4. Calidoscopio

El papel de las redes profesionales en el sistema estatal de comunicación de la ciencia

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Elena Lázaro

Elena Lázaro Real, presidenta de la AEC2 y coordinadora de la UCCi de la Universidad de Córdoba

Cuesta encontrar nuevos argumentos que refuercen la necesidad y la urgencia de garantizar una adecuada y eficaz divulgación del conocimiento. A estas alturas del siglo en el que logramos descifrar el genoma humano casi al completo , encontrar el bosón de Higgs o diseñar una vacuna contra un virus nuevo en nueve meses; en este tiempo en el buena parte de la humanidad lleva un ordenador en el bolsillo que le permite acceder en tiempo real a cualquier información o servicio, pero también a cualquier mentira por enorme y camuflada que parezca; en esta década en la que la emergencia climática exige un compromiso político real por la supervivencia del planeta; hoy ¿queda alguien que dude de la importancia y la urgencia de garantizar un acceso real e inclusivo al conocimiento?

Sin embargo, que sea obvio no lo hace menos perentorio: el mundo necesita una ciudadanía informada para adoptar decisiones desde una posición crítica basada en el conocimiento probado de la realidad.

No pretendo en este texto, pues, aportar nuevos argumentos en favor de una comunicación científica eficaz y profesional que cumpla con el papel que le corresponde en los sistemas democráticos. Mi intención es poner en el foco en una de las organizaciones qué más tiempo y de manera ininterrumpida lleva trabajando por ello: la Asociación Española de Comunicación Científica.

Fundada en 1971 por un grupo de periodistas especialistas en ciencia, la AEC2 lleva medio siglo trabajando por la profesionalización de la difusión de conocimiento. No es, pues, una organización dedicada a la divulgación, sino a cuidar de quienes la ejercen. El matiz es importante. La Asociación Española de Comunicación Científica es un agente importante del sistema estatal de divulgación del conocimiento, pero en ningún caso un agente directo de difusión del conocimiento. Su papel es el de tejer la red que sostiene al propio sistema favoreciendo el encuentro y la conversación entre los diferentes actores del ecosistema de divulgación.

El mundo es demasiado complejo y el periodismo y la comunicación científica demasiado necesarios como para dejar el ejercicio profesional en manos del olfato o las buenas intenciones. La profesionalización de la comunicación social de la ciencia, amenazada por la eficacia y rapidez con la que se difunde la mentira, tiene una oportunidad histórica de avanzar basándose en las pruebas que aportan los trabajos de quienes investigan sobre ella

En la Asociación Española de Comunicación Científica comparten ideas, contactos y conversación personas que comunican ciencia desde diferentes ámbitos. Por supuesto forman parte de ella un buen número de periodistas científicos tanto de plantillas estables de medios de comunicación como profesionales que ejercen el oficio por cuenta propia. Es el perfil con el que nació la organización, llamada en sus primeras décadas Asociación Española de Periodismo Científico. Son quienes ejercen la tarea específica de informar sobre la actualidad científica, pero también quienes utilizan la perspectiva científica para explicar la realidad política, social o cultural. Además, forman parte de la AEC2 un importante número de profesionales que comunican ciencia desde las oficinas de prensa y Unidades de Cultura Científica de Universidades y centros de investigación, así como quienes investigan y divulgan conocimiento desde esas mismas instituciones. Los museos científicos y las empresas especializadas en comunicación de la ciencia completan el “hábitat” de las personas de la AEC2 que ejercen de manera habitual el oficio de “contar la ciencia”. Junto a todos esos perfiles, la Asociación ha incorporado a lo largo de las últimas décadas un perfil especialmente singular y relevante. Son las personas que desde el ámbito académico investigan y tratan de aportar pruebas sobre los procesos de información y divulgación científicas. El conocimiento que generan es el que permite confiar en que la profesión podrá afrontar los retos a los que la sociedad de la desinformación nos enfrenta.  

El mundo es demasiado complejo y el periodismo y la comunicación científica demasiado necesarios como para dejar el ejercicio profesional en manos del olfato o las buenas intenciones. La profesionalización de la comunicación social de la ciencia, amenazada por la eficacia y rapidez con la que se difunde la mentira, tiene una oportunidad histórica de avanzar basándose en las pruebas que aportan los trabajos de quienes investigan sobre ella. Sólo es necesario abrir los canales necesarios para que la transferencia de ese conocimiento sea real. Y ahí es donde redes como la Asociación Española de Comunicación Científica cumple un papel fundamental, poniéndolos en contacto y facilitando que el saber de unos y la experiencia de otros permee hasta conseguir un espacio en el que fructifiquen con facilidad la información y la divulgación del conocimiento que las sociedades democráticas del siglo XXI necesitan.

La AEC2 lleva medio siglo trabajando por ello. Habrá que seguir.