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Mobilitat rural sostenible

Carlos Moreno, alumni UPF del Grado en Ciencias Políticas y de la Administración, escribe en el Blog Alumni UPF sobre el mundo rural y la movilidad sostenible

01.03.2023

 

Una casa cerca de la naturaleza, un huerto de autoconsumo, una red de vecinos fuerte y solidaria y mil formas de hacer de ese espacio un lugar mejor en el que vivir… Todas estas características del mundo rural son indudablemente atractivas para muchos de nosotros y además tienen un gran potencial para lograr un desarrollo sostenible comprehensivo. Un aumento del atractivo de desarrollar una vida payesa fomentaría la agricultura y la ganadería de proximidad, a la vez que otorgaría vitalidad y medios para el desarrollo de una economía rural. Con todo, estos espacios deshabitados podrían repoblarse, recuperando así la riqueza del territorio y reduciendo la alta densidad y las externalidades negativas de las grandes ciudades como Barcelona y su metrópolis.

Pero antes de adentrarnos en nuestra nueva vida sostenible, pensemos un momento. ¿Cómo vamos y volvemos del campo?

El campo, un entorno coche-dependiente

Cualquiera que haya permanecido un tiempo en entornos rurales podrá relatar que no son lugares especialmente accesibles, pues se encuentran alejados de los núcleos urbanos y las carreteras que nos llevan hasta ellos son en muchas ocasiones más que sinuosas. Podrá relatar también que muy a menudo “el pueblo se queda corto” para cubrir nuestras necesidades, lo que nos obliga a salir de él con frecuencia para ir a comprar, asistir a una visita médica e ir a trabajar o a estudiar. Además, debido a que las áreas rurales tienen una muy baja densidad de población, no alcanzan la masa crítica para hacer rentable una línea de transporte público regular que cubra los desplazamientos.

Estas características hacen de este espacio un entorno coche-dependiente, un gran hándicap que hace de la movilidad rural algo ni sostenible ni inclusivo.

Ni sostenible ni inclusivo

Por un lado, sugiero que no es sostenible porque la dependencia del vehículo privado para moverse viene acompañada de un crecimiento del parque de vehículos por encima de la media, hecho que resulta doblemente perjudicial. En primer lugar, incentiva y justifica el uso de vehículos antiguos y muy contaminantes, tales como los que acostumbramos a ver en estos entornos. En segundo lugar, es un agravante que el uso de este tipo de vehículos sea cotidiano y tenga como objetivo cubrir distancias medianamente largas, normalmente hasta los grandes núcleos urbanos, donde se encuentran concentrados los servicios. 

Por otro lado, digo que no es inclusivo porque la dependencia del coche de propiedad en los municipios rurales produce una exclusión directa en las posibilidades de movilidad de los ciudadanos más jóvenes y de los más mayores, así como de los que carecen de cierto nivel económico. Para poder formar parte del colectivo de conductores es necesario haber pasado ciertos filtros; disponer de carné de conducir es algo exclusivo. Por un lado, se excluyen todos aquellos ciudadanos que tienen menos de 18 años, así como aquellos que por edad o por impedimentos físicos o mentales carecen de las habilidades básicas para la conducción. Del otro lado, quedarán también excluidos aquellos que no dispongan de suficiente poder económico como para poder pagar los costes que supone acceder al permiso de conducción, al mantenimiento de un vehículo propio y al pago del combustible.


 

He aquí el gran riesgo de la movilidad en los entornos rurales: la combinación de las desventajas sociales y las desventajas de transporte son el principal generador de la carencia de opciones de movilidad, repercutiendo en la capacidad de las personas afectadas de acceder a todo tipo de oportunidades.

La inaccesibilidad física al mundo laboral, al capital social, a los bienes y a los servicios, genera una exclusión social que retroalimenta las desventajas sociales y de transporte, formando un círculo vicioso.

Objetivo: mitigar los inconvenientes de la movilidad rural

No obstante, hoy más que nunca contamos con iniciativas que tienen como objetivo mitigar las desventajas de la movilidad rural, incidiendo en lo que yo considero las cuatro grandes prioridades para hacer del campo un lugar accesible:

  • Reducir la presión económica de la movilidad: disponer de alternativas al vehículo privado propio y dar opciones a las personas que no pueden acceder al permiso de conducción por razones socioeconómicas.
  • Movilidad 8/80: facilitar la movilidad a los más pequeños y a los más mayores. Hacer que el transporte sea accesible independientemente de la edad o la condición física de la persona.
  • Reducir la huella de carbono: que el servicio esté alineado con las políticas de emergencia climática del territorio y busque reducir el consumo energético.
  • Aproximar a las personas a su destino en un tiempo razonable.

Los grandes exponentes de la movilidad rural sostenible y accesible se caracterizan por quitarle importancia al carnet de conducir, compensar la falta de transporte colectivo público y agregar varios desplazamientos individuales para hacer uno colectivo. Éstos son principalmente seis:

  1. Car-sharing: su significado es literalmente compartir coche, con la peculiaridad de que se hace a través de empresas que disponen de vehículos para alquilar mediante aplicaciones móviles que ponen en contacto a los usuarios.
  2. Car-pooling: consiste en que varias personas viajen con el mismo vehículo cuando su destino sea el mismo o quede próximo. La finalidad es evitar el uso de varios coches para un mismo trayecto.
  3. Ride-hailing: significa "solicitar un trayecto". Se diferencia del car-pooling en que en el conductor opera con licencia VTC (Vehículo de Transporte con Conductor), es decir, son conductores profesionales. Los taxis, por ejemplo, usan el ride-hailing para operar.
  4. Ride-sharing: es idéntico al ride-hailing con la diferencia de que se comparte el desplazamiento, así como sus costes, con otros usuarios. 
  5. Bike-sharing: se traduce al castellano como bicicleta compartida. Esta práctica forma parte de las corrientes de micro-movilidad (es decir, para distancias cortas), que trata de facilitar el acceso a las bicicletas para consolidarlas como modo de transporte para pequeños desplazamientos; por ejemplo, entre pueblos o entre las partes de una misma localidad.
  6. El Transporte a Demanda: es un sistema de servicio público de transporte que se planifica de acuerdo con las necesidades de las personas usuarias, cubriendo la ruta y las plazas demandadas por la población, sin seguir un recorrido fijo preestablecido.

En definitiva, el mundo rural tiene un importante papel en el desarrollo sostenible del planeta. No obstante, debemos ser conscientes de las externalidades y limitaciones de su movilidad y tratar de incidir en ellas. Si logramos limar las desventajas de moverse en estos espacios, estaremos un paso más cerca de conseguir la neutralidad en los desplazamientos y de aprovechar el potencial que guarda el entorno rural para hacer que el binomio desarrollo sostenible no sea solo una fábula.

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Carlos Moreno

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