Cristina Cols, miembro del personal de administración y servicios de la Biblioteca del campus del Poblenou, y Christian Jacquemot hace años que se conocen y que colaboran con la entidad Agua para el Sahel. En esta entrevista nos explicarán algo más sobre su experiencia y el proyecto que han presentado y que ha recibido otorgamiento para ejecutarse durante el 2022. 

Entrevista

¿Qué te hizo ser miembro de Agua para el Sahel y qué papel tenéis dentro de la organización?

[Cristina] Hacía tiempo que mantenía contacto y que estaba interesada en todo el conflicto del pueblo saharauí, pero no fue hasta que, hablando con Christian, que participaba activamente con la ONG Agua para el Sahel, vi que también podía dar un golpe de mano. Así pues, hace cinco años que colaboro con tareas administrativas y de seguimiento de los proyectos, ya sea revisión de facturas y presupuesto, actualización de base de datos, entre otros.

[Christian] Apasionado de los viajes, que favorecen los encuentros humanos, he sentido durante mucho tiempo la necesidad de compartir el ocio y la ayuda con personas en dificultades. Hace quince años, gracias a amigos comunes, he conocido Agua para el Sahel y las acciones de cooperación que la ONG hacía en Burkina Faso. La manera de abordar los proyectos con las asociaciones y las autoridades locales, el hecho de dedicar prácticamente el 100% de los recursos económicos a la ayuda, la proximidad con los beneficiarios me han convencido que Agua para el Sahel era la mejor manera de implicarse en proyectos de cooperación y solidaridad. Actualmente, soy responsable de los proyectos de Agua para el Sahel y también tesorero. Y voluntario en una ONG francesa que actúa en Burkina Faso.

¿Nos podéis explicar a qué se dedica Agua para el Sahel y hacer un breve resumen del proyecto “Derecho al agua y salud: rehabilitación de un pozo de agua potable”?

Agua para el Sahel es una pequeña ONG que está en contacto directo con otras ONG locales, especialmente con aquellas que se centran en cubrir necesidades básicas en cuanto al abastecimiento del agua y, sobre todo, en zonas rurales, donde a veces no llegan tantas ayudas como las grandes ciudades. Así pues, gran parte de nuestra tarea es buscar financiación para poder ayudar y salir adelante proyectos que se están llevando a cabo localmente en este ámbito.

En este caso, el proyecto “Derecho al agua y salud: rehabilitación de un pozo de agua potable” se centra a mejorar las condiciones de acceso al agua potable con la rehabilitación de un pozo en Hiela (Burkina Faso), para que se cumplan las recomendaciones de la OMS en cuanto a la calidad del agua: garantizar que sea potable, que disfrute de protección para evitar la contaminación y que se encuentre a menos de 500 metros de distancia del poblado…

De este modo, se busca conseguir dos grandes objetivos: por un lado, disminuir el número de enfermedades infecciosas derivadas del agua contaminada y, por lo tanto, la mortalidad infantil, asociada en esta problemática; y, por otra banda, reducir la sobrecarga de trabajo de mujeres y niños (especialmente niñas), y aumentar así su tiempo libre y sus posibilidades de empoderamiento y escolarización que, además, repercute favorablemente en la economía familiar.

¿Ha afectado la Covid-19 en la planificación del proyecto? ¿Se prevé que tenga algún impacto?

En general, la sensación es que la Covid-19 ha afectado poco a la zona donde nosotros trabajamos. Sí que es verdad que durante los primeros meses de confinamiento del 2020 se tuvieron que parar algunos proyectos porque no llegaba el suministro o trabajadores de las grandes ciudades, donde sí que había más restricciones. También los voluntarios de aquí nos quedamos sin poder ir, pero a día de hoy pasa desapercibida entre otras enfermedades como por ejemplo la malaria. En este sentido, no se prevé que tenga ningún tipo de impacto en el proyecto actual. En cambio, sí que nos hemos encontrado que hemos tenido que cambiar la localidad de algunos proyectos por temas de seguridad, por amenazas de terrorismo a la zona, por ejemplo.

Sabemos que el proyecto trabaja de acuerdo con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) y la Agenda 2030. ¿Hasta qué punto crees que el ámbito de la cooperación los tiene presentes?

Desde Agua para el Sahel ya hace años que trabajamos en la línea de los objetivos de desarrollo sostenible, muy especialmente con el ODS 6. Agua limpia y saneamiento; pero, en este caso, también con el ODS 5. Igualdad de género, y el ODS 10. Reducción de las desigualdades. En el ámbito de la cooperación hay muchos proyectos que están alineados con la Agenda 2030 y que, muchas veces, acaban tocando diferentes ODS, tanto directamente como indirectamente. En este sentido, por ejemplo, sabemos que nuestro proyecto tendrá un impacto positivo en otras asociaciones locales que tienen proyectos diversos y que están alineados con diferentes ODS que nosotros no tocamos directamente. Por lo tanto, están muy presentes en cada uno de los proyectos.

Como miembro de la comunidad universitaria, ¿cuál crees que es el papel de las universidades en el ámbito de la solidaridad, cooperación y el desarrollo sostenible?

Bien, para empezar, la posibilidad de hacer aportaciones económicas a proyectos de solidaridad y cooperación como el caso de las ayudas de la convocatoria de UPF Solidaria, ya es una manera de colaborar en este tipo de proyectos. También, puede tener un papel importante en cuanto a la visibilidad y difusión, especialmente importante en el caso de las ONG pequeñas como la nuestra, que quizás no tienen tanta repercusión habitualmente. Esto puede ayudar a canalizar el interés de estudiantes hacia este ámbito a partir de dar a conocer diferentes maneras de participar y pasar a la acción. Por otro lado, también puede ayudar a sensibilizar aquella parte de la comunidad universitaria que quizás no está tan concienciada. Por lo tanto, las universidades pueden ayudar a complementar la formación que habitualmente ofrecen con actividades y espacios donde se fomente la solidaridad, la cooperación y el desarrollo sostenible.