Atrás El poder de la estética audiovisual para enmarcar el trastorno mental de un personaje: el caso de la serie The End of the F***ing World

El poder de la estética audiovisual para enmarcar el trastorno mental de un personaje: el caso de la serie The End of the F***ing World

Investigadores del Departamento de Comunicación de la UPF han encontrado que las características estéticas y los eventos de la trama pueden representar con precisión la experiencia de vivir con un trastorno mental.

19.04.2022

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¿Cómo son representados los personajes con trastornos mentales en las series de TV? ¿Cómo se puede mostrar su forma de ver su vida, lo que sienten, y cómo les afecta nuestra realidad?  Investigadores del Departamento de Comunicación de la UPF han analizado la coproducción británico-americana The End of the F***ing World (E4 y Netflix, 2017-2019) y encontraron que las características estéticas permiten enmarcar los trastornos de los personajes, y los eventos de la trama “pueden actuar como medios expresivos a través de los cuales se puede representar con precisión la experiencia de vivir con un trastorno mental”. Los resultados fueron publicados en la revista Social Sciences.

Los ejemplos de personajes con desordenes mentales abundan en el cine, y han servido para crear una conciencia cultural sobre dichas enfermedades. Películas como Psycho (1960),  Rain Man (1988) o Natural Born Killers (1994) son conocidas en todo el mundo, y más recientemente las series de la tercera edad dorada televisiva están poniéndolos en el centro de sus narrativas, o hacen que la narrativa gire entorno a un trastorno mental. “No obstante, muchos, con algunas excepciones, de los referentes cinematográficos y televisivos los han representado de forma negativa o inexacta con respecto a la realidad clínica”, explica Marta Lopera-Mármol, investigadora y doctoranda del grupo de Investigación CAS (Communication, Advertising and Society) de la UPF y coautora del estudio con Manel Jiménez-Morales, Vicerrector de Transformación Educativa, Cultura y Comunicación de la UPF, y  Monika Jiménez-Morales, directora del grado de Publicidad y Relaciones Públicas. Esta publicación se enmarca dentro de la tesis doctoral de Lopera-Mármol.

“La estética nos permite enmarcar una enfermedad mental, tanto la música como el color, el comportamiento y las técnicas de grabación y de edición, son herramientas muy valiosas para representar la psique de los personajes”

Hablamos de personajes de series exitosas como el de Sheldon Cooper de Big Bang Theory (CBS, 2008-2018), Sam de Atypical (Netflix 2017)) o Sherlock Holmes en Sherlock, BBC 2010). Se muestran tanto personajes con un diagnóstico médico legítimo conocido por la audiencia (como Sam) y también personajes que no están diagnosticados (como Sheldon) o que se auto diagnostican (como Sherlock). “Que los diagnósticos en las series nos sean validados de manera explícita hace que se repitan estereotipos, se creen disparidades del diagnóstico y se contribuya al estigma”, explica Lopera-Mármol.” En cambio, si se legitima médicamente esa condición con una sintomatología fidedigna puede dar lugar -aunque no siempre- a que la audiencia se reconozca, o reconozca a alguien cercano, en el personaje e incluso llegue a pedir ayuda terapéutica".

Este nuevo auge de las series de televisión reafirma la influencia que estas pueden tener en la sociedad, pues continúan siendo una de las fuentes de información primarias sobre los trastornos mentales que tienen los espectadores. “Elegimos analizar la “psicopatía” debido a su sobrerrepresentación en los medios y su confusión a menudo errónea con el trastorno de personalidad antisocial – TPA (ASPD, antisocial personality disorder en inglés)”, continua.

Para hacerlo decidieron enfocarse en los aspectos estéticos de la serie como el lenguaje utilizado, la apariencia (vestimenta, maquillaje, accesorios), los comportamientos, la música, los referentes culturales utilizados (intertextualidad), los dispositivos técnicos, y los mismos personajes y eventos de la trama. Cada uno de estos rasgos permite obtener información valiosa sobre cómo se representan los personajes.

