Atrás ¿Consumimos más agua de la que disponemos?

¿Consumimos más agua de la que disponemos?

España tiene un nivel de estrés hídrico del 42,6%, un valor considerado “alto”, según el World Resources Institute

 

MIGUEL GÓMEZ, AROA TORT Y SOFÍA VERÁSTEGUI

14.10.2021

Imatge inicial

“La ciudadanía tiene una relación muy fugaz con el agua. Abrimos el grifo y el agua se marcha en un segundo”. Así explica Gonzalo Delacámara, experto internacional en gestión económica de los recursos naturales y director académico del Foro Económico del Agua, cómo los españoles y españolas se relacionan con un bien tan esencial como es el agua. Un recurso que en España prácticamente está garantizado al cien por cien para todas las personas, pero que esconde algunos problemas de los que la población no suele ser consciente. “La invisibilidad en el ciclo del agua, hace que sistemáticamente la estemos infravalorando”, sentencia Delacámara.

Uno de los principales desafíos a los que en la actualidad se enfrenta el territorio español es el estrés hídrico, el que se encuentra en un nivel de 42,5%, cifra que es considerada alta, según datos del World Resources Institute, en su herramienta Aqueduct. Esto significa que el país tiene una demanda de agua dulce que corresponde a poco menos de la mitad de la disponible durante un periodo de tiempo determinado, teniendo en cuenta los niveles mínimos necesarios para preservar las masas de agua. “Es la brecha entre la disponibilidad y la demanda”, define Delacámara. Además, en algunas partes del territorio, como las cuencas del Guadalquivir, del Segura o del Júcar, los niveles alcanzan valores superiores al 80%, es decir, extremadamente altos. “Es todo un desafío”, afirma el experto.

Un problema de alcance mundial

El último informe anual elaborado por UN Water –organización perteneciente a las Naciones Unidas– señala que, aunque el problema se concentra en determinadas naciones, las consecuencias derivadas del mismo son de carácter global. En particular, más de 2.300 millones de personas viven en países con estrés hídrico, de las cuales 721 millones lo hacen en naciones que se encuentran en una situación crítica. En este sentido, Oriente Medio es la región del mundo más afectada, con casos como el de Kuwait, donde la demanda de agua respecto a la disponibilidad supera la barrera del 3.000%.Con una dependencia exterior total para garantizar el suministro de agua, el país ha logrado adaptarse a su situación de escasez extrema mediante soluciones que, a su vez, parecen estar lejos de ser adoptadas en España: al no disponer de masas de agua en su territorio, la mitad del agua que utiliza el país proviene directamente de sus desalinizadoras (en España, en cambio, las cifras de agua desalinizada no llegan a representar el 0,35% del total).

En otras zonas del mundo se ha llegado, incluso, a poner fecha al cierre completo de los grifos. Es el caso de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), una gran urbe de más de siete millones de habitantes, donde se llegó a pronosticar la falta total de agua para el 22 de abril de 2018 si su población no reducía el consumo. La mayor sequía en años provocó que el gobierno de la región restringiera el uso diario de agua a un máximo de 50 litros al día por persona –el equivalente a poner una única lavadora–. ¿Pero puede esto suceder en España? Es improbable, ya que las leyes establecen que, en momentos de escasez, siempre se debe garantizar el suministro de agua potable a la población, cerrando si fuera necesario cualquier actividad no esencial.


Más de 2.300 millones de personas viven en países con estrés hídrico; 721 millones lo hacen en naciones que se encuentran en una situación ‘crítica’


En otras zonas del mundo se ha llegado, incluso, a poner fecha al cierre completo de los grifos. Es el caso de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), una gran urbe de más de siete millones de habitantes, donde se llegó a pronosticar la falta total de agua para el 22 de abril de 2018 si su población no reducía el consumo. La mayor sequía en años provocó que el gobierno de la región restringiera el uso diario de agua a un máximo de 50 litros al día por persona –el equivalente a poner una única lavadora–. ¿Pero puede esto suceder en España? Es improbable, ya que las leyes establecen que, en momentos de escasez, siempre se debe garantizar el suministro de agua potable a la población, cerrando si fuera necesario cualquier actividad no esencial.

 

En lo referente a España, cuenta con recursos hídricos suficientes y ha disminuido su extracción de agua paulatinamente −un 17% respecto al 1977, según datos de AQUASTAT− pero no cumple con los requerimientos del caudal ambiental, hecho que provoca un aumento en el nivel de estrés hídrico. Según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el 78,4% de las 5.924 masas de agua del país están sufriendo “presiones significativas” y casi la mitad están en “mal estado”, ya sea a nivel ecológico o químico. Además, el territorio español sufre periodos intermitentes de sequía, una elevada erosión del terreno y políticas de trasvases en los que influye el aspecto económico, entre otros inconvenientes.

