LAO ZI (老子) - El Viejo Niño montando un ciervo
LAO ZI (老子) - El Viejo Niño montando un ciervo
«El Hombre Grande hace cuerpo con aquél que modela a los seres.
Nació con el Cielo y la Tierra y retoza en las fluctuaciones del tiempo.
Actuando con el Dao, se transforma, se dispersa y se concentra;
Su forma no tiene constancia.»
Ruan Ji, Biografía del Hombre Grande (Daren xiansheng zhuan)
Lao zi (老子), literalmente el «Viejo Maestro», sabio y figura mítico-legendaria de la China antigua, es considerado como fundador del daoísmo y presunto autor del Daode jing, (道德 經), la «Urdimbre del Curso y de su Eficiencia». En el Shiji (史記), las «Memorias históricas» del historiador Sima Qian, aparece por primera vez una biografía de Lao zi, que según Schipper « Représente déjà un effort en vue de regrouper plusieurs traditions légendaires différentes[1] ». La iconografía tradicional china representa a Lao zi montando un buey de agua, considerado el animal Yin, Am (陰) por excelencia. Sin embargo, en esta miniatura de la Chrestomatie annamite, el Viejo Maestro aparece montando un ciervo, símbolo del Bodhisattva («ser del despertar» o «aquel cuya mente se halla despierta y actúa con coraje»), ideal humano y trascendental del buddhismo Mahāyāna («Gran Vehículo») y de su forma Vajrayāna («Vehículo de Diamante»):
Le cerf est aussi l’annonciateur de la lumière, il guide vers la clarté du jour. [En los Jâtaka buddhistas, los relatos de las existencias anteriores de Buddha] Le cerf d’or n’y est autre que le Bodhisattva lui-même, sauvant les hommes du désespoir, apaisant leurs passions. Les gazelles de Bénarès (symboles du premier sermon) sont aussi des cerfs : la force du cerf sauvage (Wang-tchou), c’est la puissance de l’Enseignement et de l’Ascèse du Maître, qui se répand avec la rapidité d’un coursier et n’est pas sans inspirer par ses difficultés une certaine crainte. [...] Les innombrables cerfs et biches en liberté, à Nara [...] par leur totale absence de crainte, évoquent une sorte de retour à la pureté primordiale, qui comporte la familiarité avec les animaux. [...] Il existe encore d’autres significations, d’intérêt moindre, comme l’attribution par les Chinois au bois de cerf d’une vertu aphrodisiaque. Ce qui n’est pourtant pas indifférent, dans la mesure où cette drogue est censée nourrir le yang : nous nous approchons des techniques d’immortalité. On trouve aussi mention d’un symbole de longévité, mais surtout de prospérité, fondé sur les habituels calembours populaires, car lou signifie à la fois cerf et émoluments.[2]
El ciervo encarna el Bodhisattva y representa, por lo tanto, tanto la luz de la Enseñanza —el Dharma—, y de la Iluminación búddhica como la Pureza Primordial y la vitalidad afrodisíaca y celeste de las técnicas de inmortalidad daóicas. La presencia de un niño o joven discípulo junto al Maestro no es baladí. No sólo encarnan, juntos, el arquetípico binomio maestro-discípulo[3] clave en la transmisión y perpetuación de toda enseñanza, ya sea ésta exotérica o esotérica, sino que el niño alude precisamente a algunos valores fundamentales del daoísmo, así como a sus prácticas de alquimia interna y respiración embrionaria, el místico regressus ad uterum del cuerpo-mente, del mente-cuerpo, al génesis de toda vida y a la consciencia primordial:
