Atrás “Hay que apostar más por el vector de la transferencia de conocimiento e incidir positivamente en la sociedad”

“Hay que apostar más por el vector de la transferencia de conocimiento e incidir positivamente en la sociedad”

El catedrático de Ciencia Política de la UPF, Carles Ramió, ha publicado “La universidad, en la encrucijada”, obra con la cual se inaugura el proyecto UPF Knowledge. El libro aborda los principales retos y limitaciones de las universidades catalanas y ofrece propuestas de futuro.

22.12.2022

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El catedrático de Ciencia Política de la UPF, Carles Ramió, ha publicado “La universidad, en la encrucijada”, obra con la cual se inaugura el proyecto UPF Knowledge. El libro aborda los principales retos y limitaciones de las universidades catalanas y ofrece propuestas de futuro.

¿En qué encrucijada se encuentran las universidades?

Las universidades se encuentran, por primera vez, en una situación en la cual se juegan su propia supervivencia. Las transformaciones que se están produciendo en el mundo son enormemente profundas; los cambios económicos, tecnológicos y sociales provocan que las universidades, que viven en cierta situación de monopolio, especialmente las públicas, tengan por primera vez una serie de competencias graves que vienen de fuera. Me refiero a los MOOC, las universidades externas que acreditan títulos, las grandes corporaciones como Google o Amazon, las grandes empresas que pueden crear sus propias universidades, etcétera. Hay que decir que no es un cambio global que afecte solamente a las universidades, sino que puede afectar al resto de instituciones y organizaciones que tienen un papel intermediario con la sociedad. La universidad es una institución que hace de intermediaria entre los estudiantes y el conocimiento formal, y es evidente que las nuevas tecnologías pueden hacer desaparecer estas organizaciones intermediarias.

La universidad es una institución que hace de intermediaria entre los estudiantes y el conocimiento formal, y es evidente que las nuevas tecnologías pueden hacer desaparecer a estas organizaciones intermediarias.

Por lo tanto, por el que dices, ¿en esta encrucijada están más las universidades públicas y no tanto las privadas?

Pienso que estos cambios pueden afectar también las universidades privadas, porque tienen los mismos problemas que las públicas. Los retos afectan por igual a las públicas y a las privadas, y quizás las primeras en caer serán las privadas. Ahora bien, yo soy un gran defensor de la universidad pública; mi máximo interés es que la formación y la investigación tengan un fuerte componente público con valores públicos, y me preocupa especialmente el futuro y los retos de la universidad pública.

En este contexto, ¿qué tienen que hacer las universidades para evitar estas amenazas?

Todavía no sabemos qué modelo de gestión interno tienen que tener las universidades en el futuro, porque no podemos prever con precisión los cambios que vendrán. Ahora bien, sí que sabemos que el sistema actual de gestión es muy rígido, encorsetado y burocrático en el mal sentido del término, y así seguro que no nos podremos adaptar con rapidez a los cambios que vendrán. Nos haría falta, a corto plazo, dotarnos de una mayor flexibilidad que nos dé capacidad de adaptación, así como también una simplificación de las estructuras y de los modelos de gestión. En este sentido, la UPF ha hecho algunos cambios en esta línea, como es la fusión de los departamentos con las facultades. El exrector Jaume Casals siempre decía que hacen falta universidades más simples y más comprensibles, porque hoy todavía hay profesores que no entienden cómo funciona la universidad. Es más, la sociedad en general desconfía de las organizaciones que tienen estructuras demasiado complejas y difíciles de entender. La simplicidad y la flexibilidad son dos elementos imprescindibles para poder sobrevivir.

La sociedad en general desconfía de las organizaciones que tienen estructuras demasiado complejas y difíciles de entender. La simplicidad y la flexibilidad son dos elementos imprescindibles para poder sobrevivir.

Hemos asistido durante las últimas décadas el nacimiento de nuevas universidades, pero en tu libro alertas del riesgo que algunas puedan desaparecer o fusionarse.

El libro empieza de una manera casi dramática o apocalíptica, anunciando que el 90% de las universidades pueden desaparecer durante los próximos veinte años. Y esta idea, evidentemente, ha provocado los titulares de los medios de comunicación; pero quiero dejar claro que es una frase que no es mía, sino de los especialistas en prospectiva. Yo creo que, evidentemente, es un porcentaje exagerado, porque, para empezar, no sabemos cuántas universidades hay en el mundo: según parece, hay entre 25.000 y 40.000, y me parece que no desaparecerán el 90% en dos décadas. Ahora bien, hay muchas que podrían desaparecer después de tener asegurada la existencia durante siglos y siglos.

