Atrás El Servicio de Genómica de la UPF analiza el ADN de restos óseos de tres esqueletos, uno de los cuales podría corresponder a Pedro de Aragón y Anjou

El Servicio de Genómica de la UPF analiza el ADN de restos óseos de tres esqueletos, uno de los cuales podría corresponder a Pedro de Aragón y Anjou

Un equipo de investigadores de la UPF, la UAB y el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol, acompañados por Josep Maria Saladié, cirugiano jubilado y promotor de la investigación, pudo acceder al convento de clausura de la Puridad de Valencia para extraer las muestras de ADN antiguo. El Servicio de Genómica de la UPF las analizará con tecnologías punteras, que habitualmente utilizan para estudiar ADN moderno, e intentarán establecer si existe relación de parentesco entre los tres esqueletos.

04.09.2023

Imatge inicial

“Mi interés en este tema viene dado porque el infante Pedro fue el fundador del Hospital del Coll de Balaguer, que más tarde se convertiría en el pueblo del Hospitalet de l’Infant, que es mi pueblo”. Con estas palabras, Josep Maria Saladié Roig, médico jubilado, antiguo jefe del Servicio de Urología y Cirugía del Trasplante del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol de Badalona, resume el leit motiv que le ha llevado, desde hace mucho tiempo, a seguir los pasos de los restos de Pedro de Aragón y Anjou (Barcelona, 1305 – Pisa, 1381)

El doctor Saladié, amante de la historia y estudioso vocacional del infante Pedro, lleva años acumulando información sobre esta figura trascendental de la Corona de Aragón, casado en 1331 con Juana de Foix, que llegó a ser conde de la Ribagorza, de Empúries y de Prades; señor de la Baronía de Entença y de Gandía, además de poeta, artista cortesano y mecenas, y que su sobrino Pedro el Ceremonioso nombró senescal y jefe de gobierno y de los ejércitos de la Corona de Aragón.

El doctor Saladié, amante de la historia y estudioso vocacional del infante Pedro, lleva años acumulando información sobre esta figura trascendental de la Corona de Aragón

Pero la trayectoria de búsqueda que ha seguido Josep M. Saladié ha quedado encallada en un punto, entre dos versiones por demostrar: una primera hipótesis afirma que los restos del infante Pedro se encuentran bajo el asfalto de la plaza del Ayuntamiento de Valencia, donde se había levantado el convento de los franciscanos, que custodió sus huesos durante siglos, y que empezó a ser derribado a finales del siglo XIX.

Otra hipótesis, que él defiende, aunque no está documentada, sostiene que los restos del infante Pedro fueron trasladados a mediados del siglo XIX al convento de la Puridad y San Jaime, junto con los de Abu-Zayd, último gobernador almohade de la ciudad de Valencia, convertido al cristianismo en época de Jaime I el Conquistador, cuyos restos estaban conservados en una capilla vecina a la del infante Pedro, en el antiguo convento franciscano.

Josep M. Saladié ha luchado durante muchos años para poder obtener todos los permisos necesarios para acceder al convento de clausura de la Puridad, para extraer y analizar muestras de ADN de los restos óseos de los tres esqueletos que se encuentran en una urna custodiada por las monjas clarisas, y que pudiera llegar a confirmar que uno de los tres esqueletos corresponde al infante Pedro.

Aunque parecía una misión imposible, y después de años moviendo hilos (a través de archivos, arzobispados, historiadores, etc.) y de una reiterada negativa por parte de la abadesa del convento, Sor María Mercedes Orts, finalmente se le abrieron las puertas: “De repente y sin saber el porqué, Sor María Mercedes me escribe una carta en la que todos aquellos NO de nuestra correspondencia se transformaban en un SÍ, demostrando un máximo interés por este estudio. Tuve que sentarme cuando la leí, no podía creerlo”, afirma Josep M. Saladié.

Josep M. Saladié acompañado de Sor María Mercedes Orts y otra monja del convento
Sor María Mercedes Orts, Josep M. Saladié y una hermana del convento

Contacto con el Servicio de Genómica de la UPF para intentar sacar el entramado

A través de los Mossos d'Esquadra, Josep M. Saladié entró en contacto con el Servicio de Genómica del Departamento de Medicina y Ciencias de la Vida (MELIS) de la Universidad Pompeu Fabra: el cuerpo policial y el servicio de la Universidad colaboran desde hace un tiempo y realizan acciones de formación mutua, a través de un convenio, para aprovechar sus respectivos ámbitos de experiencia. En este sentido, el Servicio de Genómica de la UPF participa en el proyecto de genética forense de análisis de los restos óseos de las fosas comunes de la Guerra Civil española, en el marco del plan de recuperación de la memoria histórica de la Generalitat de Catalunya, para encontrar a familiares desaparecidos.

