Atrás Carles Ayesa, la creatividad en las manos

Carles Ayesa, la creatividad en las manos

Miembro del Servicio de Informática del campus del Poblenou y diseñador de aviones de radiocontrol, drones y coches y, también, máquinas CNC.
21.10.2020

Imatge inicial

Del techo del taller de Carles Ayesa, cuelgan una veintena de aviones. Los ha hecho él, cons sus propias manos, dedicando horas y esfuerzo. La mayoría, los ha creado y construido de cero, con cuidado y delicadeza, diseñándolos e imprimiendo las diferentes piezas con las impresoras 3D, que él mismo también ha montado. “Me encanta hacer cosas con las manos; de aquí proviene mi pasión”, se enorgullece. 

“Me encanta hacer cosas con las manos; de aquí proviene mi pasión”

Taller Carles Ayesa

Cuando no trabaja en el taller de su casa, Carles está en el despacho del Servicio de Informática del edificio Tallers del campus del Poblenou, atendiendo peticiones de usuarios que necesitan su ayuda. “Formo parte del Servicio de Informática y me aseguro de que todos los ordenadores de la Universidad que están a mi cargo funcionen. Mi tarea es ayudar a que PAS, PDI y estudiantes puedan seguir trabajando con sus ordenadores”, explica. Cada día recibe una media de 200 solicitudes de asistencia por teléfono o a través del Centro de Atención al Usuario (CAU) que se reparte con los compañeros. A parte de los ordenadores, también se encarga de que el resto de material informático, como las pantallas de los espacios comunes o los proyectores, funcionen correctamente.

Su afición por los sistemas de telecomunicaciones viene de lejos. Cuando tenía 14 años se apuntó a uno de los primeros cursos de informática que hubo en el ámbito escolar y donde tuvo la oportunidad de conocer cómo funcionaban los ordenadores. Unos años después, al inicio de la década de los noventa, cuando la era digital aún no había llegado, supo avanzarse a lo que vendría y decidió estudiar un grado superior en Telecomunicaciones. “Aún no existían, pero ya se estaba empezando a hablar de redes de ordenadores y de nuevas tecnologías y tecnologías vía satélite”, recuerda. Con el título de técnico superior de Telecomunicaciones en sus manos, trabajó como técnico ingeniero de impresión de grandes formato y, también, en el ámbito audiovisual, dos experiencias que le permitieron, ya hace más de once años, empezar a trabajar en la UPF.

“Poder estar rodeado de gente y darles un trato personal es lo que más me gusta. De hecho, rechacé otros trabajos que eran de despacho precisamente porque me gusta ayudar a la gente y tener contacto con ella”

Su trabajo depende directamente de los usuarios, de que le “llamen porque no les funciona el ratón, no se les enciende el ordenador, o se les ha estropeado el sistema operativo”, entre otros. Y son precisamente ellos los que le hacen disfrutar de lo que hace. “Poder estar rodeado de gente y darles un trato personal es lo que más me gusta. De hecho, rechacé otros trabajos que eran de despacho precisamente porque me gusta ayudar a la gente y tener contacto con ella”, explica.

El poder de crear con las propias manos

Las mañanas se las pasa transitando arriba y abajo los pasillos de la UPF, pero las tardes las tiene reservadas a su gran pasión: diseñar aviones de radiocontrol, drones y coches y, también, máquinas CNC (un tipo de máquina donde un ordenador controla la posición y velocidad de los motores que accionan los ejes de la máquina y permiten hacer movimientos que no se consiguen manualmente como círculos o figuras tridimensionales complejas), robots e impresoras 3D. “Ahora estoy trabajando en la última versión de un cortador de vinilo, una máquina para hacer vinilos que luego se enganchan en la pared. Tengo un diseño hecho de cero por mí”, explica, orgulloso.

"Ahora estoy trabajando en la última versión de un cortador de vinilo, una máquina para hacer vinilos que luego se enganchan en la pared. Tengo un diseño hecho de cero por mí”

Màquina de vinils

En su casa, tiene un pequeño taller equipado con todas las herramientas que necesita y donde pasa entre tres y cinco horas al día. Allí, en el año 2012, descubrió que, a través de un Arduino, una placa electrónica con un microprocesador que puedes programar con un código, podía construir aparatos que volaban. “En aquel momento no se llamaban drones y no había regulación. Empecé a investigar y construí uno de cuatro motores, que era el estándar, y que hacía volar en la zona industrial de Barcelona. La gente se lo quedaba mirando y se preguntaba qué era”, recuerda. Pero antes ya había tenido como hobbie hacer volar helicópteros de radiocontrol.

