Vés enrere Voluntad política y liderazgo para un mundo más justo y sostenible

Voluntad política y liderazgo para un mundo más justo y sostenible

Artículo de opinión de Humberto Llavador, profesor del Departament de Economía y Empresa de la UPF y autor del libro Sustainability for a Warming Planet.
02.01.2018

 

¿Es posible compaginar políticas que mitiguen el cambio climático y que a la vez reduzcan las desigualdades? Con liderazgo y voluntad política es posible alcanzar una sociedad más justa y sostenible.

Vivimos en un mundo que se calienta. A menos que cambiemos nuestras políticas, alcanzaremos aumentos que pueden llegar hasta 4 grados para finales de siglo, con el riesgo de consecuencias desastrosas para la humanidad. También vivimos en un mundo tremendamente desigual. Los habitante del planeta venimos a este mundo con un premio o con una penalización que está ligada a nuestro lugar de nacimiento y que es independiente de nuestras decisiones o esfuerzos. El 90% de la población vive en el país en el que nació y dos terceras partes de la desigualdad mundial se debe a desigualdades entre países. Por ejemplo, una familia media del Congo multiplicaría su renta por 72 si hubiese nacido en Suecia, esto supone un aumento de la renta del 7.100% incluso teniendo en cuenta el diferencial en el coste de la vida, ya que la comparación está calculada utilizando la paridad del poder adquisitivo. De hecho este premio a las familias suecas aumenta hasta el 10.400% cuando comparamos familias en el 10% más pobre del Congo con el 10% más pobre de Suecia.

El calentamiento global nos obliga a pensar en las generaciones futuras, que son las que sufrirán las peores consecuencias de nuestra inacción. Los países desarrollados ha de moderar su crecimiento si queremos reducir el riesgo de aumentos insostenibles de la temperatura media del planeta. Por otro lado, los niveles de desigualdad actuales requieren que los países en vías de desarrollo converjan a los niveles de vida del mundo desarrollado y, añadiría, que se reduzcan las desigualdades también dentro de los países de este último. Las preguntas son claras, ¿es posible compaginar políticas que mitiguen el cambio climático y que a la vez reduzcan las desigualdades con las que convivimos? ¿Hemos de renunciar a mejorar nuestra calidad de vida para luchar contra el aumento de la temperatura en el planeta?

Mayor disribución de la renta

Mi visión es económica y tecnológicamente optimista: con voluntad política podemos aumentar nuestra calidad de vida y la de las generaciones futuras a la vez que luchamos contra el cambio climático y la desigualdad en el mundo. Más aún, dado que el crecimiento de los últimos 25 años se ha concentrado excesivamente en una pequeña proporción de la sociedad (el 1% de las rentas más altas se ha adueñado del 40% del crecimiento), una mayor distribución de la renta puede suponer una mejora para una mayoría de la población, incluso si ralentizamos el crecimiento medio. Por tanto, la compaginación de los esfuerzos de mitigación del cambio climático con la reducción de la desigualdad tiene el potencial de generar el apoyo mayoritario a políticas de ralentización del crecimiento asociadas a la reducción de las emisiones de CO2.

¿Qué podemos pedirle al 2018? Por lo pronto que España se una a la veintena de países en la eliminación gradual del carbón en la generación de electricidad antes del 2030. El carbón constituye un 14% de la energía generada en España, una cifra pequeña comparada por ejemplo con el 40% en Alemania, pero suficientemente importante como para ser la tercera fuente de generación de energía del país. Esta situación permite unirnos al grupo de liderazgo con un mensaje relevante pero a un coste relativamente reducido. Por tener otra referencia, el Reino Unido realizó una rápida descarbonización con la implementación de una política de tasas sobre las emisiones del carbón, pasando en pocos años de un 40% a un 2% de la energía procedente del carbón.

Combustibles fósiles

En esta misma dirección, deberíamos pedir la eliminación de las subvenciones a los combustibles fósiles. Estamos combatiendo la emisiones de CO2 y al mismo tiempo el Estado se gasta unos 470 millones de euros anuales en subvencionar la generación de electricidad sucia, un gasto que alcanza los 1.000 millones anuales si incluimos el transporte y la agricultura.

También deberíamos concentrarnos en eliminar la pobreza en nuestro país, lo que de paso resolvería el tema de la pobreza energética, que erróneamente (o malintencionadamente) se utiliza para justificar las subvenciones a la generación de energía procedente de combustibles fósiles.

Resumiendo, las medidas necesarias para mitigar las emisiones causantes del cambio climático son económica y tecnológicamente factibles. Estas medidas son también compatibles con sendas convergentes que disminuyan las desigualdades mundiales. Además, una mayor redistribución de la renta puede suponer la mejora de una mayoría de la población en los países desarrollados, incluso si reducimos sus tasas de crecimiento. El reto es político. Por tanto para el 2018, y para años venideros, pidamos, o mejor dicho elijamos, representantes que sean capaces de demostrar una capacidad de liderazgo y de voluntad política para alcanzar un sociedad más justa y sostenible.

Artículo de opinión de Humberto Llavador, profesor del Departamento de Economía y Empresa de la UPF y autor del libro Sustainability for a Warming Planet.

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