Las dos versiones sobre la mesa son, por un lado, la de las monjas clarisas, que afirman que los tres esqueletos corresponden a Abu-Zayd y a dos de sus hijos (un extremo no documentado, y que según Josep M. Saladié es poco probable), y por otra parte, la versión del propio Josep M. Saladié, que piensa que uno de los esqueletos puede corresponder al infante Pedro, aunque tampoco hay ningún documento que lo demuestre, pero él lo defiende por una cuestión de coherencia histórica.

De izquierda a derecha: Núria Bonet, Marta Riba, Raquel Rasal, una hemana del convento, Sor María Mercedes Orts, Noemí Párraga y Roger Anglada

Expedición al convento de la Puridad y tratamiento realizado a los restos óseos
 

Huesos antes de ser tratados

Noemí Párraga, investigadora postdoctoral del Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol (IGTP), como intermediaria, fue la primera persona que interactuó con el Servicio de Genómica de la UPF para empezar a poner manos a la obra. Finalmente, la expedición encargada de viajar a Valencia a mediados de junio de 2023 para extraer las muestras de ADN estuvo formada por Núria Bonet, Roger Anglada y Raquel Rasal, personal técnico del Servicio de Genómica de la UPF; Marta Riba, antropóloga de la UAB, vinculada al proyecto de las fosas comunes de la Guerra Civil, con conocimientos para tratar huesos; Noemí Párraga (IGTP), y finalmente, Josep M. Saladié, auténtico promotor y alma de la investigación, que se hará cargo de todos los gastos que conllevan los diferentes análisis del laboratorio del Servicio de Genómica de la UPF.

Según explica Roger Anglada, el recibimiento de las monjas fue fantástico, contrariamente a lo que cabía esperar: dieron todas las facilidades y dejaron acceder a las instalaciones del convento a todos los miembros de la expedición. Asimismo, las monjas habilitaron una sala adyacente a la parte abierta al público (donde venden pasteles, galletas artesanas, etc.) para poder trabajar con los restos óseos depositados en una urna de madera, habitualmente ubicada sobre unas escalinatas junto al altar de la iglesia.

La actuación que el equipo llevó a cabo, ante el creciente interés de las monjas (tanto de las propias residentes del convento de la Puridad como de otras congregaciones, también presentes), fue extraer todos los huesos de la urna (muy deteriorada, y de la que se planteó su restauración), hacer limpieza e inventario de los huesos de los tres esqueletos (de los tres faltaban piezas), y poner el material en varias cajas, bien separado, clasificado y agrupado según las distintas partes del cuerpo, y siguiendo los criterios de los expertos. Durante el proceso, se extrajeron las muestras de las partes más apropiadas para analizar.

Entrar en el convento de la Puridad para extraer muestras, un gran hito

Si en algo coinciden los miembros de la expedición es en la excepcionalidad de haber podido acceder al convento de la Puridad, algo que hace un tiempo parecía inalcanzable. “Para nosotros, poder entrar en el convento para extraer las muestras ya ha sido un premio, independientemente de los resultados”, afirma Roger Anglada, quien explica que poco a poco se fueron ganando la confianza de las monjas.

Roger Anglada: "Para nosotros, poder entrar en el convento para extraer las muestras ya ha sido un premio, independientemente de los resultados”

Josep M. Saladié, por su parte, está totalmente de acuerdo: “El mero hecho de haber podido llevar a cabo la extracción de muestras para el estudio al ADN, en un monasterio de clausura, con unas reglas muy estrictas, es para mí un gran éxito. Respecto a los resultados, tengo la premonición de que serán los que esperamos, y pondrán la guinda al pastel”, afirma.

Asimismo, Josep M. Saladié se muestra sorprendido de que las instituciones y el gobierno valenciano no se hayan interesado por conocer más a fondo un personaje de la valía del infante Pedro (hay que mencionar un artículo publicado en el semanario El Temps el año 2016 sobre el tema), que tanta relación ha tenido con el territorio.

Historia de los restos del infante Pedro, ligados a los de Abu-Zayd

La urna de madera con los huesos dentro

El infante Pedro murió en 1381 en Pisa, y diez años más tarde, en 1391, sus restos fueron trasladados al convento franciscano de Valencia. Se pusieron en una urna dentro de la capilla de la familia Cardona, una ilustre estirpe valenciana. Según el historiador y sacerdote franciscano Andreu Ivars (1885-1936), estudioso de la figura del infante Pedro, la última de las referencias a la urna data de 1732. Para Ivars, la urna podría haber sido destruida el año 1812, en un episodio de la Guerra de la Independencia, en el que los soldados españoles se refugiaron en el convento de Sant Francesc, y para combatir el frío, utilizaron toda la madera disponible, incluso las cajas de los frailes franciscanos enterrados.

En el mismo convento franciscano, en una capilla situada aparte, estaban los restos de Abu-Zayd (conocido como el moro Zeit), el último gobernador almohade de la ciudad de Valencia. Poco antes de la Reconquista y de la entrada del rey Jaime I, se convierte al cristianismo, adoptando el nombre de Vicent Bellvís. A la llegada de Jaime I, el antiguo gobernador musulmán cedió su palacio al orden franciscano para que pudiera instalar su convento. Cuando muere, en 1268, pide que sus restos descansen en el convento de Sant Francesc.

