En el análisis “Marketing empowerment: how corporations co-opt feminist narratives to promote non-evidence based health interventions” (revista BMJ), 10 investigadoras entre Australia y Suecia explican cómo entidades comerciales utilizan narrativas feministas sobre la autonomía y el empoderamiento de las mujeres con respecto a su salud para comercializar nuevas intervenciones, como serían tecnologías, pruebas o tratamientos, que carecen de evidencia científica sólida o ignoran la evidencia disponible. 

Esta promoción de intervenciones sanitarias no respaldadas por pruebas científicas, o bien ocultando o minimizando la evidencia disponible, aumenta el riesgo de perjudicar a las mujeres mediante una medicalización inadecuada, el sobrediagnóstico o el sobretratamiento.

Las autoras subrayan que el problema no está en el uso de tecnologías, sino en el hecho que estos esfuerzos de marketing las hacen llegar a un grupo de mujeres mucho mayor del necesario. Además, el uso comercial de narrativas feministas para promover intervenciones da a entender que la salud y la igualdad de género son bienes que se pueden comprar, sin reconocer o identificar las estructuras sociales y otras causas interseccionales de privilegio y desventaja.

Se analizan dos ejemplos concretos: 

• La prueba de la hormona antimülleriana (AMH). 

Los niveles de AMH en sangre están asociados con la cantidad de óvulos en los ovarios de una mujer. Unos niveles altos de AMH indican la presencia de más óvulos y, en teoría, un mayor potencial de fertilidad. No obstante, la evidencia muestra que la prueba de AMH no puede predecir de manera fiable la probabilidad de embarazo, por lo que no es un test adecuado para que las mujeres tomen decisiones informadas respecto a su reproducción. Aún así, tanto clínicas de fertilidad como empresas online comercializan y venden la prueba a la población general. Mujeres sin signos de infertilidad solicitan estas pruebas de AMH para comprobar su fertilidad o informar su planificación reproductiva, a pesar de que la evidencia actual muestra que el test no es válido para estos propósitos.  

• La notificación de la densidad mamaria.

La densidad mamaria es uno de varios factores de riesgo independientes del cáncer de mama. Una densidad mamaria alta también reduce la sensibilidad mamográfica, lo que aumenta la posibilidad de que los exámenes de rutina no detecten el cáncer. Esto ha llevado a llamamientos internacionales en pro de notificar a todas las mujeres que se someten a exámenes de detección sobre su densidad mamaria. No obstante, existen preocupaciones sobre estas notificaciones generalizadas, principalmente la naturaleza relativamente no-modificable de la densidad mamaria y la falta de evidencia científica de que las vías clínicas para mujeres con mamas densas sean beneficiosas. Existen otros modelos de detección complementaria (ultrasonido y resonancia magnética), pero los efectos a largo plazo sobre las tasas de cáncer de mama avanzado y la mortalidad no se han evaluado. Asimismo, la notificación de la densidad mamaria también puede aumentar la ansiedad, la confusión y la voluntad de las mujeres de buscar exámenes de detección complementarios.

Las autoras afirman que es necesario ir con cautela con los mensajes sanitarios simplistas de que “cualquier conocimiento es poder”, y emplazan a los profesionales de la salud y a los gobiernos a garantizar que se disponga de información comprensible que esté basada en la evidencia científica. 

El análisis concluye con que se debe garantizar que “los objetivos de la lucha feminista para la salud de las mujeres no se vean socavados por el uso comercial del discurso feminista que promueve una atención no basada en evidencia".

Más información: 

• Cita: BMJ 2024;384:e076710 
• DOI: https://doi.org/10.1136/bmj-2023-076710