El primer dron que construyó tenía una composición muy peculiar: la parte central era una caja de CDs. El resto de piezas las hizo con barras de aluminio que compraba en la ferretería y a las cuales después daba forma con una sierra y una lima. “Entonces había muy poca información. No había fabricantes de drones y todo era muy artesanal; tenías que investigar y hacerlo tú”, explica. Después del primer aparato, construyó otro con tres motores, que un amigo suyo presentó en el Campus Party de Valencia, una feria de tecnología, donde ganó un premio.

Todos los diseña e imprime con impresoras 3D que, a su vez, también ha construido con sus propias manos. “Empecé a utilizar las primeras impresoras 3D que había en Barcelona, que eran de madera, y que tenías que construir artesanalmente en casa”, recuerda. Ahora, ya tiene cinco.

“Empecé a utilizar las primeras impresoras 3D que había en Barcelona, que eran de madera, y que tenías que construir artesanalmente en casa”

Hasta el momento, ha creado íntegramente cerca de seis o siete drones desde cero, partiendo de la idea clásica del aparato, y ha creado el chasis. Algunos diseños, además, los ha publicado en Internet y se pueden descargar libremente. En 2016, descubrió que también podía crear aviones y hacerlos volar. “Son otras técnicas de construcción y es muy divertido”, admite. Y entre el amplio abanico de aparatos, también hay los coches, aunque nunca han estado en el centro de interés principal. “Mi curiosidad por Arduino venía por poder construir robots y coches, pero en seguida me gustaron más las cosas que vuelan que las que van por el suelo”, reconoce. Actualmente, sin embargo, tiene varios proyectos como un overcraft (un vehículo que se desplaza sobre un cojín de aire) o un tanque parecido a un robot aspirador con una cámara de vídeo incorporada.

Drons

Un hobbie muy polivalente

El hobbie de Carles requiere mucha creatividad, cualidad que no le falta y, también, un aprendizaje constante. Tiene que estar siempre aprendiendo y muy pendiente de todas las novedades que van saliendo. Es precisamente esta necesidad de estar constantemente en evolución lo que le motiva “Siempre están saliendo componentes nuevos que mejoran los aparatos, los hacen más rápidos, más silenciosos, que gasten menos… Tengo que estar muy activo y no parar ni un día”, reflexiona.

Hace falta, además, mucha paciencia e invertir tiempo. Son proyectos a largo término, que tarda meses en acabar, aunque terminarlos no es lo más importante. “Me gusta todo el proceso. El diseño es divertido pero cansado y no diseño una máquina de inicio a fin sino que imprimo una parte, la monto, miro si funciona bien y si encaja con las otras partes y, entonces, diseño otra”, explica. Las piezas que no diseña él las compra en China y tiene que esperar a que le lleguen para ver si funcionan o tiene que pedir otras. Por este motivo, “nunca tiene un proyecto de empezar y acabar. Siempre son proyectos que voy haciendo en paralelo. Cuando llegan las piezas, lo reanudo y, cuando veo que me atasco, cojo otro”, dice.

A la creatividad y el aprendizaje constante se suma el amplio abanico de posibilidades y ramas del hobbie. Y es que con las mismas impresoras 3D también imprime figuras de cómic que después pinta con un aerógrafo y pinceles. “Es una parte más artística, otra manera de hacer funcionar las impresoras 3D”, considera.

Casc Ironman

Con las mismas impresoras 3D también imprime figuras de cómic que después pinta con un aerógrafo y pinceles

Cada nuevo proyecto se une a su amplia colección. Algunos, hace años que forman parte de ella. Otros, lo fueron hasta que un día decidió desmontarlos y utilizar sus piezas para crear nuevos proyectos, y ahora vuelven a formar parte de ellos pero con otras formas. Todos tienen en común que han sido construidos con la misma ilusión: “hacer cosas con las manos” y, “dentro de las posibilidades económicas, de disponibilidad de herramientas y del espacio que ofrece un piso en Barcelona”.

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