Después de los destrozos provocados por la Guerra de la Independencia y del decreto de desamortización de Mendizábal de 1835, y antes de que el convento realice otras funciones, los restos de Abu-Zayd son trasladados (según la transmisión oral) al convento de la Puridad, muy cerca del actual Palau de la Generalitat valenciana; pero no hay constancia de que los restos del infante Pedro siguieran el mismo camino. En 1891 el convento de Sant Francesc fue derribado de manera progresiva, y a lo largo del siglo XX la zona sufre diversas intervenciones urbanísticas, realizadas de forma descontrolada.

Para Josep M. Saladié, “puede haber ocurrido cualquier cosa con los restos del infante Pedro. Pero me cuesta creer que un personaje tan importante en la política de la Corona de Aragón, enterrado en un panteón aparte (particular de la familia Cardona), fuera amontonado con el resto de los monjes allí sepultados. Tal como tampoco debió hacerse con los restos de Abu-Zayd, que también tenía un panteón propio”. Y añade: “Seguramente algún mando (como un caporal o un sargento), sin saber de qué personajes se trataba, debió indicar ponerlos aparte de los demás. Estos restos son los que pueden haber sido custodiados desde entonces por las monjas clarisas”.

Tratamiento de los cráneos

Expectativas frente al resultado de los análisis, basados en ADN antiguo y con un alto grado de dificultad

Josep Maria Saladié hace una valoración de los resultados que espera de los análisis que el laboratorio del Servicio de Genómica está haciendo: “Estoy convencido de que los estudios de ADN, que se llevan a cabo en la UPF, aclararán si existe relación de parentesco entre los tres cráneos que, según la transmisión oral, corresponden a Abu-Zayd y a dos de sus hijos. Creo que esta versión tiene muy poco recorrido, dado que la cronología histórica de la muerte de estos personajes la hace algo insostenible. Por otra parte, sí creo que uno de los cráneos corresponde al gobernador moro. La información ancestral del ADN podrá decirnos muchas cosas, dado que no tenemos constancia de ningún descendiente de Abu-Zayd, mientras que en cuanto al infante Pedro, conocemos el ADN de su madre, Blanca de Anjou, enterrada en el monasterio de Santes Creus”.

Josep M. Saladié: "La información ancestral del ADN podrá decirnos muchas cosas, dado que no tenemos constancia de ningún descendiente de Abu-Zayd, mientras que en cuanto al infante Pedro, conocemos el ADN de su madre, Blanca de Anjou, enterrada en el monasterio de Santes Creus”

Roger Anglada y Raquel Rasal con los cráneos

No se muestran tan optimistas desde el Servicio de Genómica de la UPF, que quieren rebajar expectativas ante el análisis de las muestras extraídas de ADN antiguo. Según Roger Anglada, Núria Bonet y Raquel Rasal, las complicaciones vienen de dos bandas: en primer lugar, las muestras, pertenecientes a unos huesos que pueden datar de hace unos 700 o 800 años (Abu-Zayd murió en 1268, y el infante Pedro el 1381) están bastante deterioradas; y en segundo lugar, porque tampoco pueden hacer una comparación con garantías (a pesar de las muestras de ADN disponibles de Blanca de Anjou), como sí ocurre por ejemplo entre las víctimas de la Guerra Civil encontradas en las fosas comunes y sus familiares vivos, que han dado su ADN, un trabajo que realizan con mucha precisión y fiabilidad, y que hace más fácil comparar y descartar.

Roger Anglada: “Este proyecto es muy atractivo científicamente para nosotros, y puede aportarnos muchas cosas"

“Este proyecto es muy atractivo científicamente para nosotros, y puede aportarnos muchas cosas. Somos expertos en ADN moderno, porque en nuestro laboratorio utilizamos tecnología puntera; pero en ADN antiguo podemos decir que somos aprendices, y esta fusión de ambos mundos, hay muy poca gente que la haga”, reflexiona Roger Anglada.

Equipo antes de salir del convento, ya con las muestras

En estos momentos, el laboratorio está ultimando las extracciones del ADN. Una vez validadas, se empezarán a realizar los análisis, con la tecnología y la estrategia más apropiadas, en función de la sensibilidad del ADN extraído. “Esta segunda parte puede alargarse más o menos, según el sistema que acabemos utilizando. Queremos comparar las muestras entre ellas, y quizás habrá unas que serán mejores y otras peores. Esperamos tener resultados durante los próximos meses”, afirma Núria Bonet.

Tanto Roger como Núria y Raquel están encantados de poder llevar a cabo la investigación, para la que la Universidad les ha puesto todas las facilidades: “Estamos superilusionados y estimulados con este proyecto, porque nos sentimos unos privilegiados; pero somos los primeros en ser conscientes del grado de dificultad que comporta. En estos momentos estamos jugando en una montaña rusa emocional”, se sinceran.

 

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