8. Calidoscopio

Blockchain 3.0 y la promesa de la revolución democrática

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Josep Martí

Josep Lluís Martí, profesor de Filosofía del derecho del Departamento de Derecho de la UPF e investigador en teoría de la democracia, y en concreto en democracia deliberativa, democracia participativa y democracia digital

No paramos de oír que Blockchain transformará profundamente los ámbitos financiero, comercial y empresarial en general en los próximos 10 años. El poder de cambio, nos dicen algunos expertos, puede ser comparable al de la aparición de Internet. Blockchain, junto con la Inteligencia Artificial, el Machine Learning y el Big Data, forman parte de la próxima ola de tecnologías transformadoras que están cambiando nuestras sociedades de arriba a abajo, hasta las bases más profundas de nuestra civilización y nuestros valores éticos.

Sean del todo acertados estos vaticinios o no, es obvio que el mundo de la política y, más concretamente, el de la democracia no quedará al margen. Blockchain llega con la promesa de hacer posible una auténtica revolución en las formas de organización democráticas como no se ha visto nunca antes en la historia, de distribuir el poder de forma verdaderamente igualitaria y transformar todas las instituciones existentes. Es lo que se llama Blockchain 3.0, la aplicación de la cadena de bloques en la organización colectiva y la gobernanza. Pero, ¿de qué estamos hablando exactamente?

Blockchain fundamentalmente puede hacer dos cosas muy bien. La principal es certificar o autenticar información. Es, en este sentido, una tecnología que proporciona certeza o confianza. Y es fácil ver como esto es de gran utilidad no sólo en el ámbito económico, financiero y comercial, sino también en la gobernanza, donde la confianza en los procesos es crucial. Blockchain, por ejemplo, puede certificar la identidad de los participantes en un proceso de participación política digital, puede blindar una votación electrónica y hacerla inmune a los ataques y la manipulación, y puede certificar la información pública así como garantizar las delegaciones de responsabilidad y poder en formas de organización complejas.

La segunda cosa que Blockchain puede hacer deriva de la anterior pero es aún más revolucionaria: permite desintermediar. Todas nuestras formas de organización social, económica y también política han sido basadas en la necesidad de intermediarios. La forma estrella de intermediación en política ha sido la representación política, y en relación a ella, de manera más reciente, los partidos políticos. Blockchain permite formas de delegación de poder mucho más complejas y sofisticadas y, más importante aún, estructuras distribuidas o descentralizadas de participación política digital, en lo que algunos han llamado democracia líquida o democracia horizontal. No es que no sea necesario ya la representación, sino que nadie tendrá la exclusiva. Por ejemplo, en vez de votar una lista confeccionada por un partido (en el que depositamos nuestra confianza) en unas elecciones periódicas como mecanismo central de participación, podremos votar a personas diversas para procesos de decisión también varios (un representante por temas sociales, uno por temas económicos, uno para temas culturales...), o delegar nuestro voto de elección a un tercero en el que confiamos, si es que no nos sentimos calificados para hacer la elección nosotros, o incluso preservar nuestro voto directo sobre alguna materia si es que estamos seguros de poderlo ejercer de manera responsable.

Las posibilidades que se abren son casi ilimitadas, y tenemos una gran oportunidad para la experimentación, así como una gran responsabilidad para estudiar rigurosamente los posibles efectos de cada una de estas innovaciones democráticas. Nos encontramos sólo al inicio, pero ya hay en el mundo más de una veintena de grupos de investigación trabajando sobre Blockchain aplicado a la gobernanza y la transformación de la democracia, como el Center for Blockchain and Technologies, el Institute for Blockchain Studies, o el Blockchain Research Institute. Algunas empresas emergentes han creado apps de gobernanza de organizaciones en general, como Boardroom, o de voto por móvil como Votem. Hasta donde tengo información, los que están haciendo cosas más avanzadas son el grupo de la Democracy Earth Foundation, y la línea de investigación de Primavera de Filippi, del CNRS y del Berkman Klein Center for Internet and Society de la Universidad de Harvard. Habrá que seguimos de cerca sus búsquedas.