Hablas a menudo de modelo portugués como modelo de éxito.

Para poder competir internacionalmente, y esto lo dijo en un discurso el rector Oriol Amat, existen dos opciones: o se pone más dinero en el sistema universitario condicionado por incentivos –y hay que decir en este punto que hay un buen rendimiento de las universidades catalanas con unos resultados magníficos y con mucho éxito–, y este sería el modelo francés, o bien dotas a las universidades de más autonomía y más flexibilidad en la manera de organizarse. Una universidad se puede organizar de una manera asamblearia, democrática y corporativa, o bien con un sistema de gobernanza de carácter meritocrático. El modelo portugués prevé que cada universidad pueda escoger de qué manera se gobierna. Nosotros, por el contrario, no tenemos de momento ni el modelo francés de inyección de financiación ni la flexibilidad de gestión del modelo portugués. Hemos avanzado en algunas cosas, pero no tenemos opciones en el marco legislativo para avanzar hacia una mayor flexibilidad del modelo de gobernanza. Por lo tanto, tenemos que lograr una mayor financiación, pero por incentivos y con rendimiento de cuentas.

¿Cómo valoras la nueva Ley Orgánica del sistema universitario (LOSU)?

Bien, la ley en sí misma es un avance importante, porque se actualiza una ley que tenía ya veinte años. Por ejemplo, se reconocen los contratos laborales y se les otorgan los mismos derechos, hasta el punto que se flexibilizan las condiciones para acceder al cargo de rector o rectora. Además, el ministro Joan Subirats tiene una enorme sensibilidad en relación al hecho de que las universidades no deben limitar su función a la educación formal y a los grados formales, sino que deben ofrecer una formación a lo largo de toda la vida de las personas, una cadena de microformaciones que tienen que formar parte de la oferta de las universidades. En este punto cabe tener en cuenta la caída de la pirámide demográfica. Por el contrario, es una ley excesivamente conservadora, porque no hay elementos innovadores en el sistema de gobernanza. Los cambios que hay en este campo, que los hay, son muy poco significativos, porque el cambio de los años de mandato de un rector o las condiciones para acceder a dicho cargo no cambian la lógica corporativa ni asamblearia, ni dota de más autonomía ni flexibilidad a la universidad.

¿Hay una dicotomía entre investigación y docencia?

No debería haber dicotomía alguna. Tienen que ser compatibles, y una de las cosas positivas de la universidad pública es que casi todos los profesores, en la práctica, somos investigadores y, a la vez, docentes. Yo creo que esto tiene que continuar así. Aun así, hay que avanzar en la flexibilidad porque se pueden dar casos de profesores que son mejores docentes que investigadores y no hay que forzarlos a un equilibrio, y a la inversa puede pasar el mismo. Ahora bien, insisto, está muy bien que haya vasos comunicantes entre la docencia y la investigación.

¿No hay cierta impresión, aun así, de que la docencia es el hermano pequeño de la investigación?

Es cierto, porque en el sistema de incentivos, tanto en un sentido general como micro, se tienen más en cuenta los elementos vinculados a la investigación de cara a la promoción. Y, en cambio, no se tienen mucho en cuenta los elementos vinculados a la docencia. No pretendo que se dejen de tener en cuenta los elementos de la investigación para promocionar, sino que hace falta que se tengan más en cuenta los aspectos docentes a la hora de promocionar para tener una mayor calidad de la docencia. El objetivo es exigir los dos elementos a todos los profesores para tener buenos investigadores y buenos docentes, y no priorizar un aspecto por encima del otro.

El sistema de incentivos tiene más en cuenta los elementos vinculados a la investigación de cara a la promoción. Y, en cambio, no se tienen mucho en cuenta los elementos vinculados a la docencia.

¿Se hace correctamente la transferencia de conocimiento de la universidad a la sociedad?

