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(Madrid, 1926)

 

Alfonso Sastre inició con Escuadra hacia la muerte (1953) una larga batalla con el régimen franquista por estrenar un teatro crítico y de marcado tono intelectual y reflexivo, muy a menudo prohibido. Hasta finales de los cincuenta fue bien acogido por los medios más díscolos del SEU, dada su temprana dedicación, pugnaz e infatigable, a la teoría y la crítica dramática, a la invención de grupos, equipos, manifiestos y declaraciones, al menos hasta «Por un teatro unitario de la Revolución Socialista», ya en 1977. Durante muchos años pudo ser el autor con más obras dramáticas publicadas y sin estrenar. Y las pocas que lo fueron suscitaron polémicas reacciones, como La mordaza, en 1954, El pan de todos, en 1957, o En la red, estrenada en 1961. Tras varios años de forzoso silencio, volvería a estrenar en 1967 con Oficio de tinieblas, mientras seguiría escribiendo para engrosar eso que el propio Sastre llamaría «teatro invisible», con obras como M.S.V. (iniciales de Miguel Servet de Villanueva, pieza titulada después La sangre y la ceniza) o La taberna fantástica. Según declaraciones del propio autor realizadas a finales de 1983, «sigo bastante ‘ninguneado’, como se dice por ahí...».

 

Muy por encima de una sobrestimada polémica sobre el posibilismo, algunos de sus libros han resultado esenciales para el debate teórico sobre el realismo y la tragedia contemporánea, como Drama y sociedad (1956) y Anatomía del realismo (1965), o un último e importante trabajo de larga gestación, Crítica de la imaginación pura (de 1978, reeditado y ampliado en 2003) en torno a problemas de estética literaria y sociedad, con raíces teóricas marxistas. La revolución y la crítica de la cultura, en 1970, fue un libro inusualmente franco y mordaz con los usos del intelectual, en particular cuando la crítica de la cultura se autodefine como «comprometida o sedicentemente interesada en la revolución o, por lo menos, en el “progreso” de las sociedades humanas» (asunto al que ha vuelto en 2001 en La batalla de los intelectuales). La contestación al libro fue considerable, como lo fue también, con mayor motivo, la de Escrito en Euskadi. Revolución y cultura (1982). Reunía ahí artículos y ensayos de asunto político desde posiciones próximas a ETA, en línea con el diario Egin, donde aparecieron algunos de ellos, y después de una serie titulada «Ni humanismo ni terror», publicada en el recién fundado El País y rebatida por Elías Díaz o Francisco Ayala. Lejos de este derrotero, otro libro suyo, Lumpen, marginación y jerigonza (1980), constituye una complaciente pero valiosa muestra de su pasión por el lenguaje y la observación de sus usos sociales, en proximidad a algunos de los ensayos de Agustín García Calvo. En democracia, su actividad literaria como ensayista ha sido considerable y sus viejos y nuevos libros han ido apareciendo casi todos en Hiru, de Hondarribia (Guipúzcoa), como el Ensayo general sobre lo cómico (2002).

 

JG y DRdM

 

En su editorial habitual en los últimos años, Hiru, apareció un homenaje en 1997 editado por Eva Forest, Alfonso Sastre o la ilusión trágica, y son muy completos los dos números de Anthropos (1991 y 1992) dedicados a su obra, junto al monográfico de Primer Acto (1992) y el libro de Michele Pallotini, La saggistica di Alfonso Sastre (Milán, Franco Angeli, 1983) sobre su teoría teatral. Sobre el autor debe verse el volumen que preparó Mariano de Paco, Alfonso Sastre (Universidad de Murcia, 1993) —en especial los trabajos de Rafael Conte, Francisco Caudet y Nancy Vigeley—, y es más reciente la traducción publicada en Hiru del estudio de Paula Martínez-Michel, Censura y represión intelectual en la España franquista: el caso Alfonso Sastre (2003), mientras que J. A. Ascunce coordinó el libro Once ensayos en busca de autor, Alfonso Sastre (Hiru, 1999), sin que haya perdido interés la extensa conversación de Francisco Caudet con el autor publicada en Ediciones de la Torre con el título Crónica de una marginación (1984).