Son las siete y media de la mañana y las aulas de la Universidad todavía están vacías, pero todo está a punto gracias a la unidad de informática, que trabaja para que todo funcione cuando empiecen las clases. Uno de los técnicos es César Castillejo, que lleva trabajando en el campus de Ciutadella ininterrumpida desde diciembre del 2002. De todas las tareas que a menudo no se ven, él procura que los equipamentos audiovisuales de todo el campus funcionen perfectamente y que la docencia no tenga problemas con la microfonía o con las proyecciones de las aulas. Además, también se ocupa del apoyo y el asesoramiento a los clientes externos e institucionales de la UPF en los actos que se hacen en los auditorios, y nos confiesa que es de las cosas que más le gusta: “Con los años y la experiencia, al final de todo es sencillo y muchas veces la gente es muy agradecida porque, quieras o no, resuelvo problemas de la gente. Esto es la parte que más me gusta”. En su tiempo libre, pero, se aleja de las salas de control y los sistemas audiovisuales y se lanza al cielo con el parapente.

“Con los años y la experiencia, al final de todo es sencillo y muchas veces la gente es muy agradecida porque, quieras o no, resuelvo problemas de la gente. Esto es la parte que más me gusta”

César se graduó en formación profesional de imagen y sonido el 1992. Era una formación muy amplia sobre todo el mundo audiovisual, porque en aquella época no había casi nada de este ámbito, pero él lo tenía claro: “era el trabajo que a mí me gustaba, era el que a mí me gustaba de pequeño, era el que estudié y es lo que he acabado haciendo”. César, antes de entrar a trabajar definitivamente en la Pompeu Fabra el 2002, tuvo un recorrido laboral muy diverso, desde sus inicios a Radio Hospitalet, pasando por unos años como disyóquey de la sala Sutton de Barcelona y también trabajando como comercial. El año 2000 retomó el mundo audiovisual a través de empresas de Barcelona que se dedicaban a montar eventos como el Primavera Sound, por ejemplo, tanto por la parte de ingeniería e instalación, como de eventos.

“Era el trabajo que a mí me gustaba, era el que a mí me gustaba de pequeño, era el que estudié y es lo que he acabado haciendo”

Una conversación improvisada con un compañero de trabajo en 1995 le hizo descubrir su gran pasión: el parapente. Para situarnos, el parapente “es la manera de volar más simple que hay, porque consta de una estructura no rígida que te permite planear”. César había visto un video en la televisión de un hombre que volaba con parapente y justo un compañero suyo de trabajo lo había hecho, así que poco más le hizo falta para coger la revista ‘Segunda Mano’ encontrar un anuncio de un señor del Montseny que se vendía un parapente de segunda mano y comprar su primer parapente. Aquel mismo señor era instructor de una escuela y le enseñó los mínimos para volar, pero a partir de entonces ya fue a solas: “entré en el mundo del parapente un poco por mi cuenta, como un hippie”.

Aunque ahora solo va unas tres o cuatro veces en el año, César hizo parapente durante muchos años. Le ha permitido elevarse desde todo el territorio español, incluyendo las Canarias (en El Hierro el febrero del 1997) y en las Baleares (Mallorca, el mayo del 1997). Sin duda, lo que más le gusta es “sentirme vivo”. Volar le ha dejado recuerdos inolvidables que nos explica con una sonrisa: “unos de los recuerdos que me han quedado más marcados fue un vuelo en El Hierro, donde atravesé un "mar de nubes" por primera vez; o cuando en Berga, hace unos años, me adentré para subir por dentro de una nube blanca más de 800 metros (sin visibilidad) y cuando decidí salir de la corriente térmica que me llevó hasta aquella altura, me encontré con todas las nubes y toda la sierra de Raídos de Peguera muy por debajo mío, era un día soleado y brillante, con nubes dispersas por todas partes”. Pero también ha volado desde territorios internacionales como los Alpes o desde el centro y costa oeste de Francia: "Solo en el 2003, fui a volar a los Alpes Franceses cuatro veces".

“Uno de los recuerdos que me han quedado muy marcados fue un vuelo en El Hierro, donde atravesé un "mar de nubes" por primera vez”

A parte de los inolvidables vuelos en todo el territorio, César también compitió en parapente. Empezó hacia el año 97, pero “yo no competía para ganar sino porque dentro de las competiciones tú tenías una infraestructura detrás que si no, no podías tener. Sabía que aterrizara donde aterrizara, me vendrían a buscar”. En aquella época no había GPS y la única manera que tenían los jueces de evaluar si realmente habían pasado por el punto de giro que se había marcado era hacer una fotografía con una cámara analógica y cuando todo el mundo había aterrizado se cogían todos los carretes y se iban a revelar en el laboratorio de guardia que hubiera por allá, así sabían si aquella persona había pasado por los puntos de giro. Al cabo de unos años se animó a competir algo más. Destaca su segunda posición al primer Campeonato de Cataluña de Parapente Biplaza con un compañero. De todos modos, César siempre tuvo claro que la competición era para mejorar: “la competición está muy bien y puedes hacer mucha distancia y la puedes hacer muy rápidamente, pero es gracias al hecho que aquel día tú ves gente que sabe más que tú y aprendes”.