“La estética nos permite enmarcar una enfermedad mental, tanto la música como el color, el comportamiento y las técnicas de grabación y de edición, son herramientas muy valiosas para representar la psique de los personajes”

Sobre el lenguaje, por ejemplo, estudiaron cuantas veces se repetía una palabra asociada al trastorno mental y quién la decía. Si el personaje que padece de un trastorno mental usa esos términos para referirse así mismo puede actuar como una herramienta de empoderamiento, tal y como lo usan otras minorías como el colectivo LGBTQ+ o BIPOCS (Black, Indigenous & People of Color). Por el contrario, puede ser estigmatizante si lo hace otro personaje refiriéndose al personaje que padece el trastorno. “No obstante, parece que las series televisivas empiezan hacerse eco de esta tendencia, y por ejemplo en los casos del trastorno del espectro autista se empieza a usar el “identity-first language” (lenguaje identidad primero) que antepone la persona a la discapacidad o a la condición, y enfatiza el valor y la valía del individuo. Por ejemplo: persona con autismo vs. Autista”.

La apariencia física sufre también un cambio a lo largo de la serie. La imagen de James, el personaje principal, se muestra al inicio como ordenada, limpia, rigurosa, un estereotipo muy utilizado para la representación de personas con TPA. No obstante, al final de la serie es colorida y desenfadada, “lo que permite confirmar que la psique del personaje, que se muestra mediante una voz en off, corresponde con la realidad mostrada puesto que en muchas series postmodernas se juega con la fiabilidad del narrador (por ejemplo, en Mr. Robot, USA Network, 2015-2019) para usar el trastorno mental a favor del drama visual”.

“La intertextualidad, es decir, el uso de referencias cruzadas entre las distintas artes es muy presente, particularmente, entre el cine y las series de TV”, continua. “De esta manera, es normal que el espectador encuentre similitudes con otras series o películas conocidas, como el baile de Mia de Pulp Fiction, el viaje huyendo de la autoridad de Bonnie and Clyde, las personalidades introvertidas pero peculiares de los personajes de Moonrise Kingdom de Wes Anderson, entre otros.

La coproducción entre Estados Unidos y Reino Unido permite jugar con la dualidad territorial, aunque la serie mantiene una clara esencia del realismo social británico, Brit-grit. “Por ejemplo, la historia representa personajes de clase trabajadora, es decir, ya parte de una estética definida que enmarca los trastornos mentales en una realidad social particular y las cuestiones médicas cobran sentido. Además, como muchas otras series posmodernas del universo y sello Netflix, hay un claro toque nostálgico al utilizar colores, vestimentas, música y referencias a los años 80 y 90.

Otro aspecto que analizaron fue el uso de dispositivos técnicos y técnicas cinematográficas. Aunque el personaje principal expresa con frecuencia su deseo de matar mediante flash forwards y voz en off, el uso en determinados momentos de contrapicados, cambios de narrativas, voz en off, música, entre otros, permiten humanizar al personaje y confirmar que no se trata de un psicópata. “Se ha demostrado que los usos combinados de la ubicación de la cámara, la apariencia, la intertextualidad, el lenguaje, la música y sonidos, permiten enmarcar el trastorno en el personaje e incluso crear un referente cultural en el imaginario social”.

"la representación de los trastornos mentales aún presenta un sesgo de género, raza y clase social en la mayoría de las series televisivas”

Lopera-Mármol añade que un factor a criticar de la serie es que vuelve a utilizar un personaje cis-hetero blanco, “aunque esto, admite, podría estar justificado pues la historia original proviene de una novela gráfica. Además, en la segunda temporada hay un personaje femenino con rasgos típicos del TPA. No obstante, la representación de los trastornos mentales aún presenta un sesgo de género, raza y clase social en la mayoría de las series televisivas”.

Sin embargo, TEOTFW ha conseguido alejarse de los estereotipos anteriores sobre el trastorno de personalidad antisocial a través de un correcto uso de estos elementos.  En general, concluyen los autores en el artículo, “las características estéticas, los personajes y los eventos de la trama pueden actuar como medios expresivos a través de los cuales se puede representar con precisión la experiencia de vivir con un trastorno mental y al mismo tiempo entretener a los espectadores con drama y suspenso.”

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