"Nuestras emociones son las experiencias conscientes que más importan". Así empezó la 'lectio ultima' que Jordi Camí, catedrático en farmacología del Departamento de Medicina y Ciencias de la Vida (MELIS) ​​de la UPF, pronunció, ayer. Numerosos investigadores y personas referentes del ecosistema biomédico catalán se congregaron en la sala Marull del Campus del Mar para escuchar la última lección del impulsor de los estudios de Biología Humana en la UPF, quien creó y dirigió el Departamento MELIS- UPF en los primeros siete años.

“Las emociones son reacciones, respuestas a estímulos sensoriales que nos permiten salvaguardar al organismo y constituyen el principal sistema de comunicación entre los humanos. Desde bebés, percibimos y nos perciben. Aprendemos a comunicarnos. A conceptualizar de forma predictiva las situaciones para construir un catálogo emocional propio.” Pero la fisiología, clasificación y aprendizaje de las emociones está rodeado de controversia. Y éste fue el “leitmotiv” de la lección titulada 'Emociones: entre la biología y la cultura'.

Magia y ciencia para explicar la emoción

“Quiero convenceros que no es el miedo el que hace latir el corazón, sino que tenemos miedo porque huimos. Y el miedo, el sentimiento, no es la causa, sino la consecuencia. Primero viene la taquicardia y después, el miedo.” Y es que según explicaba el catedrático, ante una amenaza generamos una serie de reacciones inmediatas e inconscientes que forman parte de lo que él llamó "circuito de supervivencia", anteriores a la respuesta emocional que da lugar a los sentimientos.

Quiero convenceros que no es el miedo lo que hace latir el corazón, sino que tenemos miedo porque huimos. Primero viene la taquicardia y después, el miedo.

Con la ayuda del mago Miguel Ángel Gea, el emérito nos situó en el mundo de las emociones, explorando su diversidad en cantidad y forma de expresarlas. “Las emociones van más allá de la alegría, tristeza, miedo, ira, asco y asombro, descritas clásicamente y la forma en que las expresamos no es universal. Varía según el individuo y su cultura”.

Una variedad que se pone de manifiesto cuando se explora el lenguaje. “A pesar de que la mayoría de lenguas nos permiten expresar las emociones básicas, existen diferencias. Nosotros tenemos una palabra para expresar la ira, mientras que los rusos tienen dos y los alemanes tres. Y esto va muy ligado a la cultura. Aquí exteriorizamos la ira, pero, por ejemplo, los innú de Canadá, que viven en condiciones hostiles, la evitan porque la prioridad es sobrevivir a un invierno largo y frío”.

La última lección del hombre que ha ayudado a crear un hub de investigación biomédica en Barcelona terminaba con palabras de agradecimiento. “Me quito el sombrero ante este magnífico Departamento donde todavía se respira un ambiente envidiable. Gracias a todos por venir. Me siento muy privilegiado. ¡Os quiero mucho!”