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(Madrid, 1918 – 1986)

 

Es improbable además de indeseable que el recuerdo de este profesor, político y escritor madrileño quede ligado a su etapa más festiva y vistosa como alcalde de la ciudad en la que nació y murió. Como alcalde firmó numerosos bandos publicados en 1985 y se sintió promotor de la jovialidad levemente explosiva y tantas veces descontrolada en la recién estrenada democracia (mientras redactaba unas a veces estridentes y a menudo astutas memorias con el título de Cabos sueltos, aparecidas en 1981). Tampoco sería justo del todo que se recordara únicamente su figura como la del fundador de un partido marxista en pleno franquismo que acabaría integrado desde 1978 en el hegemónico PSOE. Y sin embargo, no son estos datos que deban omitirse en la trayectoria biográfica de quien, a partir de un sólido pragmatismo, había de ser una figura principal de la oposición al régimen franquista.

 

Todos estos son aspectos de una personalidad inusual en el ámbito de la política activa, tanto por su gran cultura humanística como por su habilidad para aglutinar núcleos jóvenes de profesores e intelectuales con vocación política más o menos expresa (Elías Díaz, Raúl Morodo, Fernando Morán, Gonzalo Puente Ojea o Ignacio Sotelo), o para conquistar algunos de los espacios más significativos de disidencia ideológica y dignidad moral que padeció el régimen de Franco. Desde muy joven se le conoció como «el viejo profesor» y fue determinante la fundación y dirección del Boletín Informativo del Seminario de Derecho Político de la Universidad de Salamanca (1954-1964) para nutrir nuevos cuadros políticos e ideológicos desde coordenadas marxistas y científicas conectadas con Europa, además de orientar colecciones editoriales tan básicas como «Estructura y función», en Tecnos.

 

Sus ensayos no académicos son siempre ejemplos de prosa persuasiva y claridad de razonamiento, con esa habilidad típica para extraer significados políticos de fenómenos sociales muy limitados (como la tertulia en el ensayo seleccionado), que permiten no solo una ocasional y velada ironía, sino también esa desembocadura ideológica que busca condenar sociedades absolutistas o acostumbradas al poder de los pocos. Hacia esa desabsolutización del pensamiento tendían títulos como Sociología y situación (1955), o su Introducción a la sociología (1960), o los trabajos que divulgaban el neopositivismo lógico (incluida una traducción del Tractatus de Wittgenstein) y sustentaban las tesis expuestas en La realidad como resultado (1955).

 

Son muy agudas sus Acotaciones a la historia de la cultura occidental en la Edad Moderna, aparecidas en 1964 y surgidas de sus apuntes para la enseñanza, como lo son memorables ensayos que reuniría para la editorial Taurus en Desde el espectáculo a la trivilización (1961) y que reflexionaban sobre el «valor social de las cosas», lo cursi, los toros, el tópico como fenómeno sociológico, la tertulia, el cine o la estética barroca. Fechado durante su exilio en Princeton en 1962, Anatomía de la conspiración es un intento de adaptación del lenguaje político a «una cultura hibernada» como la española, y también entre Salamanca y Princeton se escriben en los primeros sesenta los trabajos reunidos en Humanismo y sociedad (1964), algunos de título tan inofensivo como «Ambigüedad y semidesarrollo», pero que tratan sobre los radicalismos estéticos, sobre «el sentido común operativo» en una sociedad tecnificada o sobre las formas de la protesta a partir de Marx, Feuerbach o el mismo cristianismo. Entre sus últimos títulos cabe señalar Sobre la novela picaresca y otros escritos (1974) y Democracia, socialismo y libertad (1977), aunque su obra más citada sea anónima: el preámbulo de la Constitución de 1978.

 

JG y DRdM

 

Del mismo año de su muerte es el número doble que le consagró la revista Sistema (71-72), y son de particular utilidad los trabajos de dos estrechos colaboradores de Tierno Galván: Raúl Morodo, Tierno Galván y otros precursores (El País, Madrid, 1987), y Elías Díaz, quien, además de las múltiples alusiones en su fundamental Pensamiento español en la era de Franco, le ha dedicado un extenso capítulo en Ética contra política (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1990). Conviene consultar, sin embargo, el tempranísimo análisis (1966) de Juan Marichal, hoy incluido en El secreto de España (Taurus, Madrid, 1995), así como dos trabajos del propio Tierno Galván de índole autobiográfica: sus memorias, tituladas Cabos sueltos (Bruguera, Barcelona, 1981), y el interesantísimo autoanálisis que realiza en sus «Reflexiones sobre el proceso de mi evolución intelectual», en el tercer número de Sistema (1973). Las memorias de Raúl Morodo se titularon con intención Atando cabos (Taurus, Madrid, 2001) y proporcionan abundante información sobre el personaje, mientras que La verdad sobre Tierno Galván (Anaya – Mario Muchnik, Madrid, 1997), de César Alonso de los Ríos, es una biografía declaradamente desmitificadora que hay que corregir con los dos mejores libros sobre el autor, de Mario Ruiz Sanz, Enrique Tierno Galván: aproximación a su vida, obra y pensamiento (Dykinson, Madrid, 1997) y sobre todo de Jorge Novella Suárez, El proyecto ilustrado de Enrique Tierno Galván (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2001). Hoy disponemos de una edición de Obras completas en ocho volúmenes coordinados por Antonio Rovira (Civitas, Madrid, 2009-2012).