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(Barcelona, 1912 – 1991)

 

La obra más personal de este barcelonés difícilmente aumentará el respeto que suscita su Diccionario de Filosofía. Impresiona por la apabullante información y la excelente capacidad de síntesis que ha ido exhibiendo desde 1941 hasta la última edición ampliada —y póstuma—, a cargo de Josep Maria Terricabras (1994). Como tantos hombres del exilio, su trayectoria de posguerra se iniciaría en universidades hispanoamericanas (La Habana y Santiago de Chile) hasta su definitiva instalación en los Estados Unidos, en el Bryn Mawr College, de Pennsylvania, en 1949.

 

La diversidad de sus intereses y una infrecuente claridad de ideas —y de prosa— permitieron a Ferrater Mora ocuparse de temas tan diversos como los tratados ya en su primer libro bajo la luz de Eugenio d’Ors, Cóctel de verdad (1935), y luego en Variaciones sobre el espíritu (1945), Cuestiones disputadas (1955) o, en catalán, Una mica de tot, un precioso librito de 1961 donde en efecto incluyó un poco de todo. Estos y otros títulos dan cuenta de su constante actividad como ensayista y articulista, que habría de prolongarse hasta fecha muy tardía, con frecuentes compilaciones. Ventana al mundo (1986) y la póstuma Mariposas y supercuerdas (1994) fueron las últimas y aparecieron amparadas bajo el común y significativo epígrafe de «Diccionario para nuestro tiempo», aunque no revelen lo mejor de su ensayo.

 

Una conciencia muy acusada de escritor llevaría a Ferrater Mora a reescribir o al menos corregir muy a fondo cada nueva publicación de sus ensayos ya editados, conforme a una inquietud que se permitió expresar con ironía muy suya en 1967: «¡Qué tanto ensayo, y ensayito, y artículo, y notita! Si el autor fuera menos flojo, ya nos habría fabricado, enterito y bien armado, un verdadero libro». También su obra filosófica es muchas veces la reelaboración o revisión, en ocasiones integral, de planteamientos ya defendidos por escrito. Así, tras las iniciales inquietudes de signo existencial que definirían uno de sus ejes filosóficos, o tras ensayos muy discutidos y demasiado citados, como Les formes de la vida catalana (1944), habría de pasar a familiarizarse con las perspectivas anglosajonas —que compartiría en el interior con un Enrique Tierno Galván, un Manuel Sacristán o un Gabriel Ferrater— en el ámbito de la lógica o la filosofía del lenguaje. Escribiría así, en colaboración con H. Leblanc, en 1956, Lógica matemática —libro del que se ocuparía Manuel Sacristán en la revista Índice—, o Qué es la lógica, en 1957. Por otra parte, trabajos especializados como Indagaciones sobre el lenguaje se reflejan en las reediciones del Diccionario de Filosofía o en un admirable librito como La filosofía en el mundo de hoy (1959), que en 1969 cambiaría su título por el de La filosofía actual y sería objeto de múltiples reediciones corregidas hasta 1986.

 

Si El sentido de la muerte (1947) fue uno de sus primeros ensayos filosóficos, el tema no había de abandonarle hasta hallar nueva formulación en El ser y la muerte. Bosquejo de una filosofa integracionista (1962) y El ser y el sentido (1967), títulos que postulan lo que ha venido considerándose como la más genuina aportación filosófica ferrateriana, lo que él mismo llamaría «ontología integracionista». La culminación de su pensamiento fue De la materia a la razón, en 1979, mientras que otro ensayo emparentado con este punto de vista filosófico había sido El hombre en la encrucijada (1952 y 1965), que pasaría a convertirse en un ensayo de interpretación en torno a Las crisis humanas (1983). Su vasto dominio del pensamiento contemporáneo y de la tradición intelectual de Occidente podrían explicar los rasgos más visibles del ensayismo no filosófico de Ferrater Mora: el uso consciente y hábil de una ironía desdramatizadora, apoyada en el estilo como recurso básico del escritor que ante todo debe ser el ensayista, y al mismo tiempo una prevención casi obligada ante toda fórmula con ambición globalizadora o simplemente dogmática. De este último rasgo nace una propensión comprehensiva que elude posiciones extremas, consciente de la necesidad de apelar a polos opuestos si el pensamiento «pretende efectivamente morder sobre lo real en vez de evitarlo o de inventar realidades supuestamente trascendentes sólo expresables por medio de otros tantos conceptos-límite» (Diccionario, s. v. integracionismo).

 

Todavía, sin embargo, una presentación de Ferrater debe recordar títulos en apariencia menores de su obra, como el conjunto de magníficos ensayos literarios que fue El mundo del escritor (1983), o los temas que examinaría bajo la óptica de una Ética aplicada. Del aborto a la violencia, junto a su mujer, Priscilla Cohn, en 1981. Por otro lado, si bien Ferrater Mora nunca anduvo lejos de la literatura, en sus últimos años —desmintiendo, de paso, categóricas afirmaciones anteriores— llegaría a publicar varias novelas, entre ellas, Claudia, mi Claudia (1982). Vale recordar también sus ensayos sobre literatura catalana o la poesía de algún autor predilecto y amigo, como Carles Riba o el satírico Joan Oliver (Pere Quart), con quien cruzó además un valioso epistolario publicado en 1988, Joc de cartes, 1948-1984, y tan iluminador como las múltiples alusiones sobre su obra y persona que intercambian Pedro Salinas y Jorge Guillén en su propia correspondencia.

 

JG y DRdM

 

Aparte del original homenot de Josep Pla incluido el tomo XVI de la Obra completa (Destino, Barcelona, 1970), remitimos a la bibliografía de J. M. Terricabras en su edición actualizada del Diccionario de Filosofía (Ariel, Barcelona, 1994). Los prólogos a las sucesivas ediciones se hallarán en la antología de ensayos del primer exilio que preparó J. Gracia, Variaciones de un filósofo (Edicios do Castro, A Coruña, 2004), y existe también otra antología de ensayos del exilio preparada por Gutiérrez Coto, Razón y verdad y otros ensayos (Renacimiento, Sevilla, 2007). Priscilla Cohn cuidó el homenaje al escritor de 1981, Transparencies (Humanities Press, Nueva York, 1981), pero muy en particular debe verse la obra coordinada por Salvador Giner y Esperanza Guisán, José Ferrater Mora. El hombre y su obra (Universidad de Santiago de Compostela, 1994) y el libro colectivo preparado por la misma Priscilla Cohn y J. M. Terricabras, El pensament de Ferrater Mora (Universiversitat de Girona, 2007). Carlos Nieto Blanco es autor de un buen libro de conjunto sobre Ferrater Mora, La filosofía en la encrucijada (Universitat Autònoma de Barcelona, 1985), además de Enrique Bonete, Éticas contemporáneas (Tecnos, Madrid, 1990) y Óscar Horta, La filosofía moral de Ferrater Mora (Universitat de Girona, 2008). Pero seguirá siendo útil su epistolario con Joan Oliver, Joc de cartes (Edicions 62, Barcelona, 1988), preparado por Toni Curull; la semblanza que ofrece Xavier Benguerel en Memòria d’un exili. Xile, 1940-1952 (Edicions 62, Barcelona, 1982), y el testimonio de su salida de España como soldado derrotado en el dietario de Herminio Almendros, Diario de un maestro exiliado (Pre-Textos, Valencia, 2005). Por fin, el epistolario de Francisco Ayala con Ferrater Mora ofrece una cala a menudo íntima en los avatares profesionales de dos grandes figuras, publicado en la editorial Prometeus (2014), en edición de Miquel Osset.