La sostenibilidad y el ahorro pueden ir de la mano en los laboratorios
La sostenibilidad y el ahorro pueden ir de la mano en los laboratorios
Aumentar la temperatura de los ultracongeladores puede ser una medida simple pero eficaz para una ciencia más sostenible.
La búsqueda de temperaturas cada vez más bajas para los ultracongeladores y la creciente presencia de estos dispositivos en los laboratorios son hechos ineludibles en la última década. Alcanzando temperaturas cercanas a los -80ºC, estos dispositivos consumen cada vez más energía y generan un impacto ambiental mayor. Sin embargo, esta situación preocupa a numerosos laboratorios a nivel mundial, que cada día buscan promover una mayor sostenibilidad energética en estos entornos.
Antes de emprender esta campaña por conseguir las temperaturas más frías, los ultracongeladores realizaban su función rondando los -70ºC, un valor que ahora el personal investigador, preocupado por la sostenibilidad, busca alcanzar nuevamente. Y es que con el aumento de unos pocos grados, se puede lograr un ahorro energético significativo y mitigar sustancialmente la huella de carbono.
Por ejemplo, al aumentar la temperatura desde los -80ºC hasta los -75ºC en los 31 ultracongeladores del MELIS la UPF, se ahorra un 33% en la factura de la luz. O lo que es lo mismo, 0’72 euros por congelador al día, que suman casi 700 euros al mes.
Tal y como explica Natalia Artigas, investigadora en biología molecular, en la revista El·lipse, esta es precisamente una de las diversas acciones en pro de la sostenibilidad, que ha llevado a cabo la spin-off de la UPF ‘Integra Therapeutics’, para conseguir el certificado de laboratorio sostenible con nivel Platinum de ‘My Green Lab’.
La mayoría de los laboratorios que tienen la certificación de ‘My Green Lab’ o que siguen el ‘Freezer Challenge’ tienen sus ultracongeladores a -70ºC. Pero tal y como explica Artigas, “muchos investigadores todavía tienen reticencias a esta subida por miedo a que las muestras se estropeen, a pesar de que existen muchas pruebas de estabilidad de muestras de ADN, ARN, virus y proteínas plasmáticas a estas temperaturas”. Natalia y su equipo seguirán trabajando para promover este movimiento de desarrollo sostenible, que no sólo beneficia a los laboratorios, sino a todos los que convivimos mano a mano con la ciencia.