Ahora que ya parece estar en la normalidad esperada –las mascarillas van desapareciendo, incluso en aquellos lugares todavía de uso obligado–, vemos que no es tan nueva como nos prometíamos. La normalidad que estamos viviendo es una vieja conocida. Como mucho, lo único realmente nuevo son los efectos del cambio climático.

 

En este verano que parece no terminarse nunca. Una de esas rutinas globales a las que volvemos, y que compartirán millones de aficionados, es la Copa del Mundo de fútbol, que este año, como casi todo el mundo sabe, estará en Qatar entre el 20 de noviembre y el 19 de diciembre. Todo está preparado, al parecer. Pero a un precio que no parece razonable, incluso para los más apasionados de ese espectáculo. La más importante de las cosas no importantes, tal y como ya se ha dicho hasta el infinito.