Atrás Toni Rodon: "La confrontación política, si bien puede tener una parte tóxica, es consustancial a nuestras democracias, y en cierto grado, es necesaria"

Toni Rodon: "La confrontación política, si bien puede tener una parte tóxica, es consustancial a nuestras democracias, y en cierto grado, es necesaria"

El profesor del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la UPF acaba de publicar un nuevo libro, titulado Qui no vulgui pols... (Peu de Mosca, 2024). El ensayo, que muestra el conflicto político como una herramienta imprescindible para hacer avanzar a la sociedad, ofrece una guía analítica para ayudar a entenderlo mejor.

09.04.2024

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“La polarización, la tensión política, no es necesariamente mala y, de hecho, puede ser incluso buena, si entendemos bien lo que las democracias pueden darnos. La confrontación política es inherente al poder: la democracia no elimina los conflictos, sino que los civiliza”. Este fragmento, incluido en el primer capítulo, resume muy bien la tesis del libro Qui no vulgui pols... Conflicte polític i polarització, escrito por Toni Rodon, profesor del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la UPF, que acaba de publicar la editorial Peu de Mosca.

En su obra, Toni Rodon se hace eco de que la confrontación política y la contraposición de ideas a menudo han tenido mala prensa en nuestro país. Afirma que la polarización es un concepto, una idea, que en los últimos años ha estado de moda, y que es habitual oírla en el ámbito político, evocándola para realizar o no hacer alguna acción. "En los tiempos que corren, las referencias a la tensión política son habituales y hablar bien de la confrontación política es arriesgado, dado que a menudo se le asocia a fenómenos como la elección de Donald Trump o el proceso catalán", apunta.

¿Por qué de algunos temas se supone que puede hablarse tranquilamente mientras que otros pronto se vetan? ¿Quién decide qué tensiona y qué no? se pregunta Toni Rodon

El ensayo quiere ser una guía analítica para entender mejor qué es el conflicto político y cómo podemos transitar, un intento de poner orden a la cuestión y de distinguir, cuando se habla de conflicto político, lo innecesario o superfluo de lo básico. ¿Por qué de algunos temas se supone que puede hablarse tranquilamente mientras que otros pronto se vetan? ¿Quién decide qué tensiona y qué no? se pregunta Toni Rodon.

Para responder y reflexionar en torno a estas cuestiones, el libro, ilustrado por Joan Manel Pérez, se estructura en cuatro apartados: El porqué (dónde analiza por qué es necesario palar del conflicto político y qué es la polarización); De dónde venimos (el conflicto por el poder en las democracias incipientes); Donde estamos (habla de temas como la polarización y la salud de nuestras democracias, las noticias falsas o si vivimos en una burbuja); Qué clase de gente somos (con reflexiones sobre la constitución española, el referendo o la responsabilidad de los políticos); y finalmente, ¡Qué clase de gente seremos (donde se pregunta qué podemos esperar de una democracia).

Lamentar la polarización vs. reconocer la existencia de un problema estructural

Toni Rodon

El autor afirma que suelen ser los paladines de “la mala polarización” los que suelen ser los más beneficiados (a menudo las élites) por no cambiar nada, mientras siguen denunciando la confrontación y no hacen ninguna propuesta nueva. Para él, hecho de intentar constantemente hacer referencia a la polarización y que estemos enfadados siempre entre nosotros por motivos políticos (aunque las encuestas y los datos no lo muestran así) a menudo es un instrumento del statu quo para mantener sus privilegios.

Según Toni Rodon, esta situación muchas veces refleja que existe un problema estructural pendiente de resolver: "Cuando hay un conflicto que no está solucionado, se suele echar la culpa en una persona determinada, cuando posiblemente la culpa la tiene el hecho de que no se solucionen determinados problemas estructurales", afirma.

El autor sostiene que la confrontación política “raramente es suficiente para que las democracias se caigan. Si bien la tensión elevada puede ser perjudicial por el sistema político, y quizás incluso por la calidad de las democracias, la falta de polarización es también un mal síntoma, una utopía con una determinada ideología detrás y una situación que, en el mundo actual, es difícil alcanzar, incluso imposible”. Y concluye: “Los regímenes democráticos deben aspirar a civilizar el conflicto, no a eliminarlo en su integridad. Hacerlo sólo tiene un beneficiario: aquellos que ostentan el poder”.

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