Artículo publicado en el Ara el 6 de julio de 2022

La ola turística que ha devuelto con plena fuerza nos pone sobre la mesa una evidencia embarazosa: cuanto mayor son el número y los recursos aparentes de los posibles objetivos, más delincuentes existen. Contra lo que suelen decir los bienpensantes, la pequeña criminalidad es función directa de la prosperidad. Cuando hay crisis económica disminuyen los delitos contra la propiedad, bien sea de monederos, bolsas, móviles o relojes o pisos. Los empleos no se producen sólo en función de la pobreza de los ocupantes. Se producen también en función de su convicción que podrán obtener una buena compensación económica por abandonar su empleo. Un exceso de ingenuidad duele y puede llegar a ser cómplice de las mafias organizadas.

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