión, que nos ha creado unos modelos nacionales y nos ha impuesto unos modelos internacionales. Homogeneizar y crear un espacio en el que todos estemos de acuerdo, donde votemos y eso, no es ni ha sido nunca la vocación cultural ni artística de nada. En cualquier caso, ha sido la de los medios de comunicación de masas, y yo creo que nunca hemos querido hacer esto. Nosotros nos hemos aficionado, en cualquier caso, a la rueda que gira más hacia el sentido individual o de resistencia individual. Esto significa reivindicar las variedades y las diversificaciones, si se puede llamar así. Y, al final, hay mucho territorio por recorrer. Esto significa reivindicar Víctor Català y su lenguaje; pero no como algo értico y muerto, sino como algo nuevo y poderoso. Y, por otra parte, coger a gente que está haciendo cosas el día de hoy y colocarles también un micrófono desde un punto de visibilización que, a la vez, no homogenice y a veces no desarticule lo que quieren decir sus proyectos. Creo que esto es una contradicción en sí misma; pero, a la vez, un deseo que nos mueve y que seguirá haciéndolo en un futuro.

Nosotros nos hemos aficionado a la rueda que gira más hacia el sentido individual o de resistencia individual. (...) Esto significa reivindicar Víctor Català y su lenguaje; pero no como algo értico y muerto, sino como algo nuevo y poderoso

No sé si alguna vez nuestro objetivo ha sido acercar la cultura a los jóvenes. Es decir, creo que nosotros empezamos a crear un contenido y, por afinidades o por el entorno que tenemos, empezamos a tener un público joven que al final se ha acabado afianzando. La red de apoyo o escucha es muy joven, pero ha sido sin querer. Si empezamos a analizar los motivos por los que hemos acabado teniendo un tipo de público más joven, quizá sea porque hemos intentado hablar de algunos contenidos que quedaban más en la sombra o que, hasta ahora, habían sido concentrados o explicados desde una perspectiva de la que nosotros ya estábamos cansados, que no están caducos, pero que hay otras formas de explicarlo. Quizás esta otra manera de poder narrar las historias puede ser un incentivo para que el público joven o el público que está naciendo se haya acercado a nosotros por curiosidad o por motivos básicos.

Creo que las redes sociales como Twitter o Instagram (las dos que hemos utilizado aparte de Spotify) nos han ayudado a crear el método "no alternativo". Sí que es verdad que los medios tradicionales han empezado a incorporar redes sociales; pero también era nuestra forma de construir el público que nos escucha. Por tanto, creo que ha sido fundamental; es decir, sin redes sociales nos hubiera costado mucho arrancar nuestro proyecto y poder conseguir que alguien nos escuche. A partir de ahí, es importante entender cómo lo presentas de cara al público. Las redes son la marca que como Bernat y Berta hemos querido expresar y llevar.

Si no estuviera en crisis, no sé lo que estaríamos haciendo. Pero esto es tarea de los antropólogos. Sí, existe un punto de amenaza constante, un punto de estar en situación de asedio; pero hay un punto en que, si la cultura no está subvencionada, ¿qué quieres hacer? Hay una dimensión ética evidente y el debate que implica: si no te la haces, te la hacen. Por tanto, todo aquello que no se pueda crear, aunque no sean espacios subvencionables (independientes), lo harán los grandes y estos son los que tienen los recursos. Estos crearán discurso, crearán relato y se creará todo.

Pienso que aquí está un poco el juego que ha estado sufriendo la universidad durante los últimos años. ¿Hasta qué punto la universidad realmente quiere crear país, lenguaje o lo que sea? ¿La UPF quiere decir algo al respecto, o simplemente quiere tener tasas más elevadas de matriculación? Aquí hay un gran debate, y si antes hemos hablado de la crisis de 2008, el Plan Bolonia es eso. ¿Qué venimos a hacer en la universidad? ¿Qué venimos a hacer en el aula? ¿Un Kahoot, una exposición virtual o lo que sea? Tenemos carreras, pero a veces no tenemos los trabajos para los que nos han preparado estas carreras, ¿verdad? O, por el contrario, tenemos trabajos que han quedado totalmente obsoletas porque la universidad no ha querido dar respuesta, ¿verdad? Pienso, sobre todo, en la tarea filológica que ha quedado totalmente aislada y que si tú ahora quieres ser un filólogo catalán o griego tienes cada vez menos opciones… Y no hablemos del papel de la traducción, sobre todo en la cuestión literaria; pero no en las traducciones del ámbito tecnológico, que siempre han tenido un nicho enorme, y que la Universidad ha impulsado. Hay unos movimientos que marcan los mercados económicos. Sin embargo, la universidad debería poder protegerse al respecto; si no, ¿qué estaremos haciendo, ser una empresa más? A la larga generará sus contradicciones y problemas.

¿Hasta qué punto la universidad realmente quiere crear país, lenguaje o lo que sea? ¿La UPF quiere decir algo al respecto, o simplemente quiere tener tasas más elevadas de matriculación? ¿Qué venimos a hacer en la universidad? ¿Qué venimos a hacer en el aula?