En la actualidad, son varios los elementos que creo que deben guiar la innovación docente en el ámbito de las humanidades en los próximos años. En primer lugar, incorporar la posibilidad del aprendizaje de competencias profesionalizadoras específicamente relacionadas con el mundo de las humanidades (por ejemplo, las necesarias para la gestión museística o la mediación cultural o la edición), para que nuestros graduados puedan incorporarse rápidamente a puestos de trabajo "clásicos" como los museos, las administraciones públicas o las editoriales. También en otros más innovadores, como la preparación de festivales de música o la creación de espacios culturales nuevos en Internet. En segundo lugar, mejorar el desarrollo de competencias profesionalizadoras transversales –como el hablar en público, el trabajo en equipo o la comunicación con medios tanto escritos como audiovisuales– que les den acceso más fácil tanto a estos entornos como a otros, entre ellos las empresas internacionalizadas, los medios de comunicación, el mundo de la cultura en Internet o el mundo audiovisual.

"Hay que seguir incorporando metodologías de docencia y aprendizaje activas en las que, en el aula, se dé voz al estudiante del siglo XXI"

En tercer lugar, continuar incorporando metodologías de docencia y aprendizaje activas en las que, en el aula, se dé voz al estudiante del siglo XXI -– intereses, conocimientos y competencias previas diferentes a los estudiantes "de letras" de hace unas décadas –, teniendo en cuenta el rol de guía del docente y el trabajo colaborativo.

Finalmente, actualización constante y crítica por parte de profesores y decanato de los contenidos y los objetivos de los planes docentes y del plan de estudios para adaptarlos a las necesidades reales de las nuevas generaciones, sin olvidar la formación básica humanística que les queremos transmitir.

Esta perspectiva es absolutamente necesaria para entender el mundo actual. No solamente el grado en Global Studies, que es uno de los más recientes de la UPF, toma esta perspectiva incorporando disciplinas que, tradicionalmente, no habían compartido espacios de docencia, como pueden ser la geografía, la comunicación, la salud o el derecho. De hecho, el grado en Humanidades que empezamos el curso 1992-1993 ya tomó esta perspectiva interdisciplinaria cuando se apostó por un grado en el que no sólo se enseñaran asignaturas dedicadas a disciplinas humanísticas diversas como la literatura, el arte, el pensamiento o la historia. Optamos por un modelo en el que, dentro de una misma asignatura, pudiera impartir docencia un profesor que hiciera investigación interdisciplinaria (por ejemplo, literatura y cine), o pudieran compartir docencia profesores que trataran un mismo tema desde ámbitos diferentes (por ejemplo, el género).

"La perspectiva trans- e interdisciplinaria es absolutamente necesaria para entender el mundo actual"

Más allá del ámbito de la Facultad de Humanidades, creo que el mundo actual es tan complejo que esta perspectiva interdisciplinaria es básica en la formación de cualquier universitario. Por eso, cuando tuve responsabilidades académicas, defendí la oportunidad de poder disfrutar, dentro de todos los planes de estudios, de una formación transversal individualizada con la que el estudiante pudiera elegir según sus intereses personales, de unos mínors mediante los cuales se pudiera completar la formación con unos estudios iniciales en otra disciplina y de la oportunidad de comenzar la universidad con un Grado Abierto.

En lugar de decir "las competencias que deben adquirir los jóvenes en un entorno educativo internacionalizado", diría mejor que un entorno educativo internacionalizado brinda a los jóvenes la oportunidad de adquirir unas competencias que les serán fundamentales para convertirse en profesionales bien formados y buenos ciudadanos del siglo XXI. Por nombrar sólo algunas: ser capaz de interaccionar con gente de procedencia lingüística y cultural diversa y comunicarse en lenguas diferentes a la propia, tener sensibilidad hacia costumbres y creencias de gente procedente de otras culturas que pueden ser muy diferentes a la propia, o tener curiosidad por conocer costumbres diferentes a las de la propia cultura o país. Las estancias en el extranjero proporcionan este tipo de contexto, y yo las recomiendo porque también propician un crecimiento personal a otros niveles como el afectivo, por ejemplo, y facilitan convertirse en una persona independiente que se adaptará mejor a los futuros cambios vitales.

"Las estancias en el extranjero facilitan convertirse en una persona independiente que se adaptará mejor a los futuros cambios vitales"

La mejora en la formación en lengua inglesa no depende de una sola medida. De hecho, se trata de continuar llevando a cabo los cambios metodológicos en las aulas de educación primaria, secundaria y, incluso, de educación superior, que se han estado impulsando durante los últimos años en nuestro país: por ejemplo, docentes más especializados y mejor formados, como los que obtienen el actual máster en Formación de Profesorado, y más metodologías activas y significativas en las aulas, como son los trabajos para proyectos —en los que se utiliza la lengua o lenguas extranjeras además de las lenguas locales— o la enseñanza integrada de lengua y contenidos, de manera que el aprendizaje de la lengua está contextualizado.

Otras medidas son necesarias pero más difíciles de llevar a cabo, como disminuir el número de alumnos en las aulas de educación primaria y secundaria (y no sólo en el aula de lengua extranjera) o aumentar la presencia de la lengua inglesa en los medios de comunicación audiovisuales, por ejemplo, en películas o en entrevistas que, normalmente, están dobladas al catalán o al castellano, sin dar la oportunidad al oyente o el espectador de escuchar o familiarizarse en otras lenguas.

