¿Puede el ayuno intermitente mejorar mi salud?

Desde que Nutrimedia evaluó en 2018 si el ayuno intermitente era o no beneficioso para la salud, se han publicado nuevos estudios. Con las nuevas evidencias, sigue siendo incierto o dudoso el mensaje de que el ayuno intermitente puede mejorar la salud de la población general. La investigadora Montse Rabassa explica por qué.
08.06.2021

 

El interés social por el ayuno intermitente como una posible estrategia dietética beneficiosa para la salud se ha disparado en los últimos años. Pero sabemos ¿cuál es la evidencia científica actual? ¿qué confianza o grado de certeza tiene la evidencia científica?, y ¿cuál es la veracidad de este mensaje que se difunde a través de los medios?

 

Qué es el ayuno intermitente

De entrada, hay que precisar que existen diferentes tipos de ayuno intermitente: el ayuno en días alternos; el ayuno periódico (el ayuno de uno o dos días a la semana), y el ayuno completo durante al menos 12 horas seguidas (conocido como el ayuno intermitente de 12/12). Probablemente muchos de nosotros ya lo hacemos, de forma inconsciente este tipo de ayuno (por ejemplo, los que cenamos a las 21h y desayunamos a las 9h). 

Aunque existen pocos estudios de crononutrición –estudios sobre el patrón de alimentación y el ritmo circadiano–, los estudios más recientes sugieren que limitar o ajustar el período de ingesta de alimentos con el ritmo circadiano podría tener un efecto protector en la salud cardio-metabólica, principalmente si tenemos en cuenta el patrón de alimentación de la sociedad actual. Por ejemplo, algunos de nosotros cenamos fuera de las horas de luz. 

La evaluación de Nutrimedia

En este contexto, en Nutrimedia se evaluó a finales de 2018 el grado de certeza de la evidencia científica disponible, así como la veracidad del mensaje, en este caso relacionado con una pregunta que formuló el público en la encuesta de Nutrimedia 2017, “El ayuno intermitente es beneficioso para la salud”, con el sistema de referencia internacional GRADE

En esta evaluación, por una parte, se observó que el ayuno intermitente podría reducir el peso corporal y el IMC, así como el riesgo de presentar estados de ánimo negativos y depresión en la población adulta. No obstante, aquí es importante considerar que, aunque se han evaluado en ensayos clínicos (que en principio ofrecen más garantías), el grado de certeza de los resultados es bajo debido a las limitaciones metodológicas y al número escaso de estudios y participantes. 

Por otra parte, se ha observado que es incierto que el ayuno prolongado en adultos reduzca el riesgo de padecer enfermedades crónicas (enfermedad arterial coronaria y diabetes). Además de tratarse de estudios observacionales, estos presentan limitaciones metodológicas. 

En conjunto, el mensaje se considera incierto porque los estudios disponibles son escasos (y con un número de participantes escaso), de corta duración y, además, presentan limitaciones metodológicas importantes. En otras palabras, la ciencia, por ahora, no avala que el ayuno intermitente puede mejorar la salud de la población adulta. 

Nuevas evidencias

En una revisión sistemática reciente se ha observado que el ayuno intermitente con una reducción no intencionada de la ingesta calórica del 20 % (o sin una restricción calórica) puede producir efectos metabólicos beneficiosos de forma independiente a la pérdida de peso (alrededor de un 3%) y/o masa grasa, lo cual sugiere un efecto metabólico intrínseco basado en el reajuste del patrón de alimentación de acuerdo con el reloj circadiano.

Recientemente, en esta misma línea, a principios de este año 2021, se ha publicado una revisión Cochrane sobre el efecto de ayuno intermitente (o limitación del periodo de ingesta) en la prevención de enfermedades cardiovasculares que ha tenido bastante repercusión en los medios. 

En esta revisión se analizaron los ensayos clínicos que comparaban el ayuno intermitente con la alimentación habitual o las dietas de restricción calórica y evaluaban desenlaces a corto plazo (tres meses) y medio plazo (entre tres y doce meses) como mortalidad (por cualquier causa y cardiovascular), ictus, infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca, peso corporal y niveles de glucosa en sangre. No se hallaron ensayos clínicos sobre la mortalidad, la mortalidad cardiovascular ni el riesgo de ictus, infarto de miocardio e insuficiencia cardíaca, pero si estudios sobre el peso corporal y niveles de glucosa en sangre. 

Los resultados muestran que los participantes con el ayuno intermitente en comparación con la alimentación habitual podrían perder más peso (aunque clínicamente no es relevante) a corto plazo (grado de certeza baja). Pero cuando se compara el ayuno intermitente con las dietas de restricción calórica, no se sabe si produce ninguna diferencia en el peso a corto plazo (grado de certeza muy baja), y a medio plazo podría conllevar ninguna diferencia en el peso (grado de certeza baja). 

En relación con los niveles de glucosa en sangre, no se sabe si produce ninguna diferencia a corto plazo cuando se compara el ayuno intermitente con la alimentación habitual o las dietas de restricción calórica (grado de certeza muy baja). A medio plazo el ayuno intermitente en comparación con las dietas de restricción calórica podría conllevar ninguna diferencia en los niveles de glucosa en sangre (grado de certeza baja). 

En esta revisión, además, se reportó los posibles efectos indeseables que se informaron en los estudios sobre el ayuno intermitente, como dolores de cabeza. Debido a las limitaciones metodológicas de los estudios y a la heterogeneidad y/o imprecisión en los resultados, es probable que los resultados cambien si se dispone de más estudios de investigación para comprobar los efectos beneficiosos y perjudiciales.

La conclusión, a pesar de las nuevas evidencias disponibles, el mensaje sigue siendo incierto o dudoso. Es decir, aún no se pueden extraer conclusiones sobre si el ayuno intermitente puede mejorar la salud de la población general. Con todo esto, por ahora, deberíamos seguir las recomendaciones actuales que básicamente se trata de seguir un patrón de alimentación, actividad física y sueño “saludables”. 

 

Montse Rabassa, doctora en alimentación y nutrición, dietista-nutricionista, tecnóloga de los alimentos y máster en desarrollo e innovación de los alimentos, es investigadora senior en la Unidad de Nutrición y Salud de Eurecat y profesora colaboradora del máster universitario de Nutrición y Salud de la UOC.

 

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