4. Calidoscopio

Una perspectiva interdisciplinaria para la gestión sostenible de nuestro planeta

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Humberto Llavador

Humberto Llavador, profesor del Departamento de Economía y Empresa de la UPF

Los seres humanos somos capaces, quizá por primera vez en la historia, de cambiar, globalmente, el planeta en que vivimos. Tanto es así, que Paul Crutzen (premio Nobel de química) y Eugene F. Stoermer han propuesto llamar la época geológica actual como el antropoceno o "época del ser humano", una propuesta que ha ido ganando fuerza desde la su publicación, en el año 2000.1

Esta capacidad de transformación global ha producido que seamos la principal causa de nuestros mayores problemas. Nuestros errores se encuentran detrás del cambio climático, el hambre o la relevancia y propagación de muchas enfermedades que no serían problemas graves si no fuera por nuestras acciones o inacciones. Por ejemplo, según un reciente estudio de la Harvard Medical School, en 2015 se produjeron 8 millones de muertes prematuras que se podrían haber prevenido mediante intervenciones en salud pública.2

Por suerte, esta mayor capacidad de generar problemas globales viene acompañada por un conocimiento sin precedentes de sus causas, sus consecuencias y, diría, sus soluciones.

Consideremos el caso del aumento de la temperatura media de la Tierra como consecuencia de la acumulación de carbono en la atmósfera: el cambio climático. Su origen se encuentra en las emisiones antropogénicas de gases invernadero. Sus consecuencias son económicas y sociales: se ha encontrado que aumentos en la temperatura media y los picos de calor están asociados no sólo a una mayor mortalidad y una disminución de la productividad de las cosechas y del trabajo (bajas por enfermedad, absentismo laboral...), sino también a incrementos en los conflictos sociales, las tasas de crimen, el número de violaciones e, incluso, como curiosidad, en el uso de obscenidades en los medios de comunicación.3 Finalmente, sabemos que la solución debe pasar por la reducción de las emisiones. Por lo tanto, hemos resuelto los principales problemas tecnológicos y económicos, y hemos convertido el cambio climático en un problema político y social.

Pero los problemas políticos y sociales relacionados con el cambio climático no se pueden resolver independientemente de los aspectos tecnológicos y económicos, y requieren de una perspectiva interdisciplinaria. Ni los económicos y tecnológicos pueden abandonar los políticos y sociales. De hecho, las discusiones más acaloradas entre los economistas del cambio climático se han centrado en temas con un alto contenido ético: la comparación de bienestar intergeneracional (con especial énfasis en la tasa de descuento), el peso que ha de recibir la desigualdad o la misma medición del bienestar.

Una visión interdisciplinaria puede, además, derivar en nuevos planteamientos. Por ejemplo, en vez de buscar el desarrollo en la profundización de la democracia, desde la esfera política, y en la reducción de las desigualdades económicas, tal vez deberíamos plantearnos reducir las desigualdades políticas y profundizar en la democratización de los procesos económicos.

La comunidad científica se enfrenta, pues, al difícil reto de guiar a la humanidad hacia una gestión sostenible de nuestro planeta. Por ello, los esfuerzos de los científicos internacionales deberán guiarse por objetivos y preguntas comunes que requerirán de la colaboración entre expertos de diferentes disciplinas y temáticas. Es posible que este sea nuestro principal nuevo reto: en un mundo caracterizado por la especialización, nos encontramos con que nuestros mayores problemas son globales e interdisciplinarios.

 

1 Crutzen, P. J .; Stoermer, E. F. "The 'Anthropocene". Global Change Newsletter, 41. 2000. Pág. 17-18.

2 DOI: 10.1377 / hlthaff.2017.1233.

3 DOI: 10.1126 / science.aad9837.