Enfance est symbole d’innocence : c’est l’état antérieur à la faute, donc l’état édénique, symbolisé en diverses traditions par le retour à l’état embryonnaire, dont l’enfance demeure proche. Enfance est symbole de simplicité naturelle, de spontanéité, et c’est le sens que lui donne le taoïsme : Malgré votre grand âge, vous avez la fraîcheur d’un enfant (Tchouang-tseu, ch.6). L’enfant [el maestro regenerado por la ascesis] est spontané, paisible, concentré, sans intention ni arrière-pensée (Lao-tseu, 55, commenté dans Tchouang-tseu, ch. 23).[4]
Por otro lado, el joven seguidor lleva un bastón con una calabaza portadora del elixir de la inmortalidad, atributo característico de los Inmortales daoístas. La presencia del niño también es una figuración metonímica del propio Lao zi, conocido también como «Viejo Niño». En sus hagiografías, son numerosos y relevantes los relatos prodigiosos sobre su gestación y nacimiento milagrosos, que anuncian una longevidad correspondiente a la del Cielo y de la Tierra:
La vie intérieure est proportionnellement équivalente à l’existence extérieure. Le cycle de la gestation étant le modèle absolu du temps, sa longueur détermine la longévité dans le monde. Dix lunaisons correspondent au temps d’un être humain normal, mais les sujets exceptionnels connaissent une gestation plus longue. Les héros divins sont portés douze mois, les grands sages dix-huit. La vie intérieure de Lao-tseu, le Vieil Enfant — quatre-vingt-un ans — correspond à une longévité qui durera autant que le Ciel et la Terre.[5]
Lao zi —que nace con la barba, las cejas y la cabellera blanca— es el sabio arborescente que encarna y expresa la Totalidad. En este sentido, Cristo y Lao zi, «Cuerpo del Dao», son equivalentes homeomórficos de sus respectivas tradiciones. Como escribe Schipper, en la mística del Zhuang zi —como en la teología del daoísmo antiguo— el Cuerpo Cósmico del Viejo Maestro es la imagen del universo entero. Estas representaciones provienen de un fondo mítico muy antiguo del cual aún nos quedan algunos fragmentos.[6] Según la tradición oral daoísta, existen numerosas versiones sobre el relato teogónico de la vida anterior, la interioridad que precede y determina la exterioridad, un axioma enunciado numerosas veces en el Zhuang zi; antes de ser un cuerpo de este mundo, el cuerpo de Lao zi es un cuerpo teológico, una hierofanía del Dao.[7] Todas las versiones de su nacimiento desembocan en el mismo mito de la Madre, expresión de la Matriz Primigenia, la «Madre Ciruelo» (li), «Hija de Jade del Misterio Oscuro». Como señala Schipper, el relato del nacimiento de Lao zi es un relato escandaloso —sería su propia madre la que le enseña las técnicas sexuales— y un discurso iniciático. Ofrecemos aquí una versión sintética y comentada de dicho nacimiento fabuloso[8]:
Había una vieja mujer que formaba parte del clan de los Puros. El Viejo Señor [«Lao kiun», Lao zi antes de su nacimiento] no tenía apellido propio. Al inicio, se trata de una encarnación, una mutación, una transformación en una mujer que no había conocido hombre alguno; sin embargo, se hallaba embarazada, pues había absorbido una gota de rocío dulce [«Kan-lou», rocío dulce, es el término chino para la ambrosía; nótese la resonancia invertida entre esta expresión y «Lao kiun», el nombre de Lao zi antes de nacer]. Durante el día, su vientre se henchía; durante la noche no era el caso, pues el Viejo Señor abandonaba su cuerpo para estudiar el Dao, por lo que no estaba allí. Encarnado como embrión en el cuerpo de su madre, deseó esperar un día durante el cual no hubiera en el mundo nacimiento ni muerte alguna, cuando el ciclo cósmico completo y total se realizara. Nació el quinceno día de la segunda luna. Vino al mundo por la axila de su madre.