Sí que estamos preparados tecnológicamente. Y también tenemos profesionales, tanto técnicos informáticos, pedagógicos como docentes, que ya están implementando o ayudando a implementar metodologías que aprovechan los recursos que el mundo digital nos ofrece y a los que nuestros estudiantes tienen un acceso fácil y natural. Sin embargo, es difícil, o cuando menos pesado, de implementar cambios en el sistema universitario catalán en concreto y al español en general: este sistema sufre de corsés legislativos y administrativos que ponen trabas a la regularización de la docencia fuera del aula y al aprendizaje colaborativo tanto dentro como fuera del aula, en el que el docente pierde protagonismo. Las mismas trabas administrativas hacen demasiado lento cualquier intento de transformar el sistema educativo para adaptarlo a un mundo que cambia muy rápidamente.

“Las trabas administrativas hacen demasiado lento cualquier intento de transformar el sistema educativo para adaptarlo a un mundo que cambia muy rápidamente"

Esta es una pregunta doble, pero la respuesta es bastante sencilla. Los móviles, como los ordenadores (ya nadie lo pone en duda) forman parte de nuestra vida y de la de los jóvenes, y nos ofrecen herramientas y canales de información que facilitan el acceso a información que antes no estaba al alcance de todos. Pero como sucede con el uso de cualquier otro canal de información o recurso (por ejemplo, los libros en papel o la televisión), es necesario que los docentes hagan la tarea de docentes, es decir, que guíen a los jóvenes en el uso crítico y responsable de estos recursos en línea.

"Es necesario que los docentes hagan la tarea de docentes, es decir, que guíen a los jóvenes en el uso crítico y responsable de los recursos en línea"

Ya hace años que hay universidades que ofrecen grados en línea. Es relativamente fácil de transmitir y aprender contenidos, e incluso valores, en la docencia puramente no presencial. En cuanto al desarrollo de competencias, se necesitan tareas muy bien pensadas para asegurar su desarrollo. Algunas, como por ejemplo el pensamiento crítico, sí se pueden desarrollar con un docente que haga un buen guía "a distancia": pensamos que todas las plataformas de enseñanza no presencial incorporan ya canales de vídeo y audio mediante los cuales los grupos o los estudiantes individualmente pueden interactuar con el profesor y con otros estudiantes de una manera similar a como lo harían en un aula. Sin embargo, hay otras competencias que, desde mi punto de vista, requieren necesariamente de la presencialidad.

"No podemos entender un grado o un máster en educación en cualquier nivel sin unas prácticas reales y guiadas con calidad y profesionalidad"

En el caso del máster en Formación de Profesorado —que UPF-UOC ya impartimos parcialmente en línea—, por ejemplo, hace falta necesariamente la presencia y la formación en aulas de secundaria o de la Escuela Oficial de Idiomas, es decir, de unas prácticas profesionales reales y bastante largas y continuadas. Estas prácticas tienen como objetivo asegurar la interacción auténtica con los ciudadanos a los que, en el futuro, se prestará servicio y asegurar, por tanto, el desarrollo y el logro de las competencias que debe tener un buen docente. Es decir, al igual que no entenderíamos un grado en enfermería o en medicina que no incorporara unas prácticas presenciales con pacientes reales, no podemos entender un grado o un máster en educación a cualquier nivel sin unas prácticas reales y guiadas con calidad y profesionalidad en aulas de alumnos reales.

Hablaré desde la propia experiencia, ya que he impartido dos asignaturas de grado durante el periodo de confinamiento. Para mí, ha sido una experiencia agotadora, como para muchos de mis compañeros, por las horas dedicadas a la adaptación rápida de las asignaturas a la docencia no presencial. Sin embargo, también ha sido una experiencia muy enriquecedora. De lecciones aprendidas que pueda generalizar, mencionaré sólo tres y sin ningún orden de prioridad, ya que todas me parecen igual de relevantes y relacionadas. La primera es como, mediante los foros, las videoconferencias y chats en el aula virtual, se puede potenciar la participación activa y significativa de los estudiantes, una participación que no es necesariamente efímera, como puede suceder con las participaciones orales en el aula presencial. La pervivencia de la escritura en los espacios virtuales hace que estudiantes y docentes en general se esfuercen para comunicar más y mejor. Se recupera así la escritura como herramienta primordial de comunicación y de construcción compartida de conocimiento; un rol, sin embargo, que requiere esfuerzo y tiempo añadido tanto por parte de los estudiantes como de los docentes.

La segunda es la necesidad de crear espacios en el aula virtual de oralidad académica, pero también espontánea, en los que tanto docentes como estudiantes puedan expresarse, explicar contenidos, resolver dudas, ejemplificar o realizar procedimientos, y espolear o conducir debates: las videoconferencias y los vídeos nos lo han permitido.

"La base de la buena docencia es la motivación para aprender y para compartir conocimiento"

Finalmente, mencionaré una tercera lección ligada a la anterior, y es la necesidad de construir espacios o momentos de complicidad con y entre los alumnos –como se hace en la buena docencia presencial, de crear un sentimiento de microcomunidad dentro del cosmos del aula virtual de cada asignatura–. Podemos caer en el error de entender o utilizar las aulas virtuales como meros repositorios de materiales y tareas entre los que el estudiante navegará en solitario. Sin embargo, la base de la buena docencia es la motivación para aprender y para compartir conocimiento, y esto sólo sucederá en el aula si los estudiantes se sienten plenamente acompañados por el docente y cómplices en la consecución de los objetivos de aprendizaje fijados.