Artículo publicado en el Ara el 9 de septiembre.

Invasiones biológicas, especies invasoras, listas negras, especies más buscadas, intrusos. Y también expansión agresiva, daños irreversibles, coste económico, propagación y voracidad. Así es como nos referimos a las plantas y animales que proliferan en territorios en los que no son autóctonos.

Deberíamos ser conscientes de la enorme carga criminalizadora que tiene ese lenguaje. Invadir, el término más empleado, es definido en el diccionario del IEC como "entrar por la fuerza en un territorio para ocuparlo y saquearlo". Obviamente, este lenguaje nada tiene que ver con la realidad de plantas y animales en la naturaleza. Los estudios, como el último de Naciones Unidas, llevan tiempo explicando que la enorme movilidad de especies que hay en el planeta tiene, sobre todo, causas antropogénicas. Es decir, que si en Cataluña hay cerdos vietnamitas, avispas asiáticas, visones americanos o coipúes es por culpa de la actividad humana; a través de la horticultura, la agricultura, la gastronomía, la moda, el transporte internacional, el turismo, la afición de los humanos por tener animales de compañía inusuales o la polución y pérdida de habitantes que causamos.

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