Atrás Irene Ripoll, Josefina Pruneda, Maider Urtarán y Carla Domènech, alumnas del MSP, publican tres cartas al director sobre promoción de la salud

Irene Ripoll, Josefina Pruneda, Maider Urtarán y Carla Domènech, alumnas del MSP, publican tres cartas al director sobre promoción de la salud

 

 

Irene Ripoll: "Com reprenem promocionar la nostra salut i no solament evitar la malaltia?" - El Periódico 

 

Josefina Pruneda: "Es hora de reflexionar sobre lo que queremos lograr para nuestra salud" - El periódico

 

Maider Urtarán: "Después de dos años" - naiz (versión en Euskera)

Versión en castellano:


Llegó el COVID-19. Por prevención cerramos salas, comercios, centros de trabajo y escuelas. Después, llegaron las mascarillas, distancias de seguridad, aislamientos, y limitaciones para el contacto y las relaciones. Posteriormente llegarían las vacunas.
Han pasado ya dos años y creo que es innegable que debemos aprender como sociedad a convivir con la COVID-19. Pero, ¿cómo queremos afrontar este reto? No pretendo hacer campaña contra las vacunas ni a hacer una simple crítica de las decisiones que se tomaron en el contexto inicial de incertidumbre que vivimos. Sino que, transcurridos dos años, me gustaría reflexionar y aportar al debate mi opinión sobre cómo debemos actuar en un futuro inmediato.
Desde el principio, las formas clásicas de prevención, como la vacunación, han sido fácilmente aceptadas entre las instituciones administrativas. Sin embargo, la postura con respecto a las iniciativas y otras redes comunitarias de cuidado que han surgido para proteger y promover la salud de las personas, ha sido distinta. Su falta de reconocimiento para la prevención y promoción de la salud ha quedado patente en la cultura biomédica e individualista actual.
Frente a esta realidad, pienso que es relevante reflexionar sobre si las decisiones e imposiciones son la única y mejor salida cuando reina la incertidumbre y la falta de confianza. En cambio, sería importante reconocer que los activos, tanto materiales como relacionales, que tenemos en nuestros barrios son instrumentos para promover la resiliencia y la salud de cada las personas. Por ello, estoy convencido de que aprender a convivir con la COVID-19 es también fomentar las relaciones y redes de apoyo en los barrios.
Resulta curioso y paradójico cómo muchas veces aparece en las agendas políticas la pertinencia y necesidad de la participación ciudadana, pero cómo por el contrario detrás de estos discursos suele reinar una falta de presupuesto e intención para la promoción de la salud desde una mirada comunitaria. Se defiende la vacunación y la mascarilla como una medida de protección no solo para una misma, sino como gesto de generosidad y respeto hacia las demás. Sin embargo, no se defiende con la misma intensidad la necesidad de participar en las redes de cuidados vecinales o de movilizarse para reclamar el fortalecimiento de los servicios sanitarios públicos.
Es el momento de girar la vista y apostar por una mirada comunitaria. Es hora de hablar sobre el potencial de los escenarios de la vida cotidiana para promover la salud y el bienestar individual y colectivo, como escuelas, centros de trabajo, calles, centros de salud. En la sociedad capitalista en la que vivimos, y en la que se nos invoca a un individualismo salvaje, construyamos redes locales, fortalezcamos las alianzas entre la ciudadanía y creamos en la capacidad organizativa y movilizadora de la comunidad. Es el momento de aprovechar el nuevo escenario para trabajar por la salud y con las personas, estableciendo objetivos comunes.

 

Carola Domènech: "Els efectes de la pandèmia" - La Veu

16.03.2022

 

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