¿Está España convirtiéndose en un desierto?

Según datos del 2016 reunidos por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el 74% del territorio español está en riesgo de desertificación: dicho de otra manera, está expuesto a la degradación de la calidad de sus tierras áridas, semiáridas y subhúmedas secas. En concreto, este riesgo es alto o muy alto en más de 9 millones de hectáreas, correspondientes –en su mayoría– a las comunidades de Murcia, Castilla La Mancha y Extremadura.

Al profundizar en los factores que determinan el riesgo de desertificación, encontramos dos principales culpables: el cambio climático y la presión humana. Los episodios de sequía y de torrencialidad que sufren grandes partes del territorio en momentos determinados, el aumento de las temperaturas, el uso no sostenible de los recursos hídricos y la propia aridez del terreno son algunas de las razones por las cuales España se encuentra actualmente en un proceso de desertificación a marchas forzadas.

El modelo de desarrollo económico

“Hemos acumulado un problema precisamente en términos de deterioro de la calidad de las masas de agua, como resultado de no haber reflexionado suficientemente sobre la sostenibilidad de nuestro modelo de desarrollo”, sostiene Delacámara, y añade que, por esa razón, es necesario “poner la política del agua a dialogar con el modelo económico y social del país en su conjunto”. En este sentido, afirma que “en determinadas cuencas hidrográficas y en determinados sectores se ha vivido sin ser conscientes de las pautas de sostenibilidad en la gestión de los recursos hídricos”. El experto pone como ejemplo la agricultura y el turismo, dos sectores en los que conviven dos realidades muy distintas: una que apuesta por la sostenibilidad y la eficiencia de los recursos naturales, incluidos los hídricos, y otra que no es ni tan eficiente ni tan sostenible.

Y es que, a pesar de la disminución de la extracción del agua en global, el sector turístico y recreativo fue el único que incrementó el uso del agua, en un 8,7%, entre 2006 y 2018, según datos del los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Este sector incluye hoteles, alojamientos turísticos, campings, parques acuáticos, campos de golf, entre otros espacios. En este espacio de tiempo, el sector que más disminuyó su uso de agua –en porcentaje– fue el de la construcción, seguido de cerca por el de la agricultura y la ganadería (un 60% y 57% respectivamente).

Sin embargo, en lo que respecta a la eficiencia del agua, entendida como la relación entre la cantidad de agua que usa cada sector y lo que aporta ese sector al PIB, a pesar de que ha mejorado exponencialmente, los sectores que más agua usan –la agricultura y la indústria– son, a su vez, los menos eficientes. Si en 1987 la media se situaba en 10,67 euros por metro cúbico, en 2017 este dato ha ascendido hasta los 29,5€/m3, lo que supone un incremento del 176% en los últimos 30 años, según los datos de AQUASTAT. El sector servicios (abastecimiento municipal) ha sido el que ha experimentado el mayor aumento en la eficiencia del agua: en 2017, era de poco más de 150€/m3, mientras que tres décadas antes era de 55€/m3. Y, aunque también se han producido mejoras en la eficiencia en el resto de sectores, estos valores están muy por debajo de los del sector servicios: en la industria es de 39€/m3, mientras que en la agricultura es de 0,4€/m3 (2017).


La eficiencia del agua se ha incrementado un 176% en los últimos 30 años: el mayor aumento se ha producido en el sector servicios


Según Gonzalo Delacámara, esto se debe básicamente a que, en general, la agricultura aporta muchísimo menos a la economía española que el sector servicios –según los datos de AQUASTAT de 2017, no llega al 3% del PIB, mientras que el sector servicios asciende al 71%. En cambio, del total de agua que se extrae, la que se destina a agricultura supone el 65% (en los servicios, un 16%). En este sentido, según el experto, faltan ciertos debates públicos, como por ejemplo, cómo producimos y consumimos alimentos: “Cuál es la vocación de nuestros territorios, hasta que punto tenemos que producir determinados alimentos en condiciones de estrés hídrico, o tenemos que importarlos”, se pregunta. “Hay una serie de cuestiones que no tienen que ver en sí con la gestión del agua, sino con el propio modelo de desarrollo económico del país”, insiste Delacámara. Por esa razón, defiende que hay que intervenir sobre actividades que generan mayores presiones sobre los recursos hídricos, para conseguir “hacer más, o lo mismo, pero con menos agua”, subraya.

