Oriol Pueyo es estudiante de tercer curso del grado en Administración y Dirección de Empresas de la UPF y también es el presidente de la asociación estudiantil UPF Entrepreneurship Society. Formar parte del 10% de la población española que sufre dislexia, hecho que le ha supuesto un esfuerzo extra a la hora de llegar a la universidad.

- ¿Cuál es la misión de la UPF Entrepreneurship Society?

Básicamente ayudar a los estudiantes a ver la emprendeduría como una salida profesional. Por eso, a lo largo del año hacemos conferencias con emprendedores que inspiren a los jóvenes a tener ideas y con empresas y start-ups que les enseñen pequeñas utilidades a la hora de emprender.

- ¿Son emprendedores, los universitarios catalanes?

En comparación con el resto de estudiantes del mundo, les cuesta bastante. Aquí, la mayoría de gente quiere acabar trabajando en una consultora o en una gran empresa; por tanto, no se considera la emprendeduría como una posibilidad.

- También encuentran otras dificultades añadidas. ¿Cuáles son?

En España es muy complicado conseguir financiación; pero el problema real es nuestro sistema educativo, que es muy memorístico. Esto comporta que la gente solo piense en sacar buenas notas y en encontrar un buen trabajo, y no en ir más allá de los conocimientos que le han enseñado.

- La falta de emprendeduría, ¿se debe al miedo al fracaso?

Sí, pero es un miedo inducido por este sistema. En España, un suspenso es visto como un fracaso. Esto hace que el hecho de emprender y no tener éxito sea un asunto muy serio. En cambio, a mí me gusta más el pensamiento de los anglosajones, que creen que fracasar no es un problema, sino una oportunidad para aprender.

- ¿Qué se puede hacer para cambiar esta visión?

Por un lado, hacen falta herramientas y asignaturas más útiles de cara al emprendeduría. Los programas de estudio de las universidades deberían ser más creativos, y no tan orientados a replicar en un examen un conjunto de conocimientos memorizados. Por el otro, haría falta aumentar el presupuesto de unidades como la UPF Business Shuttle, que fomentan el espíritu emprendedor entre la comunidad universitaria.

"Los programas de estudio de las universidades deberían ser más creativos, y no tan memorísticos".

- A finales de abril, representaste a la UPF Entrepreneurship Society en un acto en el Parlament. ¿Cuál fue vuestro mensaje?

En primer lugar, pedimos una cooperación entre universidades que de más facilidades a los jóvenes emprendedores y que fomente la emprendeduría desde dentro de las aulas. Y, en segundo lugar, reclamamos una mejor integración de los disléxicos en el sistema educativo.

- ¿De qué manera se les discrimina?

Una persona disléxica concentra las actividades cerebrales en las partes izquierda y frontal del cerebro, las que se ocupan del razonamiento más creativo. Esto hace que necesite más tiempo para procesar actividades que requieren un razonamiento más analítico, como la lectura, las matemáticas o la memorización. Por lo tanto, un sistema educativo como el nuestro elimina automáticamente a quien no se adapta al razonamiento analítico. De hecho, aunque un 10% de la población española es disléxica, son muy pocos los que llegan a la Universidad.

- La mentalidad más creativa de un disléxico, ¿puede suponer una oportunidad a la hora de emprender?

Podríamos decirlo así. Los disléxicos son personas que, para pasar el filtro de la escuela, han tenido que esforzarse más. Están acostumbradas a trabajar al máximo. Por otro lado, al ser personas más creativas, tienen más facilidad para tener ideas innovadoras y ponerlas en práctica. Pero es una cosa de extremos. En Estados Unidos, por ejemplo, el 30% de los emprendedores son disléxicos. Pero se calcula que el 50% de los presos también lo son. Te las puedes arreglar o muy bien o muy mal.