La teoría del delito es el instrumento de análisis por excelencia del Derecho penal. No en vano, esta construcción teórica, cuyos orígenes se sitúan en la ciencia penal alemana del siglo XIX, ha sido acogida como herramienta analítica fundamental por penalistas de todo el planeta. Las categorías que integran la teoría del delito fueron pensadas en sus orígenes para un paradigma muy concreto de criminalidad, basado en el modelo de las conductas individuales, activas e intencionadas de personas físicas que producen resultados tangibles y perjudiciales para una concreta víctima. Sin embargo, los delitos que integran la moderna criminalidad económica y de la empresa parecen basarse en un modelo con otras características: así, las actuaciones colectivas -con los consiguientes repartos de funciones y de deberes de control- han ganado en importancia a costa de las individuales y las actuaciones de personas jurídicas se han añadido a las de personas físicas, al mismo tiempo que se protegen intereses colectivos de difícil aprehensión sensorial. En este contexto ¿sigue siendo útil la teoría del delito como instrumento de análisis del Derecho penal vigente? El presente proyecto parte de la hipótesis de que la anterior pregunta debe ser respondida afirmativamente siempre y cuando las categorías que integran la teoría sean repensadas en algunos de sus rasgos característicos, lo que a la vez supondrá, necesariamente, un replanteamiento de ciertos puntos esenciales de la propia teoría.