Artículo publicado en el Ara el 12 de mayo de 2023

No me gusta ser un nuevo profeta del apocalipsis, pero tampoco quiero participar en la negación colectiva del problema de la inflación. ¿Por qué la espiral inflacionista no constituye la principal preocupación económica de estos días? Me crispa el entusiasmo de nuestra ministra de Economía, Nadia Calviño, al observar una reducción de la inflación prevista. La inflación en la Eurozona se disparó a consecuencia del incremento del precio de la energía y alcanzó el máximo del 10,6% en octubre pasado. En marzo debería situarse, según las proyecciones, en el 6,9%. Sin duda, es una buena noticia.

Sin embargo, más importante es la cuestión de la espiral inflacionista precios-costes. El aumento de precios implica incrementos en los costes de las empresas (energía, materias primas y salarios) que, a su vez, lleva a las empresas a aumentar los precios. Por ello, aunque el precio de la energía haya disminuido un 30% desde el máximo de mayo de 2022, la inercia en la subida de precios se mantiene. Intentar confundir el dato de inflación con la desaceleración de la espiral inflacionista puede ser una buena estrategia electoral, pero es una forma de oscurantismo.

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