Coral Regí, directora de la Escuela Virolai de Barcelona

Alrededor de 2004 empezamos a replantearnos nuestra labor como Escuela. El mundo estaba cambiando e Internet fue un detonador. Pero son muchos los cambios, y de más trascendencia, que están pasando y que implican que debemos repensar ya no qué hacemos en la Escuela y en otras instituciones educativas, sino cuál es nuestra función. Estamos, por tanto, ante un proceso de transformación profundo que nos está haciendo replantear, partiendo del PORQUÉ, el qué y el cómo y asumiendo que el cuando es un proceso continuado de reflexión y de mejora: no es por tanto cuestión de reloj, sino de brújula. Ya no se trata simplemente de hacer cambios en los modelos educativos, no se trata de innovar, no se trata de introducir tecnologías, ni mucho menos de incorporar otras nuevas y más materias... Se trata de modificar el objetivo, el PROPÓSITO de la educación.

Necesitamos cambiar el PORQUÉ, porque ya hoy y ahora el aprendizaje competencial y a lo largo de la vida es un requerimiento insoslayable. La nueva educación va de educar personas preparadas para vivir los cambios como una oportunidad. No necesitamos alumnos disciplinados que repitan lo que han aprendido. No debemos educar para la estabilidad, para la obediencia; sino para la adaptación, para el atrevimiento, porque esto es lo que necesitarán... A los chicos y chicas que salen de nuestras escuelas, se les pedirá no lo que saben, ni mucho menos qué título tienen; sino, por encima de todo lo que saben hacer y lo que son capaces de aprender para imaginar nuevos retos y hacerles frente. Debemos educar personas que vivan el hecho de aprender, de actualizarse, de reinventarse, de recrearse, como su estilo de vida, sin angustias. Personas preparadas para autogestionar su propia vida, para cuidar de sí mismas, para reconocer sus sentimientos, para querer y respetar a los demás, para poder convivir juntos.

Necesitamos trabajar con los chicos y chicas para entender el esfuerzo personal como una vivencia propia que requiere asumir los retos para avanzar en la propia regulación y autoexigencia. Esforzarse porque alguien te lo manda se ha acabado. Y por encima de todo deben ser perseverantes, porque el error no les puede penalizar; es fuente de aprendizaje y de crecimiento personal. Y tengamos bien claro que este es el elemento clave del éxito personal más allá de las capacidades o el origen social: persistencia, esfuerzo y constancia a partir de la confianza en uno mismo.

Tenemos que avanzar en un aprendizaje relevante, vivencial, que garantice el aprendizaje de competencias que necesitarán para seguir aprendiendo, y especialmente todas las que les hagan crecer hacia la propia conciencia de cómo aprendo; ¡porque la reflexión personal es una de las claves! Es necesario que vivan el aprendizaje como un proceso que provoca más preguntas, que abre puertas para seguir aprendiendo, que les da alas para ser hombres y mujeres autónomas, competentes para aprender, para cuestionarse la realidad con pensamiento crítico y divergente, para aplicar el conocimiento, para generar nuevo conocimiento en contextos nuevos.

Y para educar en este contexto necesitamos maestros y educadores que nos replanteemos nuestro rol, para que tengamos claro que nuestra función ya no es transmitir contenidos, sino acompañar el proceso de crecimiento personal del alumno. Educadores que ayuden a descubrir los talentos de cada individuo, que lo estimulen para seguir aprendiendo. Las escuelas y los educadores tampoco debemos dejar nunca de aprender. Una escuela que integra el aprendizaje dentro y fuera y que requiere por tanto la tarea conjunta de la familia y el entorno, del ocio, de la ciudad. La escuela debe fundamentarse también en el trabajo cooperativo y en red de los alumnos, y también de los educadores, de las familias y las entidades que nos rodean. Requiere compartir objetivos y compensar desigualdades, requiere coherencia...

Muchas veces vinculamos la necesidad del cambio educativo a la necesidad de adaptarse a los nuevos requerimientos profesionales de las empresas. Evidentemente, hay que tener presente estas demandas; pero el cambio educativo debe ser mucho más profundo. No es éste un cambio para hacer mejores profesionales, para incorporarse al mundo del trabajo; ¡es un cambio para prepararse para el MUNDO, que ya es diferente! No debe ser un cambio maquillado en las escuelas del primer mundo para encontrar un trabajo mejor. Necesitamos todas las personas de nuestro primer mundo, ahuyentamos muchos jóvenes del sistema educativo, con tasas elevadísimas de fracaso escolar en nuestro país... Y necesitamos que la nueva educación llegue a todos los niños del planeta. El derecho a una educación transformadora es un derecho de todos los niños en todo el mundo.

Hem d’avançar en un aprenentatge rellevant, vivencial, que garanteixi l’assoliment de  competències que necessitaran per continuar aprenent, i especialment totes les que els facin créixer cap a la pròpia consciència de com aprenc; perquè la reflexió personal és una de les claus! Cal que visquin l’aprenentatge com un procés que provoca més preguntes, que obre portes per continuar aprenent, que els dóna ales per ser homes i dones autònomes, competents per aprendre, per qüestionar-se la realitat amb pensament crític i divergent, per aplicar el coneixement, per generar nou coneixement en contextos nous.