4. Calidoscopio

Arte y Universidad para el pensamiento crítico

Mariona Carulla, presidenta de la asociación Maria Canals Barcelona

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Hablar de cultura es hablar de educación -en el sentido más amplio del término-. Porque ambos ámbitos se basan en el aprendizaje tanto de conceptos técnicos como humanísticos y de las artes, la auténtica manifestación del hombre universal. Hoy, en la sociedad de la especialización, es necesario que el individuo tenga la capacidad de sobrevolar la realidad, de mirar desde la transversalidad para poder navegar más firme por un mundo cambiante y en crisis constante. Es la educación, y especialmente la universitaria, la que debe fomentar estas miradas enriquecedoras para cultivar el pensamiento crítico, porque si no sabemos pensar, no podemos repensar. El conocimiento nos hace libres, y cuando salimos de la academia es necesario que salgamos también de la caverna.

La cultura, como la educación a todos los niveles, se convierte siempre en un descubrimiento o, incluso, un redescubrimiento. Lo comprobamos desde el Maria Canals cada vez que ponemos un piano a disposición de todo el mundo, cuando encontramos tantas personas que se animan a retomar el teclado después de años de partituras polvorientas. Y no sólo eso: el gran premio que podemos ofrecer a la sociedad es lograr que aquellos que nunca han tenido un piano en las manos se animen a tocarlo como herramienta de disfrute, pero también de comunicación y de realización personal. Porque la música, como decía Haydn, es el único lenguaje que comprende el mundo entero. Su sonido es tan poderoso que nos rodea y interpela de manera inevitable cuando nos propone otras miradas sobre la realidad que son tan únicas como universales.

La cultura, como la educación a todos los niveles, se convierte siempre en un descubrimiento o, incluso, un redescubrimiento. 

 
Mariona Carulla
 

Pero la música es también una disciplina que requiere compromiso, responsabilidad y método, en servicio de la autoexpresión y de la excelencia, el mismo que persigue la universidad. Pero la excelencia no sólo se ha de plasmar artísticamente: en la cultura necesitamos praxis fundamentadas y metodologías eficientes. Hoy, es necesario que el artista sea un profesional que no esté únicamente centrado en la calidad del resultado artístico, sino también en el proceso para llegar a él, donde participen buenos profesionales formados en las universidades. Este es el único camino eficaz para combatir el amateurismo histórico en la cultura y fomentar una comprensión del arte rigurosa como engranaje competitivo y, por tanto, una herramienta para reflejar la eterna cuestión sobre qué riqueza real genera la cultura.

Hoy, es necesario que el artista sea un profesional que no esté únicamente centrado en la calidad del resultado artístico, sino también en el proceso para llegar a él, donde participen buenos profesionales formados en las universidades.

El vínculo arte-técnica-excelencia se hace evidente en universidades con un número relevante de alumnos extranjeros, como es el caso de la UPF o de ESADE, que acaban disfrutando de un gran éxito profesional. Curiosamente, en este caso, el porcentaje de estudiantes que tocan el piano es superior a los locales. Si en los más de diez años del OFF Concurso nos hemos sorprendido de la cantidad de gente que toca el piano, con más o menos nivel, de un estilo u otro, en el caso de las universidades, esta realidad se multiplica, normalmente, de manera directamente proporcional al nivel de exigencia de los estudios. De este modo, poner un piano en el campus es una manera de poner en valor la dimensión musical y cultural en el entorno universitario que, a pesar de que está implícita, se acaba convirtiendo en un hecho diferencial y de valor cuando el piano llega en el ágora.

Y el mundo de la empresa lo tiene claro. Ya no busca ejecutores, sino talentos creativos, con un punto de innovación y de pensamiento holístico, porque cuando nos centramos en lo concreto nunca podemos desprendernos del contexto. Precisamente, complementar las carreras universitarias de conocimientos específicos con un perfil artístico da mucha más perspectiva -y empleabilidad-. De este modo, se puede satisfacer la vocación universitaria de formar profesionales lo más completos posibles para que cuando entren al mundo laboral sean lo más eficientes y relevantes en el ámbito socioeconómico.

Pero la cultura, tal como la entendemos nosotros, es la suma de todo lo que genere pensamiento crítico y fomente una apertura de miras. Hoy es tan importante el amor por el saber intelectual como emocional y sensitivo, con un necesario retorno a los orígenes, donde el individuo se definía en relación con los demás y su entorno, con un respeto y disfrute de la naturaleza, fruto de su contemplación. Un viaje ancestral que todavía puede parecer visionario, porque saca de la marginalidad la inteligencia emocional y la reconexión esencialmente romántica con la naturaleza, en un mundo donde la huella del materialismo arrincona el paisaje físico y espiritual, imprescindible para guiar la razón a la hora de generar inquietud y curiosidad hacia la vida.