Back La llamada de Yavé

La llamada de Yavé

19.02.2019

 

Título original: La llamada de Yavé; Dirección: Jose Antonio Guardiola; Año: 2013; País: España; Duración: 40 minutos

Sinopsis: El equipo de En portada se adentra en Mea Shearim para descubrir la particular forma de vida de las más de 10.000 familias jaredís que habitan en ella. Dentro del barrio ultraortodoxo la vida sigue anclada en el siglo XIX y es la ley de la Torá la que guía la esfera pública y privada. A lo largo del documental se describen las costumbres de la comunidad jaredí, así como la postura enfrentada que tienen con parte de los judíos fuera de la vecindad. El enfoque que aporta el judaísmo histórico sobre la construcción del Estado de Israel forma también parte del choque jaredí con la postura oficial del gobierno, y plantea una controvertida solución para poner fin al conflicto con Palestina.

Judaísmo ultraortodoxo, judaísmo ortodoxo, sionismo, judaísmo, la Torá, diáspora, conflicto Israel-Palestina

 

La mirada jaredí del Estado de Israel

Ana García Valdivia

Máster en Periodismo Político Internacional

Universitat Pompeu Fabra / Barcelona School of Management

El tiempo, en vez de avanzar, parece retroceder. Palabras que describen la inmersión en Mea Shearim, un barrio al Norte de Jerusalén que vive anclado en el pasado. La comunidad jaredí habita con exclusividad esta parte de la ciudad, cuya existencia pone de manifiesto el duelo entre aquellos que desean un Estado secular y los que abogan por aplicar la ley del Yavé en el ámbito público y privado de Israel.

Jaredí es el nombre por el que se conocen a los judíos ultraortodoxos, su principal característica es el rechazo a la modernidad y el cumplimiento estricto de las reglas del Torá en su día a día (ley divina dictada por Moisés al pueblo judío). Para ellos, rescatar las costumbres de sus antepasados es fundamental para mantener la esencia del judaísmo, cuya normalización con las formas de vida contemporáneas es vista como una amenaza. La indumentaria negra y blanca, el cabello de las mujeres tapado u oculto tras una peluca y los casamenteros como mediadores matrimoniales son muestras con las que se adivina la entrada al barrio, donde el único medio de comunicación con el mundo exterior libre de pecado son los pasquines de las paredes.

Las fuertes convicciones de los jaredís provocan enfrentamientos, a veces violentos, con el resto de los judíos israelís. El Rabino Gillad Kariv, del Movimiento reformista del Judaismo, describe la lucha política y legal dentro de Israel para evitar que este grupo imponga sus valores al resto de la sociedad, entre ellos el rol de género. Para los jaredís, el hombre es considerado líder espiritual, y como tal, pasa la mayor parte de su tiempo estudiando los libros sagrados mientras que la mujer es la se ocupa de traer dinero a casa, aunque su función principal en la comunidad es reproducirse (los jaredís tienen de media entre 7 y 12 hijos). La escritora y periodista Anna García explica cómo la segregación sexual está presente dentro del hogar, los hombres no tocan a las mujeres durante su periodo menstrual por ser considerarla impura, y fuera, donde las tiendas y autobuses ofrecen espacios separados para ambos sexos.

La particularidad de los judíos ultraortodoxos no solo presenta un reto dentro de Jerusalén, donde ya representan un cuarto de la población, o de Israel, donde devuelven protagonismo al debate entre Estado teocrático o democrático. Esta manera de concebir el mundo también tiene un impacto en las relaciones internacionales, y es especialmente interesante el enfoque que aportan los jaredís sobre el conflicto con Palestina, dado que, de imponerse este planteamiento en la sociedad judía, alteraría el orden internacional que hoy conocemos.

A pesar de que el judaísmo ultraortodoxo se presenta como una corriente del judaísmo ortodoxo, existe una diferencia fundamental más allá del grado de devoción religiosa. Los judíos ortodoxos, además de haber adoptado su forma de vida a la contemporánea, generalmente ligan el judaísmo al sionismo. La gran mayoría defiende la creación del Estado de Israel en base a razones histórico-religiosas, una postura que explica en cierto modo el radicalismo con el que parte de la comunidad judía aborda el conflicto palestino-israelí.

Los judíos ultraortodoxos o jaredís, al contrario, son unos fuertes opositores a la creación del Estado de Israel. Para esta comunidad, mientras no se revele el mesías, los judíos no tienen derecho a establecer su propio Estado. Haberse asentado en el territorio sagrado, del que fueron expulsados por sus pecados, es visto como una herejía. “Somos judíos, no sionistas” anuncia un letrero en la entrada de la casa del rabino Meir Hirsh. El líder del movimiento Naturei Karta (Guardianes de la Ciudad en arameo) critica en el documental el mensaje que envían los sionistas: “Ya estuviste demasiado tiempo en la diáspora después de la destrucción del templo, ahora sois otro pueblo, os haremos un país”. Para Hirsh, esta nueva interpretación va en contra de las creencias de la Torá.

Es paradójico que la comunidad más radical en lo religioso, que sigue a rajatabla las costumbres de los textos sagrados, sea, a su vez, la mayor crítica del Estado de Israel. Durante muchos años, la minoría de Naturei Karta ha mantenido fuertes lazos de amistad con los miembros de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), entre ellos Yasser Arafat, quien fue amigo cercano del rabino. Para Hirish, la solución al conflicto israelí-palestino es sencilla: “Lo justo y correcto es devolver toda palestina a los palestinos, y ellos gobernarán sobre toda esta tierra. No las fronteras del 67 (establecidas tras la guerra de los Seis Días), queremos las fronteras del 47 (antes de la división establecida por las Naciones Unidas, cuando todo el territorio era considerado palestino bajo el mandato británico). En realidad, ellos son los dueños legítimos y nosotros tenemos que seguir en la diáspora por orden divina. Mientras Dios no nos redimas y traiga al mesías, estamos obligados a estar en la diáspora”. Como él, muchos ultraortodoxos se posicionan a favor del establecimiento de un Estado Palestino bajo la soberanía de la Autoridad Nacional (ANP).

 

Estamos ante dos visiones que se desarrollan con un cimiento religioso, pero desembocan en interpretaciones del orden mundial completamente opuestas: el judaísmo histórico frente a sionismo. Es interesante como el radicalismo religioso se puede transformar en una herramienta para desmontar el discurso sionista, que en tantas ocasiones acude a la Torá para justificar la ocupación del territorio palestino con argumentos histórico-religiosos.  En este sentido, los jaredís y los judíos laicos comparten una postura que acabaría con las violaciones del derecho internacional hechas por el Estado de Israel con su política de asentamientos.

Sin embargo, la condena divina que reclaman los jaredís no aporta una solución digna para las dos partes, puesto que vuelve a privar a una de ellas de un Estado soberano. Además, hay que tener en cuenta que una parte considerable de los jaredís se mantienen al margen del conflicto palestino-israelí debido a la dependencia de muchas comunidades con la recepción de ayudas gubernamentales para su subsistencia.

En cualquier caso, la tasa de natalidad de los jaredís es un indicador de que esta comunidad pondrá a prueba la solidez de los valores de la democracia liberal y secular de los Estados en los que viven y, en un futuro, quizás se conviertan en un actor de peso en las relaciones internacionales, especialmente en lo que respecta a su vecino, Palestina.

Multimedia

Categories:

SDG - Sustainable Development Goals:

Els ODS a la UPF

Contact