Atrás La revolución "blockchain" estará liderada por la administración local

La revolución "blockchain" estará liderada por la administración local

Artículo de opinión de Lluïsa Marsal, profesora del Departamento de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de la UPF, presidenta de la asociación Blockchain Catalunya y consejera en Blockchain4Cities en las Naciones Unidas.
04.12.2017

 

Los ayuntamientos deben ponerse a trabajar para descubrir cuáles son los servicios en base blockchain que se han ofrecer en primera instancia para servir de forma más transparente y eficiente a sus ciudadanos. Mientras tanto, el sector privado tendrá que empezar a reconocer que la gran oportunidad es ayudar a los ayuntamientos a crear estos nuevos servicios basados ​​en blockchain.

La tecnología de cadena de bloques (blockchain) se entiende bien si se compara con el internet y, haciendo uso de esta comparación, podríamos decir que se encuentra en la madurez tecnológica de la internet del año 1992 pero en el hype del internet del año 2000. Esta discordancia al respecto del internet se debe a que el interés que la tecnología ha generado en el sector privado va acompañada de miedo y amenaza. De ahí que la adopción de la tecnología vaya acompañada de forma simultánea de ruido y desinformación, el llamado hype. En cuanto al sector público, las administraciones son aún espectadoras de la evolución del blockchain, pero no por mucho tiempo más.

En 1992 llegó el protocolo de internet, conocido como el HTTP. Era un protocolo peer-to-peer, concebido como descentralizado. En ese primer momento de internet las webs eran estáticas: era el llamado web1, donde el usuario no podía hacer nada más que leer información, no podía interactuar ni encontrar aplicaciones. En 1998 nació Google y esto revolucionó el web1. Hacia el año 2000 surgió el llamado web2 y éste coincidió con la crisis del las empresas .com. El web2 es el internet que aún tenemos hoy, con aplicaciones y una alta sofisticación en el interacción con el usuario que permite ofrecer complejos servicios de banca y administración digitales vía aplicaciones web. Pero el web2 lleva asociada la dominancia de unos pocos, entre ellos Google, pero también Facebook, YouTube, etc., y por tanto, la pérdida de la descentralización original concebida en el web1.

La gran facilidad para ofrecer servicios y hacer negocio a través del internet proporcionada por web2 hizo que entre 2000 y 2004 se crearan muchas empresas en línea pero que, carentes de un modelo de negocio adaptado a internet, quebraran. La crisis .com hizo que, en el espacio de los cuatro años, se cerraran más del 50% de las empresas concebidas originalmente. A partir de 2004 comienza un período de recuperación de la crisis y de normalización, que da como resultado la adopción masiva de internet. El año 2008 marca otro hito importante. El internet es una tecnología ya madura que nadie cuestiona y que todos utilizamos en nuestro día a día. Las aplicaciones web son seguras, empiezan a ser móviles y hay diversificación y competencia de mercado. Pero en 2008 emerge otra crisis económica, esta vez causada por los llamados "créditos basura" del mercado subprime liderado por Lehman Brothers en Wall Street. En 2008 nace también Bitcoin, lo que muchos asocian a la incipiente crisis económica, y como alternativa a los modelos económicos tradicionales.

Bitcoin fue originalmente definido en el white paper escrito por su creador, de seudónimo Satoshi Nakamoto, como un peer-to-peer economic cash system. Por lo tanto, Bitcoin, al igual que internet (y más concretamente el web1), es concebido como un sistema descentralizado, pero presenta dos innovaciones al respecto de aquel primer internet: la distribución y la disrupción. Bitcoin es un sistema distribuido en el que todos los nodos de la red tienen una copia exacta de la información que se comparte, el llamado distributed ledger, que vendría a ser como un libro de contabilidad distribuido. Por tanto, en el sistema Bitcoin, la información está replicada en todos los nodos. Que la información (el distributed ledger) esté replicada no significa que la información se pueda copiar (como ocurría en web1 y pasa al web2). De hecho, la naturaleza distribuida de Bitcoin garantiza la inmutabilidad de la información y, por tanto, protege la autoría y salvaguarda su integridad mediante mecanismos de encriptación, además de garantizar la inmutabilidad gracias a la réplica del ledger en todos los nodos de la red. Esta inmutabilidad queda garantizada con un sistema de incentivos y de recompensa económica a los nodos que mantienen la red, la llamada criptomoneda que, en el caso de la red Bitcoin, son los bitcoins. Esta incorporación del modelo de negocio en la misma tecnología es la gran revolución al respecto de internet, a la vez que es el hecho disruptivo que tanto molesta al sector privado.