Por otro lado, España sufre cada año unas pérdidas en el agua suministrada a través de la red de abastecimiento público que superan el 20%. En concreto, en 2018 se perdió un 24,7% del total de agua suministrada, según datos del INE. El agua no registrada incluye tanto las pérdidas reales, ya sea por fugas, averías o roturas, como las aparentes, que abarca desde las imprecisiones de los contadores a los fraudes. Este porcentaje se mantiene prácticamente invariable desde 2007. Sin embargo, encontramos diferencias significativas entre las distintas comunidades autónomas: mientras en la Comunidad de Madrid, con datos de 2018, el porcentaje de agua no registrada es del 14,25%, en la Rioja este dato asciende a casi el 38%. En las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, el porcentaje se acerca al 50%.

¿Qué depara el futuro?

En lo que respecta al panorama del agua a futuro a nivel mundial, según el World Resources Institute, a través de datos obtenidos en Aqueduct, 1 de cada 5 países sufrirán escasez de agua en 2040. Según el listado de los países más afectados en orden decreciente, la zona más afectada por la crisis hídrica ese año será Oriente Medio, con 14 de los 33 primeros países de la lista con niveles de estrés hídrico extremadamente altos.

En lo referente a España, este se encuentra en el puesto 32, con 4,2 puntos de estrés hídrico, junto a Grecia en el puesto 28, con 4 puntos, y San Marino, en el primer puesto lugar –que comparte con seis países más– con 5 puntos de estrés hídrico, convirtiéndose en los tres más afectados de la Unión Europea. Cabe destacar que un indicador sobre 4 puntos ya se clasifica como extremadamente alto. En 2040 se pronostica que, en un escenario normal, casi todo el territorio español se encontrará en un estrés hídrico elevado o extremadamente alto. La única zona que, previsiblemente, tendrá un nivel bajo es el del extremo noroeste del país, extensión que abarca desde la comunidad de Galicia hasta Asturias.


En 2040 se pronostica que, en un escenario normal, casi todo el territorio español se encuentre en un estrés hídrico elevado o extremadamente alto


“A veces tengo la sensación de que llegamos tarde, estamos permanentemente reaccionando a problemas críticos que ocurren en la actualidad, a los que deberíamos habernos anticipado”, indica Gonzalo Delacámara, y agrega que se debe hacer una gestión de riesgos para ir siempre por delante de estas cuestiones. En este sentido, propone diferentes formas de actuar que pueden ayudar a mejorar la crisis hídrica.

Por una parte indica que el gran desafío estructural, que viene de décadas atrás, es que hay que separar lo que tiene que ver con la gestión de agua y su vinculación con el modelo de desarrollo económico y social de las decisiones políticas que puedan tomar los gobiernos en legislatura de cuatro años, y que estas se vuelvan un tema de políticas de Estado a largo plazo. Y, por otra parte, señala que hay que completar el enfoque, que en España ha estado muy centrado en la disponibilidad de agua, dando también importancia a los sectores que consumen más, y en ese sentido avanzar en tecnologías más limpias, las que permitirían menores niveles de contaminación en las aguas.

Además, indica como relevante el buscar nuevas fuentes de oferta de agua. Para esto decreta que la recuperación, reutilización y regeneración del agua es un punto muy importante, así como la desalación del agua del mar. Sin embargo, señala que para esto es necesario invertir en las nuevas tecnologías que se basan en tratamientos hídricos avanzados, y que “es fundamental que todas las cosas se hagan a la vez y en un contexto de coherencia interna. Que no sean esfuerzos individuales, sino un esfuerzo estratégico”.

¿Qué metodología se ha utilizado en este reportaje?

Este reportaje surge del objetivo “agua limpia y saneamiento”, de los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU. Para realizarlo nos basamos principalmente en dos bases de datos, que hemos utilizado para crear nuestro dataset: Aquastat, una iniciativa de la FAO que recoge datos sobre el agua en general de la mayoría de países del mundo, y Aqueduct, herramienta del World Resources Institute (WRI) con la que se pueden identificar y evaluar los riesgos del agua a nivel mundial. También datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

A partir de esos datos hemos elaborado: un mapa mundial sobre el nivel de estrés hídrico de cada país; este mapa a nivel de España, según los datos de cada cuenca hidrográfica; un gráfico de sectores según el porcentaje de agua que se extrae de cada sector, respecto el total de agua renovable del que dispone España, y las pérdidas de agua que se producen en la red de suministro española; y, a partir de los datos que hemos extraído de un informe del Minsiterio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, hemos creado un interactivo que permite ver cómo será la situación en España en cuanto a la desertificación a finales de siglo.

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