Marta: No les preguntamos por el nombre, los estudios o la ciudad en la que viven, les hacemos preguntas que les permitan descubrir intereses comunes antes de conocerse.

M: Cuando estaba en segundo de bachillerato, me di cuenta de que ni yo ni mis compañeros sabíamos qué queríamos hacer: cuál era nuestra pasión, qué trabajos había relacionadas con nuestros intereses o cómo acceder a ellas. Pensé que, quizás, si lo probábamos antes, sabríamos qué era lo que más nos gustaba.

M: Lo primero que hice fue buscar una persona que me ayudara. Formamos un equipo de dos personas y contactamos con una asociación de empresarios de nuestro pueblo, en la comarca de la Litera, en Huesca. Después, contactamos con institutos y estudiantes de la zona. Fuimos haciendo pequeñas pruebas con estudiantes de cuarto de la ESO y de bachillerato hasta que llegamos a la prueba definitiva, que hicimos con varios institutos y la Asociación de Empresarios de la Litera, en la que cada estudiante pasaba un día con un profesional de una empresa. Allí vimos que el proyecto podía salir adelante. Entonces se unió al equipo un programador que nos ayudó a desarrollar la web. En ese momento pensamos en la idea de hacer una aplicación; pero, finalmente, decidimos que primero necesitábamos que la idea tomara forma.

I: Al principio trabajábamos con gente cercana. Era un ambiente muy pequeño y diferente al que nos hemos encontrado en Barcelona. Cuando llegamos aquí, a la Universidad Pompeu Fabra, decidimos centrar el proyecto en sus estudiantes porque eran los más cercanos a nosotros. Así pues, ahora lo enfocamos a estudiantes de la UPF. En principio, queremos dejarlo como un proyecto de la Universidad, pero no descartamos expandirlo en otro momento.

Iris: Consideramos que, si nos centrábamos en hacer un negocio, el proyecto dejaría, en parte, de ser nuestro para ser un poco más esclavo del dinero.

I: Lanzar un proyecto altruista es, en cierta manera, una liberación. Lo hacemos porque queremos y porque nos encanta lo que hacemos. Tenemos muy claro que, si vemos que el proyecto nos continúa motivando y seguimos aprendiendo, pasándonoslo bien y tenemos tiempo para hacerlo, continuaremos. Sin embargo, si en algún punto vemos que tenemos otras prioridades que nos mueven más, quizás el proyecto pase a un segundo plano. Es todo muy libre y, mientras sigamos en esta línea, continuaremos.

M: En diversos proyectos en los que he participado, me he dado cuenta de cómo de difícil es ser una mujer emprendedora. Un ejemplo muy significativo es el que me encontré en una conferencia. Los ponentes hablaron con los asistentes una vez acabó la conferencia; éramos tres chicos y yo. Uno de los ponentes era un hombre que trabajaba en una consultoría y también se dedicaba a gestionar startups agrícolas. Mi padre es campesino y me interesa mucho el tema. Durante la conversación, solo miraba a mis compañeros, era como si yo no existiera. En un momento, estaba hablando sobre una startup y dijo que no recordaba cómo se llamaba. Yo le dije el nombre y me miró con sorpresa, me dio la sensación de que pensó: “¿pero tú qué sabes sobre esto?”

Marta: En varios de los proyectos en los que he participado me he dado cuenta de lo difícil que es ser una mujer emprendedora.

M: Me impactó muchísimo, ya que estaba viviendo una situación que, a pesar de haber oído hablar de ella, no creía que pudiera vivir nunca. Sentí que mi imagen era la de una mujer que estaba llevando a cabo un proyecto emprendedor pero que en realidad no tenía idea de nada. A partir de entonces, decidí continuar con mucha más personalidad. Me di cuenta de lo difícil que era la posición en la que me encontraba, pero también me dio fuerzas para seguir siendo consciente de las dificultades.

I: Participamos en el programa Ship2b, un programa de emprendimiento social y educativo. Fue a raíz de esta experiencia que empezamos a trabajar juntas. A partir de aquí, supimos realmente qué era lo que queríamos hacer. Antes no teníamos nada claro cómo enfocarlo. Éramos muy influenciables por las ideas de los demás, nos faltaba personalidad. Ahora hacemos lo que creemos más adecuado para el proyecto, siendo mucho más fieles a nosotras mismas.

Marta: Mi imaginación se complementa con la dosis de realidad que tiene Iris. Digamos que yo soy la que aporta las ideas y ella es la que tiene los pies en el suelo.

M: Sea por la madurez personal, el ambiente o las personas que nos rodean, ahora es cuando mejor está funcionando el proyecto. Miro hacia atrás y veo que antes era todo muy adolescente. Con 18 años me dejaba influenciar mucho por personas externas. Ahora creo que tenemos personalidades y habilidades diferentes que se complementan muy bien. Desde que Iris y yo trabajamos juntas, está funcionando mejor que nunca: hemos aprendido mucho de todo lo que hemos hecho y hemos escuchado atentamente a la gente que hemos conocido, pero siempre analizando con nuestro propio criterio si aquello que nos aconsejan nos conviene o no.

M: Nuestros planes de futuro son, básicamente, además de centrarnos en contactos entre estudiantes i empresas, también hacerlo en ONG y entidades sociales, ya que consideramos que deberían de dejar de ser vistas como actividades extrauniversitarias o extralaborales. Queremos visibilizar que también pueden ser posibles salidas del mercado laboral.

Iris: Nos queremos centrar en aquellos grados en los que es más difícil ver cuáles son las salidas en el ámbito social

M: No. Nos dimos cuenta que el proyecto tenía que ir a nuestro ritmo y no nosotros al ritmo del proyecto. Por ejemplo, si estamos en periodo de exámenes y no tenemos tiempo, paramos. No tenemos una planificación marcada. A principios de trimestre sí que quedamos los fines de semana para hacer reuniones, pero es todo muy variable.

M: Sí, el 1 de marzo organizamos una actividad en la UPF -con el apoyo del decanato de la Facultad de Traducción e Interpretación- que fue muy especial para nosotras. Nos permitió hacer visible nuestra faena. Vinieron dos profesionales de la empresa ULG (United Language Group) a hablar con los estudiantes y simulamos una experiencia organizada por Appasióname. Además, les organizamos otras actividades en grupo para conocerse mejor a sí mismos y a los demás asistentes.

Nos gustaría organizar más actividades como esta. Sin embargo, para poder hacerlo necesitamos apoyo institucional.

I: Es difícil desarrollar un proyecto como el nuestro, que pertenece al ámbito social, en un mundo como el de hoy en día, que se basa, en gran parte, en las nuevas tecnologías. La mayoría de estudiantes de ciencias sociales no tenemos los conocimientos necesarios para expandir nuestras iniciativas y hacer que lleguen a un gran volumen de gente. Creo que los estudiantes de ciencias sociales también deberíamos tener información basada en estos objetivos de expansión de proyectos y emprendimiento.