Este detalle del relato, el hecho de venir al mundo a través de la axila de su madre, recuerda el del nacimiento de Buddha, que nace del flanco derecho de su madre. Aunque la China antigua conociera ya este tema mitológico para el nacimiento del héroe, consideramos que este elemento refuerza la asimilación entre Lao zi y Buddha, que según algunas leyendas, serían el mismo personaje; al dirigirse montado en un buey de agua hacia el Oeste para abandonar el mundo, Lao zi se habría transformado en Buddha; el ciervo que monta Lao zi en la miniatura de la crestomatía parece confirmar simbólicamente esta transmutación; al convertirse en Buddha, también su montura debe transformarse en el ciervo de oro[9], Guardián del Dharma y representación simbólica del Bodhisattva. Por otro lado, si bien la primera revelación del Dao (esotérica y mistérica) tiene lugar en el seno del cuerpo de su madre — recordemos que Lao zi no tiene padre; de hecho, Lao zi es su propia madre, pues Viejo Señor, Madre y Viejo Niño son consubstanciales; él mismo transformó su cuerpo de vacuidad en la forma de la Madre Li, como el horno alquímico o la crisálida que incuba y realiza la gestación y la transmutación vital, pues el cuerpo del Dao atraviesa transformaciones sucesivas y alternativas; se trata pues de una continuidad que es una trans-substancialidad[10]—, la segunda revelación del Dao, pues, es la composición y transmisión del Daode jing, que tiene lugar en el momento en el que Lao zi decide abandonar el mundo conocido dirigiéndose a las lejanas tierras del Oeste, lo que indica el inicio de la difusión exotérica y universal del Dao, que se hace corresponder, aquí, con su transformación en Buddha y la transmisión de su Enseñanza; por lo tanto, si el buey de agua, el animal Yin (Am) por excelencia, corresponde a la Matriz Oscura y a la primera revelación del Dao, el ciervo de oro, puramente Yang (Duong), corresponde a la Enseñanza universal del Dao, que se identifica y asimila aquí con el Dharma búddhico.
Así, Lao zi «el Oscuro» —que deviene el Bodhisattva, el «Iluminado»— volvería a expresar en sí mismo el ciclo cósmico con las dos energías fundamentales; la receptividad, el recogimiento, la noche, el frío y el misterio de la Feminidad Oscura y del Espíritu del Valle, por un lado, y, por el otro, la actividad, la expansividad, el día, el calor y el desvelamiento de la masculinidad luminosa del Cielo, las dos vertientes de la misma montaña, las dos fases fundamentales del ciclo vital regido por el Dao. Tal y como nos dice la Crestomatía Anamita de Edmond Nordeman, Lao zi aparece con un rollo abierto que sostiene en sus manos y en el que hallamos el Thai-cuc-do, la «figura del Caos» en vietnamita —el taìjítú (太極圖) chino— que según él significa que este Gran Sabio fue un gran conocedor de las ciencias físicas, de la estructura cosmológica del Universo y del quehacer íntimo de la Vida.
[11]
[1]Schipper, K., « LAOZI [LAO-TSEU] », Encyclopædia Universalis [en ligne], consulté le 18 janvier 2019. URL : http://www.universalis.fr/encyclopedie/laozi-lao-tseu/
[2] Dictionnaire des symboles… p. 196.
[3] Véase el magnífico libro ilustrado Zeng, F. & Javary, C. (2005). Le Vieux sage et l'enfant. París: Albin Michel.
[4] Dictionnaire des symboles… p. 404.
[5] Schipper…, p. 161.
[6] Ídem, p. 156.
[7] Ídem, 162.
[8] Para el relato completo véase: Lao-tseu, corps du Tao en Schipper… p. 155.
[9] La piel moteada del ciervo que monta Lao zi en la miniatura es sin duda el pelaje del ciervo axis, el cuadrúpedo que da cuerpo al ki-lin fabuloso de la mitología sino-vietnamita, el animal de buen augurio por excelencia que anuncia la venida de los grandes sabios y de una prosperidad perfecta; el ki-lin se considera un modelo de gran compasión, bondad, gracia y nobleza. Sus patas no hieren ser vivo alguno. Véase; Chrestomatie annamite… p. 202.
[10] Schipper… 165.
[11] Paléologue, M. (1887). L'Art chinois. París: Ancienne maison Quantin, p. 58.