La invasión rusa de Ucrania es una guerra con argumentos de siglos atrás que jamás habríamos pensado que podría suceder en el siglo XXI. Como dijo el primer ministro británico, Neville Chamberlain: «En una guerra, no hay ganadores, todos pierden». Esto está claro para los miles de personas que están muriendo, sus familiares y amigos, y los más de 10 millones de desplazados. De hecho, pierden la mayoría de los ucranianos y rusos, y muchas personas de otros países afectados. Si analizamos más en detalle lo que está sucediendo, podemos comprobar que los impactos en materia económica pueden ser muy diversos:

 

Fabricantes de armamento. Es un sector beneficiado por la guerra. Muchos países, como Alemania, por ejemplo, han anunciado que aumentarán substancialmente su gasto en armamento. Estas empresas ganan con la guerra y el incremento de la cotización en bolsa de sus acciones es una buena muestra de ello. Esto no beneficia a todos los inversores, ya que en las últimas décadas ha ido aumentando el número de inversores que no quieren saber nada de las empresas que están en el sector de la guerra. También están creciendo los bancos y fondos de inversión que han incorporado a su política no inversión en empresas de armamento.