La seguridad y el mantenimiento de la red Bitcoin quedan garantizadas por el modelo de negocio inherente a la tecnología. Los nodos que mantienen la red, los llamados miners, reciben una recompensa económica en bitcoins para firmar transacciones y empaquetarlas cronológicamente en bloques, que se irán añadiendo a la cadena de bloques existente. Asimismo, los miners garantizan la seguridad de la red haciendo que ser corrupto salga más caro que ser honesto y, por tanto, nada atractivo. Aparte de estas características de autosuficiencia que hacen que no sea necesario un tercero para hacer las transacciones y garantizar su seguridad, Bitcoin es también un modelo innovador de política monetaria. La emisión de bitcoins se genera en cada transacción, pues el usuario tendrá que pagar una pequeña comisión (mucho menos que las comisiones de la banca actual) a los nodos miners, para que su transacción sea verificada e incorporada a la cadena de bloques. Por lo tanto la emisión de criptomoneda es proporcional a la actividad de la red. Cuanto más transacciones se hagan, más bitcoins se pondrán en circulación, a la vez que esto incrementará la seguridad de la red, ya que la mayor presencia de nodos la hace más robusta. Desde 2008 la red Bitcoin no ha sido nunca atacada, y actualmente ya tiene un valor de mercado de 151 millones de dólares.

En 2009, uno de los colaboradores de Satoshi Nakamoto, Hal Finney, fue el primero en recibir una transacción en Bitcoin. Finney fue también el primero en llamar de forma genérica el protocolo Bitcoin como protocolo blockchain pues, si bien en el white paper de Nakamoto se hablaba de bloques y de cadena y de que se formaba una cadena de bloques, las palabras block y chain aparecían de forma independiente. Bitcoin fue pues la primera blockchain pero hoy en día, en un espacio de sólo ocho años, ya hay más de seiscientas, todas con su propia criptomoneda y red de nodos distribuidos. Esta proliferación de blockchains y criptomonedas es un indicador del hype que está experimentando la tecnología, que al igual que con el internet, aparece ocho años después de su nacimiento. Siguiendo la lógica internet, ahora tocaría una crisis que, de hecho, ya está pasando con las llamadas ICO (initial coin offerings) que, después de un boom excesivo en 2016, están entrando ahora en una fase de recesión y ajuste.

Que una tecnología lleve incorporado un modelo de negocio que la haga autosuficiente hace innecesarios los intermediarios. Y de eso no había precedentes hasta que llegó Bitcoin, de ahí que todos los sectores que típicamente se dedican a la intermediación estén incómodos con la tecnología blockchain. La estrategia que el sector dedicado a la intermediación está siguiendo es la de eliminar las partes de la tecnología que lo molestan o que le son una amenaza. Y a estas pseudo-blockchains las siguen llamando blockchain, con el fin de mostrarse como innovadores y precursores de la tecnología. Pero con esta actitud están creando desinformación y confusión, pues lo que están utilizando son sólo distributed ledgers "permisionados", personas que tienen permiso (que quiere decir que son de uso interno) ya que en sus mal-llamadas blockchain no hay miners, no hay bloques, no hay cadena y, por tanto, no puede haber cadena de bloques.

2018 se presenta como un año interesante para la tecnología blockchain, ya que nos llevará finalmente al web3. El web3 es un internet descentralizado (tal como era el web1), genuinamente distribuido (esto ya se ha conseguido con la tecnología blockchain) y con aplicaciones, de mensajería, almacenamiento, etc. Este último elemento -el de las aplicaciones-, es lo que puede ser la gran oportunidad para el sector privado (y no las falsas blockchain). Ya están surgiendo muchas aplicaciones, sobre todo de la mano de start-ups, que proporcionan interfaces para que el usuario pueda interactuar fácilmente con la tecnología. Cada vez son más los ciudadanos que hacen transacciones y no estamos lejos de poder hacer compras con criptomonedas. Por tanto, en un espacio razonable de tiempo, utilizaremos la tecnología blockchain y las criptomonedas con toda naturalidad en nuestro día a día.

Y debería ser esta adopción (aunque incipiente pero creciente) por parte de la ciudadanía, de la tecnología blockchain y de sus criptomonedas lo que hiciera reaccionar al sector público que, hasta el momento, se lo ha estado mirando y ya está. Para evitar que una gran mayoría de ciudadanos nos quedemos al margen del sistema sencillamente porque estamos utilizando una tecnología alternativa, será necesario que la administración pública lo adopte, y que lo haga ahora, como tantas administraciones fuera de Cataluña ya están haciendo. Y en la actual crisis global del estado-nación, que lleva a la proliferación de sentimientos identitarios más locales, la administración mejor posicionada para liderar la revolución blockchain es la local, por ser también la más cercana a las personas. Así, los ayuntamientos deben ponerse a trabajar para descubrir cuáles son los servicios en base blockchain que se han ofrecer en primera instancia para servir de forma más transparente y eficiente a sus ciudadanos. Y, el sector privado tendrá que comenzar a reconocer que la gran oportunidad -aparte de ser "lo que toca hacer"-, es ayudar a los ayuntamientos a crear estos nuevos servicios basados ​​en blockchain, en lugar de perder el tiempo con falsas blokchain inútiles - que "no tocan" -.

Articulo de opinión de Lluïsa Marsal, profesora del Departamento de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de la UPF, presidenta de la asociación Blockchain Catalunya y consejera en Blockchain4Cities en las Naciones Unidas.

Multimedia

Categorías:

ODS - Objetivos de desarrollo sostenible:

Els ODS a la UPF

Contact