La interacción entre comunidades coloniales y poblaciones nativas ha focalizado buena parte de los objetivos de la arqueología del I milenio a.C. en el Mediterráneo occidental. Tradicionalmente el estudio de estos procesos se ha interesado principalmente en visibilizar los efectos que provocó el establecimiento de grupos griegos, fenicios o púnicos en las culturas materiales o en las relaciones sociales, económicas y de poder de las poblaciones indígenas. No obstante, a lo largo de la última década varios estudios arqueológicos inspirados en el pensamiento crítico poscolonial, han cuestionado la lectura de estos procesos y han puesto de relieve la necesidad de repensar las relaciones entre colonos y colonizados y de construir historias alternativas que den un mayor protagonismo a las gentes indígenas (entre otros, Webster y Cooper 1996; van Dommelen 1998; 2008; 2011; Liebmann y Rizvi 2008). Estas perspectivas han tenido una recepción positiva en el análisis de los encuentros coloniales que afectan al Occidente mediterráneo y han provocado la aparición de nuevas lecturas sobre estos procesos de contacto y sobre sus consecuencias culturales y materiales (entre otros, Antonaccio 2003; 2005; Vives Ferrandiz 2005; 2008; Riva y Vella 2006; van Dommelen y Knapp 2010). A pesar de ello, muy pocos estudios se han detenido en analizar la agencia de individuos o de grupos de origen o descendencia local en la creación, construcción y transformación de las culturas e identidades coloniales.

Todavía hoy perduran las representaciones duales que imaginan a griegos, fenicios y púnicos como entidades separadas, perfectamente delimitadas, culturalmente homogéneas y diferenciadas materialmente de las comunidades indígenas. Sin embargo, las investigaciones llevadas a cabo en distintos espacios coloniales occidentales han demostrado la inconsistencia empírica de este imaginario científico. En este sentido, distintos estudios han puesto de manifiesto la participación activa de grupos indígenas en el proceso de creación de instalaciones permanentes fenicias y griegas en estos territorios occidentales (Delgado 2008; Delgado et al. e.p.). Asimismo han puesto en evidencia la co-presencia y la co-residencia de inmigrantes egeos y levantinos, o de sus descendientes, con gentes de origen o de descendencia local desde los momentos iniciales de estos asentamientos (Shepherd 1999; Curià 2000; Vassallo 2002; 2003; Botto 2005; Delgado y Ferrer 2007; Tréziny 2010; Aquilué et al. 2010).

Los tres ámbitos coloniales, aunque coetáneos en el tiempo, corresponden a tres realidades radicalmente distintas, que permiten contrastar y enfatizar la heterogeneidad y complejidad de las diferentes historias y materialidades coloniales. El presente proyecto pretende superar el escaso desarrollo que evidencian las perspectivas comparativas en el estudio colonial del mediterráneo antiguo, y que tan interesantes resultados han ofrecido en otros ámbitos y periodos analizados arqueológicamente (Gosden 2004;  Lightfoot 2005; Stein 2005; Cano y Delgado 2008; Voss y Casella 2011). El objetivo fundamental es ir más allá de los relatos generalistas, monolíticos y excesivamente simplistas, prestando especial atención a la diversidad y la especificidad de los contextos locales, pero sin renunciar a la creación de historias globales.