Recientemente, la editorial Shangrila ha publicado el libro Pensar el videojuego: 25 caminos para los game studies, editado por Víctor Navarro Remesal. El libro, que inaugura la colección Ludografías, reúne 25 capítulos en los que se explora un concepto clave para el análisis de los videojuegos: desde emoción (escrito por Óliver Pérez-Latorre), en ética (Miguel Sicart), elecciones (Clara Fernández Vara) o metodología (Daniel Muriel). He tenido la suerte de poder participar en este volumen con un capítulo dedicado al concepto de autoría.

Durante mucho tiempo, los videojuegos han sido un medio denostado culturalmente: se han visto como una pérdida de tiempo o incluso una amenaza vinculada a la adicción o la violencia. En la actualidad, estamos ante un momento de legitimación del medio, en el que los videojuegos se presentan y perciben como “obras” de autores que expresan una visión propia y original, exploran las posibilidades expresivas del medio o reflexionan sobre temas relevantes y comprometidos. En todos estos discursos de legitimación, identificar una fuerza creativa individual detrás del videojuego es clave. De hecho, los “autores” de videojuegos están más presentes que nunca: entrevistas promocionales, making-of, ediciones de videojuegos con comentarios de los creadores, documentales, etc. Creadores como Jonathan Blow, Lucas Pope o David Cage explican cómo surgió la idea de su último videojuego, qué querían expresar, son elogiados por su creatividad o criticados por ser wannabe film auteurs. En este capítulo examino qué es un autor en el campo de los videojuegos y demuestro por qué es un aspecto fundamental que debe ser críticamente examinado. Me centro en el rol que juega la autoría en las definiciones del videojuego como artefacto cultural y los debates sobre su legitimidad, así como el rol del diseñador de videojuegos en los imaginarios laborales contemporáneos.

Podéis encontrar más información sobre el libro aquí y aquí.