Tanto en Cataluña como España la transferencia de conocimiento no funciona correctamente, a excepción de las universidades que están especializadas en esto, que son las politécnicas. Por lo tanto, este es uno de los elementos que más debemos potenciar. En Cataluña hemos vivido, en relación con este tema, una situación especial. Hemos pasado de jugar en la tercera o cuarta división en investigación a jugar en la primera división mundial en este ámbito. Y nos ha pasado lo que siempre sucede en estos casos: que los últimos en llegar son los más puristas, y por eso nos concentramos en la investigación muy básica y purista, y quizás deberíamos apostar más por la transferencia de conocimiento hacia la sociedad, que a fin de cuentas es la que nos financia. Hay que apostar más por el vector de la transferencia y ser útiles. Las universidades no tenemos que ser como un convento, que parece que no nos interese demasiado el que pasa extramuros, y tenemos que pensar en cómo podemos incidir positivamente en la sociedad, ya sea en las instituciones, en las empresas o en la sociedad civil. Quizás todavía no estamos bastante preparados y seguramente nos hacen falta unidades específicas que hagan esta función y esta traducción práctica, con más recursos si conviene.

¿Cómo se combate el abandono universitario?

El abandono universitario se combate de maneras diferentes. Por un lado, es innegable que hay un aspecto muy técnico, y es que se ofrecen muchos títulos y es normal que muchos estudiantes se equivoquen en su elección. Dicho esto, pero, hay otro aspecto que me gusta apuntar siempre: hace falta mimar la docencia en el primer año, para hacer ver a los estudiantes que no se han equivocado de carrera y hacerles aflorar su vocación. Así reforzamos su vocación a quienes ya la tienen e intentamos motivar a quienes han llegado un poco por casualidad. Siempre digo que una clase es un poco como una obra de teatro, y por tanto la calidad de la obra y del actor es básica para seducir los estudiantes. Y si los actores no son suficientes buenos, los estudiantes se pueden desmotivar fácilmente, porque las nuevas generaciones tienen poca paciencia.

Por lo tanto, ¿hay que poner los mejores actores en el primer año?

Todos los mejores profesores tendrían que hacer una dedicación especial en los primeros cursos; tendría que ser casi obligatorio.

¿Qué opinas de los rankings?

Los rankings son positivos porque actúan como incentivos, pero tienen un elemento perverso porque pueden provocar determinadas gestiones con la única finalidad de aparecer bien a los rankings. Por lo tanto, puedes acabar haciendo cosas mal pero que te permiten sacar buenas puntuaciones en los rankings. Dicho esto, hay muchos tipos de rankings y algunos son más intrusivos que otros. Por ejemplo, los rankings de las escuelas de negocios son tan invasivos que te dicen como tienes que gestionar tu estrategia. Por suerte, los rankings de las universidades no lo son tanto. También se da el caso de algunas universidades que no quieren salir a los rankings porque no quieren o no lo necesitan, y no se quieren ver condicionadas. Los rankings son muy útiles porque dan mucha información a los estudiantes para poder elegir mejor. Finalmente, también es importante no obsesionarse con los resultados. Por ejemplo, en los rankings internacionales es muy difícil aparecer entre los 100 primeros, y parece que si no lo consigues es un mal resultado, cuando hay universidades internacionales privadas mucho más flexibles con hasta cuatro veces más financiación, o universidades públicas que tienen hasta el triple de financiación que las universidades catalanas.

En tu libro también dedicas espacio al sistema de elección de un rector o rectora en Cataluña que crees que podría ser mejor.

El sistema actual depende mucho de la voluntad de las personas, de su buena fe y de las casualidades. El hecho de que para ser rector haya que ser de la comunidad universitaria liga mucho las manos del rector, porque normalmente se llega a rector mediante pactos con el PDI, el PAS y los estudiantes, y esto ya condiciona mucho desde el principio. Si un rector o rectora realmente quiere mandar es muy posible que no tenga los votos para un segundo mandato. El sistema de elección, por lo tanto, es muy poco innovador y muy poco disruptivo, porque los cambios generan resistencia y, al final, muchas veces quienes gobiernan las universidades son quienes más resistencia ofrecen a los cambios. Quizás sería positivo avanzar en un modelo más meritocrático o un sistema mixto en el cual pesara mucho el proyecto profesional y el currículum del candidato. Pero somos pocos quienes lo defendemos.

¿Qué consejo darías al futuro rector o rectora de la UPF?

Yo siempre he recomendado a todos los rectores y rectoras de la UPF, y puedo decir que siempre hemos tenido buenos rectores y rectoras, que tengan dos cualidades: la paciencia y la valentía. Es el perfecto maridaje entre ser ambicioso para impulsar proyectos transformadores, pero siempre teniendo presente que hay que pactar y dialogar con muchos actores para que los proyectos lleguen a buen puerto. A veces, hay personas muy valientes pero muy impacientes, y hay personas que son muy negociadoras, pero al final les falla la valentía.

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